Reseña
Rosario Castellanos. Materia que arde. Voces biográficas.
Reseña a Sara Uribe y Verónica Gerber Bicecci. Rosario Castellanos. Materia que arde. Lumen, 2023, 280 pp.
Rita Asmara Gay Gómez
Universidad Rosario Castellanos
gay.rita689@rcastellanos.cdmx.gob.mx
En el siglo XX la escritora mexicana que más destacó por su polifacetismo fue, sin duda, Rosario Alicia Castellanos Figueroa (Ciudad de México, 25 de mayo de 1925-Tel Aviv, 7 de agosto de 1974). Poeta, novelista, cuentista, dramaturga, articulista, traductora, filósofa, docente, feminista, defensora de los derechos humanos, en especial de los indígenas (¿se me olvida algo?), su vida y obra han sido estudiadas por diversos autores: Dolores Castro, Elena Poniatowska, Beatriz Espejo, Raquel Lanseros, Aralia López González, Eduardo Mejía, Laura Guerrero Guadarrama, Juan Antonio Rosado Zacarías, entre varios más, en particular a partir de la década de 1980, cuando se empezó a asimilar su trágica muerte. Inclusive, para algunos, como los editores de Readers International de Columbia, es la novelista mexicana más importante del siglo XX (traducción de Balún Canán, The nine guardians, 1992), y para otros, el caso de la escritora Alejandra Muñoz, “debió haber recibido el Premio Nobel de Literatura si no hubiese muerto a los 49 años [y si el eurocentrismo y machismo no estuviesen atravesados en la academia sueca]” (2022).
Sin duda, de entre las facetas de Castellanos, lo que más se ha analizado es su crítica al sistema patriarcal y, por ende, la lucha feminista; la denuncia y representación de las míseras condiciones de vida de los indígenas, sobre todo tzeltales y tzotziles; el empleo de elementos literarios en la narrativa y poesía; y su adversa existencia. Estos análisis se han vertido en artículos, biografías, tesis, prólogos, reseñas y ensayos. No obstante, de acuerdo con Antonio Alatorre y su noción de "crítica literaria" (2001: 22), se trata de investigaciones que, si bien son enriquecedoras al mismo tiempo son parciales, pues en éstas se examinan características bastante específicas de las obras por medio de la interpretación de sus autores. Tal perspectiva de la crítica es compartida por Guillermo de Torre (1970), Fernando Lázaro Carreter, Evaristo Correa Calderón (2008) y Delmiro Antas (2005). Sin embargo, se entiende que las indagaciones con respecto de Rosario Castellanos adquieran esta forma por su extensa y compleja existencia y producción literaria. En ambas, fue una mujer de vanguardia.
Rosario Castellanos. Materia que arde, de Sara Uribe (escritora) y Verónica Gerber Bicecci (ilustradora), publicado por la editorial Lumen, es una investigación completa. Para realizarla, Uribe revisó todos los libros de Castellanos: novelas, cartas, cuentos, tesis, teatro, ensayos, artículos periodísticos, incluidos aquellos textos publicados póstumamente: Cartas a Ricardo (Conaculta, 1994), Rito de iniciación (Alfaguara, 1997), Mujer de palabras (tres volúmenes, Conaculta, 2005-2007), Cartas encontradas 1966-1974 (FCE, 2022), además de análisis previos realizados por Elena Poniatowska, Gabriela Cano, Dolores Castro, Beatriz Espejo, entre otros autores, y entrevistas.
El género literario del que parte para construir este relato es la biografía; sin embargo, no es el único que desarrolla. Como lo afirmó la misma Castellanos en su ensayo “Los 60’s, péndulo de la abstracción al compromiso”, incluido en El mar y sus pescaditos: “Se borran los límites, las fronteras se abaten. La literatura circula libremente del verso a la prosa” (1988: 30), ya que, además de elaborar una narración de la vida de la escritora chiapaneca desde su infancia hasta su muerte, se cuentan y reflexionan los aportes literarios y teóricos en las distintas etapas de la escritora y al mismo tiempo se establece un diálogo con ella.
El libro está dividido en siete partes: I. Árbol de muchos pájaros (1925-1948); II. Un camino para sobrevivir (1948-1957); III. El espejo del mundo (1957-1966); IV. Aquí arder, aquí hablar lo verdadero (1966-1970); V. Yo ya no espero, vivo (1971-1974); VI. Para decir adiós a lo que amo (1974); y VII. Este nudo que fui. Precede a éstas una Nota de la escritora y de la ilustradora donde nos relatan la intención que tuvieron al escribir Materia que arde:
Este libro es nuestro intento por recontar el relato que existe sobre Rosario Castellanos; escuchándola, pensándola desde sus palabras. Queríamos dotarlo, sobre todo, de preguntas. Conforme leíamos, audioleíamos y releíamos sus cartas, artículos, teatro, ensayos, cuentos, poemas y novelas, descubrimos a una escritora que no era la que habíamos conocido cuando fuimos adolescentes. No, no era la misma. Por eso, para compartir su vida y obra, abrimos un espacio para platicar con ella, para cuestionarla e interpelarla, y sugerir que ustedes también pueden hacerlo (2023: 4).
Entretejidas al final de los capítulos que integran cada una de las siete partes, hay preguntas, comentarios, diálogo con Rosario Castellanos, un diálogo que también nos interpela a nosotros, de manera amena y afectuosa, respecto a lo que hemos leído, reflexionado, admirado de la autora chiapaneca. Dice Sara Uribe en la conclusión del primer capítulo:
Pronto te darás cuenta de que haber sido niña y no niño es más bien decepcionante para los espectadores y cuarenta y seis años después escribirás me encanta estar naciendo. ¿Es por eso, Rosario, que te reinventarás una y otra vez a lo largo de tu vida, como una mujer distinta en apariencia, territorio, oficio y pensamiento? (2023: 7).
Destaca en este diálogo biográfico en el libro la compañía de palabras: entre lo que describe Uribe están mezcladas frases de Castellanos (las cursivas son extractos de sus obras) y las narraciones de amigos e investigadores (también en cursivas) que Sara Uribe retoma para contarnos una historia propia, apropiada, su versión de lo que es Rosario Castellanos. Así, sumada a la inmensa labor de investigación para realizarlo, las autoras mezclan voces, reflexiones e ideas de lo que es Rosario para ella misma, para los autores que la han estudiado y para Sara Uribe: son voces biográficas que se acompañan para contarnos una búsqueda incesante de identidad, la relación con la lectura y la escritura, la infancia en Chiapas, el paso por la universidad, los viajes, las clases, la relación con Ricardo y su matrimonio, la llegada de Gabriel ―su hijo―, los amigos, el recorrido por sus obras, las influencias literarias, el camino por la diplomacia, los miedos, incertidumbres, afirmaciones, inquietudes mientras sobrevive como mujer y se gana un lugar, incomparable e irrepetible, en un México que ya no existe y que ella ayudó a cambiar. Poniatowska, citada por Uribe, asegura: “Castellanos estableció el punto de partida intelectual de la liberación de las mujeres en México” (2023: 239).
Para Uribe, Rosario sigue viva de algún modo, por eso también la interpela y nos pide a nosotros que lo hagamos: vive no sólo a través de sus libros, sino en el legado de libertad que nos dejó: de pensamiento, de expresión, de acción, y en las experiencias e imágenes con que construimos todos los días el ser femenino. Como una amiga que, al narrar su existencia, nos pide que la veamos como si estuviéramos ante un espejo, Rosario, bordada su voz en este libro, pregunta: ¿el espejo también nos devuelve como reflejo el vacío, una persona que es nada, como le ocurrió en la adolescencia?
Entrevista de prensa
Pregunta el reportero, con la sagacidad
que le da la destreza de su oficio:
―¿Por qué y para qué escribe?
―Pero, señor, es obvio. Porque alguien
(cuando yo era pequeña)
dijo que gente como yo no existe.
Porque su cuerpo no proyecta sombra,
Porque no arroja peso en la balanza,
Porque su nombre es de los que se olvidan.
Y entonces... Pero no, no es tan sencillo.
Escribo porque yo, un día, adolescente,
me incliné ante un espejo y no había nadie.
¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros
chorreaban importancia (Castellanos, 2001: 332-333).
A estas voces biográficas hay que sumar las ilustraciones de Verónica Gerber Bicecci como una voz que dialoga con las otras: “los dibujos se enredan, colisionan o conversan con el texto en español a través de los diseños de las bordadoras de Chiapas y de la escritura maya” (2023: 4). Se trata de lámparas de distintas épocas, piedras, glifos que funcionan como llaves, todas ellas imágenes sugerentes que murmuran su propio paso del tiempo y el paso de Rosario Castellanos.
En Antígona González, Sara Uribe ya había empleado el recurso de la cita para narrar una historia: la ficción de Antígona González que busca a su hermano desaparecido en Tamaulipas. Con base en textos periodísticos, entrevistas, poesía y, en particular, por medio del mito de Antígona, Uribe retrata la situación que viven miles (o millones) de personas en México al ser víctimas de la violencia en la guerra contra el narcotráfico. En ambos libros, podemos observar a una escritora empática, solidaria, cálida y lúcida con respecto de la vida de otras personas.
Retrato, biografía, crítica literaria, diálogo con una amiga y con otros autores, Rosario Castellanos. Materia que arde, de Sara Uribe y Verónica Bicecci, es un libro clave para comprender a la mujer del siglo XX en México y a una de ellas, la más importante escritora de ese siglo, que nunca permitió que los demás le impusieran su noción de existencia, que vivió buscando “otro modo de ser humano y libre / otro modo de ser” (Castellanos, 2001: 361).
Referencias
- Alatorre, Antonio, “La crítica literaria”, en Ensayos sobre crítica literaria. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2001: 17-25.
- Antas, Delmiro, Auxiliar para el comentario de textos literarios. Barcelona: Octaedro, 2005.
- Castellanos, Rosario, The Nine Guardians. Traducción de Irene Nicholson. New York: Readers International, 1992.
- Castellanos, R., Poesía no eres tú. México: Fondo de Cultura Económica, 2001.
- Lázaro Carreter, F. y Correa Calderón E., Cómo se comenta un texto literario. Madrid: Cátedra, 2008.
- Muñoz, Alejandra, "Razones por las que debes leer menos a Octavio Paz y más a Rosario Castellanos". Disponible en Carruaje de pájaros. https://www.carruajedepajaros.com.mx/razones-por-las-que-debes-leer-menos-a-octavio-paz-y-mas-a-rosario-castellanos/