Artículo de divulgación


La guerra como tópico en algunas obras de la Literatura Infantil

 

 

Marcelo Emilio Bianchi Bustos
Academia de Literatura Infantil y Juvenil
Instituto Literario y Cultural Hispánico
Argentina
marcelobianchibustos@gmail.com

Algunas delimitaciones para entrar en tema

La guerra es un tema recurrente en el campo de la Literatura Infantil que, sin embargo, no ha sido explorado lo suficiente. Con una perspectiva muy particular, el investigador Marc Soriano (2002) señala que uno de los problemas del niño de hoy no es “leer” sino precisamente sobrevivir, es decir, que él aborda la temática en aspectos éticos y sociales derivados de la guerra, pero al mismo tiempo, desde una perspectiva crítica señala que “los libros para niños tenían que evitar caer en la trampa que significa el pacifismo ultranza” (Soriano, 2001: 316) que “les hace el juego” a los invasores. Desde aquí se pregunta qué sería este “ahora” si en realidad en la Europa ocupada por los nazis no se les hubiera hecho frente y se haya vanagloriado, o glorificado, mejor dicho, a los “ejércitos de liberación”. La perspectiva de Soriano consiste en generar la conciencia en los niños en contra de la guerra y a favor de la paz, pero con una perspectiva de lucha por la igualdad. Riitta Oittinen y Blanca-Ana Roig Rechou abordan en un interesante estudio (2016) el tema de los conflictos bélicos, pero orientado hacia los efectos de los mismos en el proceso de maduración de los jóvenes, ofreciendo algunas guías como “mediadores de lectura”.

Si bien existen algunos estudios más actuales sobre el tema, el corpus utilizado son libros-álbumes, es decir, donde lo que prevalece es la imagen en una articulación con la palabra (Belmonte, 2022), u otros en los que se ofrecen listados de libros para hablar con los niños sobre la temática. La perspectiva adoptada en este artículo tiene que ver con la manera en cómo la guerra ha sido abordada como tema, ya sea central o accesorio pero siempre formando parte de un acontecimiento que guarda alguna relación con la narración, y la forma de presentar a los soldados que regresan de ella. Al ser un trabajo de corte exploratorio que no pretende abarcar el tópico en su totalidad, el corpus será acotado y estará formado por obras de origen folklórico o de autor, tanto de América como de Europa.

La guerra

De la tradición folklórica proviene una canción popular que forma parte de los juegos infantiles de todas las épocas, “Mambrú se fue a la guerra”.1

Mambrú se ha muerto en guerra,
chiribín chiribín chin chin.
Mambrú se ha muerto en guerra,
lo llevan a enterrar.
Aja ja aja ja
lo llevan a enterrar.

Con cuatro oficiales
chiribín chiribín chin chin.
Con cuatro oficiales y un cura sacristán.
Aja ja aja ja
y un cura sacristán.
Arriba de su tumba
chiribín chiribín chin chin.
Arriba de su tumba
un pajarito va.
Aja ja aja ja
un pajarito va
(versión del poema folklórico perteneciente al autor del artículo).


Fragmento en audio de la canción tradicional infantil Mambrú se fue a la guerra, de autoría anónima en su primera versión grabada en LP original (propiedad del responsable de esta revista). Se reproduce el siguiente material con propósitos educativos educativos y de difusión.



























Esta obra poética es retomada, pensado en los reciclajes contemporáneos de obras literarias provenientes del folklore, por la escritora María Granata que en su cuento “Mambrú se fue a la guerra” crea un texto narrativo en el que le da un giro a la historia:

Con una voz que era más bien una musiquita que volaba como un ángel lastimado, cantaba todo el mundo:


Mambrú se fue a la guerra,
qué dolor, qué dolor, qué pena.
Mambrú se fue a la guerra,
y ya no vuelve más.

Es que nadie sabía que Mambrú estaba vivo como un pájaro vivo.
Regresó un domingo como los demás, no un domingo principal, y fue muy bien recibido, con mil saludos y seiscientas reverencias que terminaron cayéndose al suelo como sucede con todas las reverencias. Y fue cuando anunció:
—Ya no me gusta la guerra. No hay cosa peor en el mundo. Lo mejor será cazarla para que deje de andar suelta. Y seré yo quien la cace
(Granata, 1990: 5).

Como observa Bianchi Bustos (2023) Granata toma al personaje y en lugar de afirmar que está muerto lo hace volver a la vida, pero con un cambio de mentalidad, pues la guerra ya no le interesa y se propone terminar con ella, “cazándola”. Esta personificación que hace de ella es muy interesante generando un recurso similar y un efecto como el que emplea Aristófanes en su comedia La Paz.

Con una clara intencionalidad didáctica también la guerra aparece en distintas fábulas, como las de Jean de La Fontaine. Tan solo para mencionar dos de ellas, en la fábula I del libro II titulada “Contra los que tienen el gusto difícil”, describe con crueldad los diez años de la guerra de Troya y la aparición del célebre caballo creado por Atenea. O en la fábula XIII del libro III incluye “Los lobos y las ovejas”, que dice:


Después de muchos años
de guerra sin cuartel,
la paz con las ovejas
el lobo quiso hacer.
De los dos contendientes
era sin duda el bien;
si el lobo devoraba
ovejas sin merced,
los pastores hacían
vestidos de su piel
(La Fontaine, 1952: 216).

El desarrollo de la historia presente en la fábula sirve para concluir con la moraleja en la que La Fontaine justifica la guerra y le permite afirmar que muchas veces la paz es inútil:


De aquí inferir debemos
que es necesario hacer
la guerra a los malvados
sin tregua y sin cuartel;
la paz es excelente,
mas siempre inútil es,
si son los enemigos
traidores y sin fe
(La Fontaine, 1952: 217).

La guerra y los enfrentamientos que aparecen en la literatura guardan una relación mimética con la realidad y los intentos de extender los territorios por parte de algunos poderosos. En Las famosas aventuras del invencible Tipitón (1930) de Jesús Sánchez Tena publicado por la editorial Calleja se hace referencia al Conde Arnaldo de Rocadura, un hombre que poseía grandes extensiones de tierra y que deseaba poseer el feudo de sus sobrinos. Era tanta su falta de ética que apenas se enteró de la muerte de su hermano “hizo armar en secreto a 500 de sus vasallos, contrató mil guerreros mercenarios y partió al frente de todos” (Sánchez Tena, 1930: 13). Luego de un enfrentamiento entre distintos personajes, entre ellos el conde de Rocadura con Tipitón, éste vence y escribe un maravilloso romance para conmemorar su triunfo:


—¡El conde de Morrofuerte
mató a su hermano en la guerra!
Ay… Ay… Ay…
¡Mató a su hermano en la guerra!
Lo mató lleno de envidia
por su fuerza y su fiereza.

No le mató con la espada,
tampoco con la ballesta.
¡Le mató de una pedrada
en mitad de la cabeza!

El golpe fué tan tremendo,
y la piedra tanto pesa,
que le abolló el fuerte yelmo
y le arrancó la cimera 
(Sánchez Tena, 1930: 19).

Posiblemente pueda parecer fuerte y violento el poema, pero Calleja se caracterizaba por publicar historias tanto de tradición oral como de autores donde se hablaba directamente y con crueldad en muchas ocasiones de la muerte.

Se observa en otros textos el abandono y sus consecuencias derivadas de la guerra, como sucede en el cuento ruso “Los dos Ivanes, hijos de un soldado” de Aleksandr Afanasiev el que un campesino es enrolado en el ejército y nunca llega a conocer a sus hijos, pues cuando marcha hacia la guerra su esposa estaba embarazada de mellizos.

En otros cuentos, la guerra no es solo el lugar del que un personaje proviene o un acontecimiento de su vida del que se regresa, sino que sus personajes están inmersos en ella, es su contexto geográfico. Esto sucede en “Mil grullas” (2011), un cuento de Elsa Bornemann, donde se narra la historia de dos niños, Naomi y Toshiro, en el contexto de la bomba de Hiroshima en 1945. Como un actante, la guerra y la bomba en sí irrumpen en la vida cotidiana de la ciudad en general y de estos niños en particular, donde el efecto de la bomba termina separando a los dos niños, y a pesar del intento de Toshiro por detener la muerte de Naomi haciendo mil grullas de origami unidas por una cuerda, la niña muere. Aquí la guerra y sus consecuencias aparecen como algo inexorable: “¿Cómo podían mil frágiles avecitas de papel vencer el horror instalado en su sangre?” (Bornemann, 2011: 10), como se lee en las palabras finales con las que la autora cierra ese relato.

Ilustración de una de la páginas del cuento de Elsa Bornemann "Mil grullas", que representa el momento del estallido de la bomba atómica en Hiroshima el 6 de agosto de 1945, con ilustraciones de Marumont. Material provisto por el autor. Se reproduce con propósitos educativos educativos y de difusión.

Los soldados

Así como aparece la guerra con distintos matices, en numerosos textos de literatura infantil aparecen soldados con distintas características generadas por los enfrentamientos bélicos y sus consecuencias psicológicas o físicas. En algunos cuentos folklóricos ellos son los protagonistas y provienen de distintas guerras, como en “Las princesas bailadoras” según la versión de los Hermanos Grimm, en el que se narra que “un pobre soldado que, habiendo recibido una herida, no podía seguir en el servicio, acertó a pasar por las inmediaciones de la ciudad donde aquel rey vivía. Topóse con una vieja, que le preguntó adónde iba” (Grimm, 2012: 523). También en el cuento de Hans Christian Andersen “El encendedor de yesca” puede leerse: “Por el camino iba un soldado marchando: ¡un, dos, un, dos! Llevaba la mochila a la espalda y un sable al costado porque había estado en la guerra y ahora iba de vuelta a su casa. Y se encontró con una bruja vieja por el camino; era muy fea, el labio inferior le colgaba casi hasta el pecho” (Andersen, 2019: 11).

En los dos textos citados se observa un procedimiento similar: la descripción del soldado que vuelve y el encuentro con una bruja o hechicera que, en un caso, le aconseja lo que debe hacer para descubrir el misterio de los zapatos rotos de las princesas; y en el otro, le propone ganar varias monedas de oro a cambio de una búsqueda exitosa –aunque en este caso el soldado decide matarla para quedarse con el botín–. Los dos son pobres, poseedores de un futuro incierto derivado posiblemente de las consecuencias de la guerra, y por esos motivos son capaces de arriesgar hasta su vida para poder lograr sus deseos económicos y de formar una familia, pues en los dos casos terminan casándose con la hija del rey. El hecho de volver de la guerra muy pobre y con alguna consecuencia física es una constante que se observa en varios cuentos, pues en “Seis que salen de todo” en la versión de los Hermanos Grimm se cuenta que “Había una vez un hombre muy hábil en toda clase de artes y oficios. Sirvió en el ejército mostrándose valiente y animoso, pero al terminar la guerra lo licenciaron sin darle más que tres reales como ayuda de costas” (2012: 250).

La pobreza de los soldados que volvían de la guerra puede verse en un cuento proveniente del folklore ruso compilado por Afanasiev, “El soldado y la muerte”, en el que se cuenta que una vez un soldado dejó de servir al ejército y que mientras volvía a su hogar solo tenía dos galletas para comer, pero que ante el pedido de un anciano le regala una de ellas. En todos estos casos, al tratarse de cuentos pertenecientes a la ficción feérica, aparecen hadas, brujas y encantamientos que hacen que la vida de los soldados cambie, ya sea para terminar siendo reyes o en el último caso recibir como obsequio una bolsa mágica gracias a la cual el protagonista termina siendo inmortal, pues hasta la propia muerte temía ser encerrada en un costal que le regala el hombre al que le obsequia la galleta al inicio del relato, del que solo podría salir con la orden del soldado.

En una obra folklórica, en este caso argentina, con influencias de la cultura española, el “Romance de la Catalina” (canción popular infantil) se describe el encuentro de una mujer llamada Catalina con un soldado:

Estaba la Catalina
sentada bajo un laurel
mirando la frescura
de las aguas al caer.

De pronto paso un soldado
y lo hizo detener.
—Deténgase usted soldado
que una pregunta le quiero hacer.

—¿Usted ha visto a mi marido
en la guerra alguna vez?
—Yo no he visto a su marido
ni tampoco sé quién es.

—Mi marido es alto y rubio
tan buenmozo como usted
y en la punta de su espada
lleva escrito San Andrés.

—Por los datos que me ha dado
su marido muerto es
y me ha dejado dicho
que me case con usted.
—Eso sí que no lo hago,
eso sí que no lo haré
he esperado siete años
y otros siete esperaré
si a los catorce años no viene
a un convento yo me iré
y a mis dos hijas mujeres
conmigo las llevaré
y a mis dos hijos varones
a la patria entregaré.

—Calla, calla, Catalina,
calla, calla de una vez
estás hablando con tu marido
que no supiste reconocer
Así termina esta historia
de una infeliz mujer
que estaba hablando con su marido
y que no podía reconocer
(versión del poema folklórico perteneciente al autor del artículo).

 

 

 

Fragmento en audio extraído de la plataforma YouTube de la canción infantil Estaba la Catalina, de autoría anónima, propia del folklore popular argentino. Arreglos sobre esta interpretación de Esteban Núñez. En voz de Patricia Alarcón Estudio Agles Music. Por tratarse de un fragmento, con propósitos ilustrativos del texto para su mejor comprensión, con fines educativos y de difusión, se exhibe según los términos de la segunda condición del numeral 2 de sus Términos de servicio: "You are a small-scale production company, non-profit, or artist, in which case you may use the YouTube Service to showcase or promote your own creative works", así como del acuerdo establecido en el numeral 9.1 de YouTube respecto a las Licencias para otros usuarios, mediante el que el creador de obra, en este caso de la pieza musical, o los detentores de los derechos patrimoniales, "grant all users of the YouTube Service permission to view your (musical) videos for their personal, non-commercial purposes. This includes the right to copy and make derivative works from the videos solely to the extent necessary to view the videos"
























Aquí el regreso es distinto y está marcado por la confusión y el olvido de Catalina después de siete años de esperar el regreso de su marido, un soldado que fue a la guerra, pero que finalmente tiene un final feliz.

Con otra perspectiva y apelando al recurso del humor, una de las constantes en la literatura infantil, Ema Wolf presenta a un rey que vuelve de la guerra y lo hace a través de un relato muy original:


Las esponjas suelen contar historias muy interesantes, el único problema es que lo cuentan en voz muy baja y para oírlas hay que lavarse muy bien las orejas. Una esponja me contó una vez lo siguiente: En una época lejana las guerras duraban mucho, un rey se iba a la guerra y tardaba treinta años en volver, cansado y sudado de cabalgar, y con la espada tinta en chinchulín enemigo.
Algo así le sucedió al rey Vigildo. Se fue a la guerra una mañana y volvió veinte años más tarde, protestando porque le dolía todo el cuerpo.
Naturalmente lo primero que hizo su esposa, la reina Inés, fue prepararle una bañera con agua caliente. Pero cuando llegó el momento de sumergirse en la bañera, el rey se negó. —No me baño —dijo—. ¡No me baño, no me baño y no me baño!
La reina, los príncipes, la parentela real y la corte entera quedaron estupefactos.
—¿Qué pasa, majestad? —preguntó el viejo chambelán— ¿Acaso el agua está demasiado caliente? ¿El jabón demasiado frío? ¿La bañera demasiado profunda?
—No, no y no —contestó el rey— pero yo no me baño nada (Wolf, 2006: 33).

Ya desde el texto se presenta a un rey que está treinta años en la guerra con todos los horrores de ella, pero detrás del humor al decirse que su espada estaba manchada con los chinchulines de sus enemigos, es decir con sus vísceras, y que a su regreso se niega a bañarse pues extrañaba el contexto de la guerra y dice “¿Qué soy yo, acaso un rey guerrero o un poroto en remojo?” (Wolf, 2006: 34). Finalmente aparece la solución, y es crearle un ejército en miniatura para ponerlo en la bañera con él para que de esa forma no extrañe a sus soldados.

 

Fragmento en audio extraído de la plataforma YouTube del cuento infantil "El rey que no quería bañarse” (2006) de Ema Wolf, en narración de la youtuber argentina Majo. Por tratarse de un fragmento, con propósitos ilustrativos del texto para su mejor comprensión, con fines educativos y de difusión, se exhibe según los términos de la segunda condición del numeral 2 de sus Términos de servicio: "You are a small-scale production company, non-profit, or artist, in which case you may use the YouTube Service to showcase or promote your own creative works", así como del acuerdo establecido en el numeral 9.1 de YouTube respecto a las Licencias para otros usuarios, mediante el que el creador de obra, en este caso de la pieza musical, o los detentores de los derechos patrimoniales, "grant all users of the YouTube Service permission to view your (musical) videos for their personal, non-commercial purposes. This includes the right to copy and make derivative works from the videos solely to the extent necessary to view the videos"

Algunas ideas a modo de cierre

Gracias al recorrido por los textos propuestos puede observarse las diferencias en el tratamiento que se le da a la guerra como tópico en distintas obras de literatura infantil. Las repeticiones de algunas características llevan a pensar que la guerra, en muchos casos en los cuentos, lejos de aparecer criticada aparece como posibilitadora –desde la mirada de René Guénon (1962)– de un orden para terminar con el desorden y de esa forma ascender socialmente. La guerra y sus consecuencias aparecerían, retomando a Juan Eduardo Cirlot, como un “medio para obtener la reintegración de lo marginal” (2014: 238). Si bien puede parecer que lo que se muestra es una visión “edulcorada” del tema no hay que olvidar que, en todos los relatos, la historia comienza cuando el hecho bélico ha terminado. En otros cuentos se evidencia el abandono de la familia, la pobreza, el hambre y la muerte.

En todos los casos las miradas son distintas y lo que se observa es que esos tratamientos tan diversos tienen que ver con las ideas de los contextos de producción de las obras sobre la guerra: mientras que en los relatos folklóricos se la vive con total naturalidad posiblemente porque muchos de ellos se originan en contextos de luchas por los territorios a inicios o durante la modernidad, en los más contemporáneos se la critica y parodia como una manera de rebelarse a ella y contrarrestar sus efectos.

Referencias

  • Afanasiev, Alexander. Cuentos populares rusos. Madrid: Anaya, 2018.
  • Andersen, Hans Christian. Cuentos de Hadas. Buenos Aires, Libros del zorro rojo, 2019.
  • Belmonte, Roman. “La guerra en los libros infantiles”. Donde viven los monstruos: Literatura Infantil y Juvenil, 2022. Disponible en: https://romanba1.blogspot.com/2022/02/la-guerra-en-los-libros-infantiles.html [14/08/24]
  • Bianchi Bustos, Marcelo. Saltar y jugar, andar por los aires… El Folklore literario en el Nivel Inicial. Buenos Aires: Departamento de Literatura Infantil y Juvenil del ILCH, 2023.
  • Bornemann, Elsa. Mil grullas. Buenos Aires: Plan Nacional de Lectura, 2011.
  • Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de símbolos. Buenos Aires: Siruela, 2014.
  • Granata, María. Mambrú se fue a la guerra. Buenos Aires: El Ateneo 1930.
  • Grimm, Guillermo. Todos los cuentos de los hermanos Grimm, Buenos Aires: Antroposófica, 2012.
  • Guénon, René. Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada. Barcelona: Paidós, 1962.
  • Lafontaine, Jean de la. Fábulas completas. Buenos Aires: Sopena, 1952.
  • Oittinen, Riitta, y Blanca-Ana Roig Rechou (coord.). Literatura infantil y juvenil con fondo gris: muerte, naufragios, guerras y desastres. Iudicium Verlag GmbH, 2016.
  • Sánchez Tena, Jesús. Las famosas aventuras del invencible Tipitón. Madrid: Calleja, 1930.
  • Soriano, Marc. La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas. Buenos Aires: Colihue, 2001.
  • Wolf, Ema. “El rey que no quería bañarse”. ¡Silencio, Niños! y Otros Cuentos. Buenos Aires: Grupo Editorial Norma, 2006.

1 Fue compuesta por los franceses creyendo que había muerto el militar inglés John Churchill, duque de Malborough, durante la guerra de la independencia. Como el nombre Malborough era difícil de pronunciar para el pueblo se originó el nombre Mambrú. Primero la cantaron los soldados y luego pasó al pueblo en Francia hasta que por influencia de los Borbones llegó a España donde se popularizó.

 

Detalle de la portada del libro infantil Los niños no quieren la guerra, de Eric Battut. Barcelona: Editorial Juventud, 2006. Se reproduce el siguiente material con propósitos educativos educativos y de difusión.