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PRESENTACIÓN
(A)propósito de una historia
Este número conmemorativo por los 50 años de fundación del Instituto de Investigaciones Filológicas se liga con el centenario de natalicio de su fundador, Rubén Bonifaz Nuño. Por la magnitud de las efemérides, por sus contenidos, por la inédita extensión del número, por la amplia participación de nuestra comunidad, por la responsabilidad conferida, la confianza y la oportunidad en torno a este momento de altísima significación, representa para nosotros motivo de gran orgullo. Esperamos que nuestra modesta labor se sume a las tantas iniciativas movidas por sentimientos similares que se han dado cita entre esta comunidad, la más grande y diversa del Subsistema de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México. En una alineación de coincidencias cronológicas y simbólicas, dentro de nuestro pequeño micromundo editorial —salvando todas las distancias posibles— añadimos el cumplimiento del primer lustro de publicación ininterrumpida de este proyecto de revista (pues se asume en permanente “construcción”), pequeño eslabón que quisiéramos articular con los años a la gran cadena editorial de producciones seriales que ha sido, entre muchos hechos más, causa del fulgor con que resplandece la casa que nos alberga, pero sobre todo su vibrante comunidad, en todos sus niveles, quienes le insuflan vida, color, pasión, movimiento, dedicación, compromiso, amor por el trabajo…, que en resumen conservan —desde sus primerísimos años— el rigor que ha hecho del Instituto de Investigaciones Filológicas, me atrevo a decir “con toda seguridad”, la entidad con el porcentaje más alto en producción investigadora entre todas las que dependen del Subsistema en Humanidades de esta Universidad.
Lo que en este número presentamos reúne casi en su totalidad esfuerzos de nuestra comunidad interna. Buscamos con ello, a un tiempo, 1) darle el lugar que le corresponde como actor protagonista y testigo de este devenir universitario; 2) que en ese proceso se apropie más de este proyecto, ventana o producto, que es por derecho suyo, y 3) continuar con nuestro empeño de honrar en la práctica la memoria del Maestro fundador de este Instituto, a quien acometió la idea de integrar tantos y tan diversos saberes bajo una mirada común que reconozca nuestra inherente pluralidad pero que pueda, desde cada distinta comprensión de la tarea filológica o del concepto de “filología”, fortalecer el diálogo y el sentido de pertenencia del que todos nosotros, miembros de esta comunidad, nos asumimos dichosos y declaramos con orgullo.
Nos complace haber tenido una buena convocatoria, y gracias a ella, aportar algo a la historia, para ser más exactos, a la memoria histórica del Instituto de Investigaciones Filológicas. Quienes se acerquen a este número notarán una Línea del tiempo interactiva con los principales hitos, cada uno con una entrada específica. Con esa cronología hemos buscado “intermedialmente” —textual y visual o audiovisual— crear una narrativa histórica del Instituto de Investigaciones Filológicas desde sus antecedentes en la Escuela de Altos Estudios ubicada en la antigua Casa de Los Mascarones, en la Ribera de San Cosme —antecedente por igual de nuestra moderna Facultad de Filosofía y Letras—, pasando por la creación de los primeros centros que le dieron vida, como el de Estudios Literarios en 1956 y otros que se sumaron después de 1973, hasta ofrecer una pequeña muestra de los productos, hechos o iniciativas más “significativos”, que hemos clasificado en cuatro categorías:
- La historia propia de cada Centro y Seminario.
- Los productos o proyectos insignia a ellos asociados (sobresalientes por su condición de “representatividad” o por su naturaleza colegiada o colectiva).
- Las personalidades eméritas que han desfilado por estos pasillos, con una nómina actual de ocho investigadores en activo; seis más, ya fallecidos.
- Las publicaciones periódicas de cada Centro o Seminario (alguna vez concebidas como sus “órganos de difusión”) representadas por nuestras revistas académicas, varias de ellas, históricas, sin las cuales difícilmente podría comprenderse la evolución y crecimiento de este Instituto.
Entre otros motivos, temas, eventos o aspectos a destacar, con la aclaración de que muchos se nos han podido pasar necesariamente —ocioso sería explicar— debido a las naturales limitaciones de querer “abreviar” lo acontecido durante estos, si bien cuantificables años, incontables en sucesos, personalidades, producciones, recuerdos…
Dicho sea de paso, sin temor a confesarlo, jamás habíamos emprendido algo tan ambicioso que reuniera, como ocurrió, a casi medio centenar de personas de esta comunidad, entre exdirectores, director en funciones, investigadores eméritos y/o investigadores reconocidos de larga trayectoria, investigadores jóvenes, personal técnico académico, personal de confianza, personal de base, a quienes se sumó la participación de académicos externos por invitación expresa, quienes sin pensarlo dos veces gratamente depositaron su invaluable contribución. Veintidós colaboraciones que suman textualmente poco más de 40,000 palabras, sin contar las cinco entrevistas videográficas o de audio, con una duración promedio de 40 minutos cada una —susceptibles de ser textualizadas, lo que podría duplicar esa cifra—, más la información concentrada en las pequeñas “sinopsis históricas” de la línea de tiempo integrada por treinta y ocho entradas con un promedio de cuatrocientas palabras cada una, lo que da un resultado aproximado de 15,200 palabras más.[1]
Los contenidos de este número se componen en gran medida de semblanzas-homenajes a figuras ilustres que han dejado su impronta como grandes formadores, investigadores excepcionales y/o aquellos en quienes ha recaído manejar los destinos de este fundamental espacio de investigación. Muchos se han ido; varios más continúan con nosotros. La paradigmática muestra de esta “sección extraordinaria” la representa el incomparable Bonifaz Nuño, a quien muchos de estos contenidos, central o periféricamente, directa o indirectamente, van dedicados. Se encontrará también una pródiga sección de entrevistas dirigidas a figuras emblemáticas de cada Centro y Seminario. Cinco, de ocho unidades académicas, participaron en este singular ejercicio, que busca ser didáctico y retroalimentativo. Con el atractivo adicional de que por su naturaleza digital este medio no precisa de “intervenciones editoriales” para apreciar (imaginar) la “viva voz” de los entrevistados, puesto que los contenidos se presentan en formato videográfico o en audio, con guías textuales de escucha temática temporalizadas por rangos de minutos-segundos.
Por último, se encontrarán escritos de naturaleza miscelánea, siempre bien recibidos en esta revista mientras atiendan a sus objetivos primordiales de difusión/divulgación. Temas de lo más diversos: desde la caída de Constantinopla a la luz filológica de los textos de historiadores contemporáneos a esos hechos hasta propuestas tan innovadoras como urgentes para la realidad pedagógica nacional como la que plantea la creación de una licenciatura en Oaxaca centrada en las herramientas metodológicas de la Filología. Ello sin omitir la difusión al gran público de investigaciones de orden lingüístico sobre lenguas originarias como el maya yucateco y su gramática oracional; la reflexión sobre libros publicados aquí y la posibilidad de una “nueva ensayística” en el circuito de la producción y comunicación académica universitaria; o el legado literario de escritores mexicanos casi desconocidos provenientes “del Interior” —o como llamamos comúnmente, “de Provincia”—. De gran interés resulta la acuciosa investigación que presentan tres académicas de esta Universidad sobre el devenir editorial de las Obras completas de una figura como William Shakespeare a partir de las efemérides del denominado “Primer Folio” (First Folio), que inaugura desde lo textual la inmortal escuela de los estudios shakespearianos; se pone acento, también, en los elementos “extratextuales” que han hecho del mítico bardo de Stratford una fuente inagotable de utilidades socio económicas y/o político-simbólicas, especialmente en el mundo anglosajón, que casi ha hecho del gran dramaturgo británico una “marca registrada” de incalculable difusión a lo largo y ancho de la cultura y las letras universales.
Para concluir este brevísimo repaso sobre los contenidos del número, ya sea que se den en el marco de estas conmemoraciones, o mediante contribuciones misceláneas —interesantes y relevantes dentro de sus campos de estudio—, todas ellas representan el ánimo por acercar nuestras diversas líneas y proyectos de investigación al ámbito de competencia del público no-necesariamente-especializado, y así conozca un poco más algo de lo que aquí se hace, promueve y realiza. En suma, cómo relacionar con preguntas que, desde la experiencia de cada uno de esos posibles lectores, pueda significar esa “cosa” —maravillosa y fascinante— llamada “Filología”.
Alejandro S. Shuttera
Director y responsable editorial
Senderos Filológicos
[1]Llegado este punto, cabe mencionar que se ha vislumbrado el proyecto concomitante, que creemos factible y muy necesario, de abonar con estos contenidos histórico-institucionales a una suerte de “memorial interno” del Instituto de Investigaciones Filológicas —que no lo hay—. Concebido como libro impreso destinado en primera instancia a nuestra biblioteca interna, pretendería añadir varias colaboraciones más sobre las innumerables ausencias de las que adolece este número de la revista. Queda allí la propuesta o “carta de intención”, para quienes deseen sumarse a esta iniciativa de mediano plazo.
CONTENIDOS CONMEMORATIVOS
Nota de divulgación
Desde Mayas
Aportes al conocimiento, valoración y difusión de las lenguas indígenas
Mario Humberto Ruz
Centro de Estudios Mayas
Instituto de Investigaciones Filológicas
mhruzs@gmail.com
El Centro de Estudios Mayas representa, sin duda, un espacio singular en la UNAM en general, y dentro del Instituto de Investigaciones Filológicas en particular, ya que desde el momento de su creación fue concebido como un centro de indagación multidisciplinaria dedicado a un pueblo de pueblos de raigambre mesoamericana, con presencia en México, Guatemala, Belice, y porciones de El Salvador y Honduras.
Si bien su fundación se fecha comúnmente en 1970 conviene recordar que tal año corresponde a su actual designación, pues su existencia se remonta a una década antes cuando surgió como Seminario de Cultura Maya, hermanado con el Seminario de Cultura Náhuatl, en el entonces Instituto de Historia de la UNAM creado a instancias de Efrén del Pozo, secretario general de la Universidad. A mediados de 1960 se le adscribió a la Facultad de Filosofía y Letras. Contaba entre sus miembros “honorarios” iniciales a Alfonso Caso, Alfred V. Kidder, Herbert J. Spinden y Daniel F. Rubín de la Borbolla, mientras que como “miembros permanentes” aparecieron figuras señeras de los estudios mayas como Calixta Guiteras Holmes, Alfonso Villa Rojas, Sir Eric Thompson, Alfredo Barrera Vázquez y César Lizardi Ramos; todos ellos coordinados por Alberto Ruz L’huillier.
Un año después de la constitución del Seminario, en agosto de 1961, surgía el primer volumen del que se convirtió en el órgano primordial de difusión de su quehacer académico: Estudios de Cultura Maya, bajo la dirección de Ruz L'huillier, siendo el subdirector general de Publicaciones de la Universidad Rubén Bonifaz Nuño, más adelante fundador y primer director del Instituto de Investigaciones Filológicas, al que terminó por adscribirse el Centro de Estudios Mayas.
Desde ese primer número los aspectos lingüísticos, literarios y filológicos fueron atendidos con cuidado e interés, y hasta con profusión si tomamos en cuenta que de los 16 artículos que conformaron ese volumen inicial, casi la tercera parte se dedicó a esas disciplinas: dos trataron con documentos en lengua maya peninsular, a cargo de mayistas reconocidos como Alfredo Barrera Vázquez y Demetrio Sodi, y otros tres al estudio de las inscripciones de los entonces denominados “jeroglíficos mayas”: uno en las estelas de Balancán Morales, estudiadas por Lizardi; otro, un estudio comparativo sobre Muluc y Mol, atendiendo en particular a los Códices Dresde y Madrid,
pero sin descuidar las analogías etnológicas, por ejemplo, con los chortís, asentados en Guatemala y Honduras, y un tercero aborda las excavaciones en Altar de Sacrificios y menciona las estelas encontradas a fines de los 50, si bien sólo se detiene en su fechamiento.
Cabe mencionar que las traducciones de Sodi y Barrera corresponden, respectivamente, a un pasaje del Chilam Balam de Chumayel (“Cómo nació el uinal”), y a una “contrata” en lengua maya firmada en “el puerto de vigía de Ts’ilam” (Dzilam) por Marcelino Puc, labrador maya, para ir diez años (1849-1859) a Santiago de Cuba “para trabajarle a la persona o personas que fuéseme dicho, sea pues en el monte, hacienda de caña, plantío de café, potreros, vegas de tabaco, y también en cualquier labor, trabajo que se me diere a hacer, en cualquier hacienda, sea para el trabajo de caminos o en las fábricas y talleres, como también para que trabaje como criado” (en Barrera Vásquez, 1961: 207) . Me parece de interés destacarlo porque, de alguna manera, esos documentos anticipan dos de las directrices que caracterizan la labor lingüística en el Centro de Estudios Mayas: la vinculada con el rescate y difusión de textos redactados durante la época virreinal, y la que atiende a aspectos de sociolingüística o antropología social vinculados con la treintena de idiomas de la familia lingüística maya y sus hablantes. Más adelante se sumarían los estudios de lingüística descriptiva.
Abordar, aunque sea para listarlos, los artículos dedicados a aspectos filológicos o lingüísticos y literarios en los 60 volúmenes de la revista Estudios de Cultura Maya editados hasta hoy, resulta tarea imposible en este breve espacio, igual que lo es dar cuenta de aquellos textos publicados en las voluminosas Memorias de los dos Coloquios y once Congresos Internacionales de Mayistas organizados a la fecha, por lo que me concentraré en las otras series que dan cuenta de los afanes editoriales del Centro. Sólo deseo destacar que en el volumen VIII de Estudios de Cultura Maya, que vio la luz en 1970 (mismo año de la constitución del Centro como tal), de los siete investigadores “adscritos al Centro el 31 de agosto”, cuatro eran lingüistas: Otto Schumann, Antonio García de León, Benjamín Pérez y María Cristina Álvarez; esta última como “auxiliar de investigador”, lo que nos permite hacernos una idea de la importancia que se concedía a la disciplina, como era de esperar de un Centro adscrito a un Instituto de Investigaciones Filológicas.[1]
Por lo que toca a las series comienzo por la de Cuadernos, de pequeño formato, que surgió al amparo del llamado Seminario de Estudios de la Escritura Maya (que publicaba Escritura maya. Boletín informativo), y que fue en sus inicios una de las principales receptoras y difusoras de investigaciones relacionadas con las lenguas mayas, como lo muestra el que de los diez primeros números, que se publicaron entre 1969 y 1974, ocho se abocaran a ellas. Abordaron descripciones estructurales en textos coloniales del maya yucateco o del chontal de Acalan; análisis de estructuras en los glifos del Códice de Dresde; un estudio de los paralelos entre los textos glíficos de ese Códice y el Chilam Balam de Chumayel; un intento de reconstrucción del proto tseltal-tsotsil, y por lo que toca a estudios sobre lenguas habladas en esa segunda mitad del siglo XX, Schumann hizo una descripción estructural del maya itzá del Petén, y otro sobre fonología y procesos morfofonémicos del ch’ol de Tila.
Más adelante la serie privilegió otro tipo de estudios (como los históricos), y en la cincuentena de títulos con que cuenta hasta hoy sólo se aprecian: uno acerca del fonetismo en la escritura maya del periodo Clásico (Ayala, 1985), otro sobre narrativa chol (Alejos, 1988), uno más, colectivo, que aborda los vínculos entre texto, imagen e identidad en la pintura maya prehispánica (Paxton y Hermann, 2011) y otro dedicado al lenguaje del mito en el Popol Vuh, en el que Michela Craveri (2012) analiza la organización retórica, las relaciones verbales y la organización narrativa del célebre texto k’iche’, que encontró continuidad ese mismo 2012 en otro texto de la misma autora, Contadores de historias, arquitectos del cosmos, dedicado al análisis del simbolismo en el Popol Vuh “como estructuración de un mundo”[2]. En 2021 se agregó a la serie Herederos de Cabracán y Zipacná. Caza y pesca entre los mayas coloniales, de mi autoría, donde abordo la temática basándome tanto en crónicas como en vocabularios y artes de la época virreinal.
Acaso este aparente distanciamiento de la serie Cuadernos con los estudios lingüísticos realizados en el Centro o por investigadores cercanos a él, obedezca al menos en parte a dos factores: 1) el pequeño formato de la colección, que dificulta la inclusión de textos extensos, y 2) la creación posterior de una serie dedicada específicamente a dar a conocer Fuentes para el Estudio de la Cultura Maya, como su nombre lo indica.
El primer escollo parece haberse superado editando los textos más amplios como Publicaciones Especiales, donde se albergan estudios como los dos primeros volúmenes del Diccionario etnolingüístico del idioma maya yucateco colonial (1980 y 1984), obra particularmente valiosa de María Cristina Álvarez Lomelí. Entre los que vieron la luz en el presente siglo se cuentan el dedicado a los espacios mayas (Breton, Monod y Ruz, 2003), que incluye reflexiones acerca de los clasificadores nominales sobre territorios, naturaleza y espacios en popti’ o jakalteka, o los lugares peligrosos enunciados en plegarias tzotziles, o el papel del lenguaje en las técnicas de socialización infantil en Zinacantan, entre otros aspectos vinculados a la lengua.
En esa colección se editó asimismo un análisis de los célebres Cantares de Dzitbalché a la luz de la tradición religiosa mesoamericana (Nájera, 2007), así como una nueva publicación colectiva sobre la diversidad en el mundo maya y otras regiones culturales, que aborda temas como los paralelismos en la literatura jeroglífica maya y en la escritura de códices como el Borgia, en los textos coloniales y la tradición oral en la península de Yucatán, o en la narrativa tzotzil, y los binomios léxicos en la lengua ombeayiüts de los ikoots o huaves, además de los difrasismos en la escritura epigráfica o la diversidad en el vocalismo kaqchikel (Monod, Breton y Ruz, 2010).
En 2012 vio la luz un libro dedicado al dialogismo en la narrativa mesoamericana coordinado por José Alejos, autor que seis años después dedicó otro libro al tema (esta vez centrándose en el área maya), titulado Dialogismo y semiótica en cuentos míticos mayas, donde considera la narrativa oral de los pueblos mayas contemporáneos desde las perspectivas de Mijaíl Bajtín y Iuri Lotman (2018). Ese mismo año de 2018 se publicó Evidencialidad y texto narrativo en tojolabal, de Alejandro Curiel.
En esta misma lengua, el tojolab’al, se centra la obra de Karl Lenkersdorf, académico del Centro de Estudios Mayas, que publicó algunos de sus libros con el sello de la Universidad, como el denominado Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales, en coedición con Siglo XXI (premio Lya Kostakowsky 1994), y una extensa recopilación de poemas que tituló ‘Indio ‘otik ja jtz’eb ojtiki. Indios somos con orgullo. Poesía maya tojolabal, la cual conoció dos ediciones (1999 y 2003). En 2006 apareció La semántica del tojolabal y su cosmovisión, en el pequeño formato de la serie Colección de Bolsillo. Y en 2014, a propósito de su fallecimiento en noviembre de 2010, bajo el cuidado de Alejandro Curiel se publicó un libro en su honor titulado Mi cha'ayeluka jk'ujoltikon, que contiene algunos textos sobre lingüística.
Cabe señalar otra variedad de esas publicaciones especiales en la serie denominada Gramáticas y Diccionarios, que albergó trabajos del singular y erudito filólogo René Acuña, desde ediciones facsimilares del Compendio de nombres en lengua cakchiquel del franciscano criollo Pantaleón de Guzmán (1984) y el Calepino maya de Motul, del también fraile seráfico Antonio de Ciudad Real (1984), considerado uno de los vocabularios más valiosos en lengua maya, hasta el Arte breve y vocabularios de la lengua PO30m (1991), donde propuso una reconstrucción de la gramática y diccionarios de ese idioma, con base en los fragmentos que se conocen de las copiosas obras de fray Pedro Morán y fray Dionisio de Zúñiga. A ellos se suma el muy valioso Paradigma apologético y noticia de la lengua huasteca, del bachiller Carlos de Tapia Zenteno, editado por el mismo Acuña (1985), pero con la participación de Rafael Montejano y Aguiñaga a cargo de un acucioso estudio bibliográfico y las notas, que dan cuenta de las obras en lengua huasteca o “de los indios de Pánuco” que antecedieron a ésta.
Por su parte, la serie Fuentes se propuso dar a conocer materiales tanto históricos como lingüísticos, bien redactados durante la época virreinal, bien (con mucha menor profusión) durante el siglo XIX, acompañándolos por lo común con la edición de sus facsímiles.
En lo que toca a textos de corte lingüístico destacan, sin ninguna duda, los editados por Acuña, quien dio continuidad en esta atractiva serie a su interés por ofrecer versiones paleográficas de valiosos manuscritos de los siglos XVI a XVIII en diversas lenguas mayanses, en especial el yucateco, como el Bocabulario de Mayathan; (1993), el Arte de la lengua maya de Gabriel de San Buenaventura (1996), el Arte en lengua de maya y otros escritos, de Juan Coronel (1998), o el Arte del idioma maya: reducido a succintas reglas y semilexicón yucateco, de Pedro Beltrán de Santa Rosa María (2002), a más del Devocionario de nuestra señora de Izamal y conquista espiritual de Yucatán, de Bernardo de Lizana (1995). En esa misma lengua se cuentan El ritual de los Bacabes, un espléndido texto de contenido esotérico y terapéutico, de clara filiación prehispánica que tradujo y dio a la imprenta en 1987 Ramón Arzápalo; el titulado Recetario de Indios en lengua maya, en traducción de Domingo Dzul Poot y edición de Raquel Birman Furman (1996), y el Códice de Calkiní, en traducción y versión ampliamente anotada de Tsubasa Okoshi (2009).
El quiché de la época virreinal se ve representado por la edición de Acuña del copioso Vocabulario en esa lengua, escrito por Domingo de Basseta en 1689 (2005). Por su parte, Robert M. Carmack y James L. Mondloch enriquecieron notablemente la serie con la edición facsimilar, transcripción y traducción de obras señeras para la historia y la lingüística quiché como son El título de Totonicapan (1983) y El título de Yax y otros documentos quichés de Totonicapan (1989). De la misma rama quicheana es la espléndida edición del voluminoso Thesaurus verborum. Vocabulario de la lengua cakchiquel vel guatemalteca, nuevamente hecho y recopilado con summo estudio, travajo y erudición, de Thomás de Coto, que Acuña entregó a la imprenta en 1983.
Por lo que respecta a lenguas mayas habladas en Chiapas, la serie Fuentes publicó en 1986 el Vocabulario de lengua tzendal según el orden de Copanabastla, escrito hacia 1560 por Domingo de Ara, que se verá complementado próximamente con la sección español-tzeltal, la cual lleva por nombre Egregium opus Iuxta ussum oppidi Copanauastla.
En esta misma serie se inició la colección de tres volúmenes: Las lenguas del Chiapas colonial, donde quien esto escribe dio cuenta de los manuscritos que resguarda la Biblioteca Nacional de Francia en lenguas mayanses (tojolab'al, cabil, mochó, tzotzil y tzeltal), lengua zoque y lengua chiapaneca (1989, 1997 y 2004); el segundo, bajo el sello del Seminario de Lenguas Indígenas, y el tercero con la colaboración de Claudia Margarita Báez, con quien se dio a la prensa el primer volumen de una publicación serial que continúa a la primera: Las lenguas del Guatemala colonial (2020), que inició con los documentos virreinales en lengua k’ekchí, y que proseguirá con la edición de los manuscritos resguardados en el acervo francés sobre lenguas mam, pokomam y pokomchí.
En fechas recientes el Centro inauguró una nueva serie, titulada Testimonios y Materiales Arqueológicos para el Estudio de la Cultura Maya, que entre sus títulos incluye aportes epigráficos recientes, hasta ahora en el área de Palenque, Campeche y el sur de Quintana Roo, debidos en especial a la pluma y a la coordinación del recientemente fallecido Guillermo Bernal y Octavio Quetzalcóatl Esparza.
Más allá de sus propias publicaciones, el Centro de Estudios Mayas ha participado con otras entidades académicas y/o gubernamentales co-editando obras que, en su totalidad o en parte, remiten a estudios filológicos, lingüísticos, epigráficos y literarios. Algunas muestras de ello son las publicaciones hechas con la Secretaría de Educación del estado de Yucatán, con cuyo apoyo vieron la luz obras como Yerbas y hechicerías del Yucatán, de Ruth Gubler (2014), que se avala no sólo un excelente testimonio de los conocimientos médicos y terapéuticos de los peninsulares, sino también un valioso repertorio de nombres de plantas en maya. A éste le siguió, de la misma autora, el de Ritos agrícolas y ceremonias curativas (2017), que incluye oraciones y conjuros en lengua maya, no sólo escritas sino también grabadas en un disco que acompaña al libro.
Por su parte, el libro Yucatán: antiguas y nuevas Relaciones, editado por Abrahan Collí Tun y Julián Dzul Nah (2017), apoyados por Fidencio Briceño Chel en la versión en lengua maya, es muestra particularmente atractiva de lo que puede lograrse laborando con niños yucatecos de educación primaria a los que se familiarizó con las Relaciones Histórico-Geográficas enviadas a Felipe II en 1579, para luego invitarlos a escribir al monarca una “relación” actualizada de sus pueblos; “relaciones” que incluso ilustraron.
Asimismo, trabajando en conjunción con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en el estado de Yucatán, a través de un proyecto de Fondo Mixto (clave Fomix: 108904), y con el Centro Estatal para la Capacitación, Investigación y Difusión de las Humanidades en Yucatán, adscrito a la Secretaría de Educación arriba mencionada, en el 2014 vio la luz el libro Nah, otoch. Concepción, factura y atributos de la morada maya (Pierrebourg y Ruz), el cual, a más de miradas arqueológicas, históricas y etnográficas, se aproxima a la vivienda maya también desde la perspectiva lingüística, ya con estudios epigráficos, ya a través de vocabularios coloniales.
Fruto de la colaboración, en este caso con la Secretaría General de la UNAM, la Cátedra Extraordinaria Francisco Toledo de la Facultad de Artes y Diseño, y la Fundación Alfredo Harp Helú-Oaxaca fue el libro Mohonyhovi Sanctissima Trinidad… Chiapa y su Cofradía de la Vera Cruz al mediar el siglo XVII (Ruz, 2019), que inauguró la Biblioteca Indomexicana y da a conocer las ordenanzas de esa cofradía escritas en lengua chiapaneca (otomangue), hoy extinta. Y en esa misma colección aparecerán próximamente dos textos en que colaboran investigadores del Centro: el titulado Bestiarios cholanos mayas, de Cédric Becquey, con textos en chortí, chol y yokot’an, y Los documentos de Sotuta. Libros de medicina maya, editados por Gubler, Ruz y García Yeh.
Y ya que mencionamos la edición de un texto en chiapaneca, de la familia otomangue, es momento de recordar que el Centro no ha desdeñado publicar en lenguas no mayas, ya sea con fines comparativos (náhuatl, huave, zoque, etc.), ya de facilitar la difusión de documentos históricos escritos, por ejemplo, en latín, que se traducen, según se puede apreciar en anexos de obras como el Vocabulario de lengua tzendal de Domingo de Ara (1986), o Las constituciones diocesanas del Obispado de Chiapa, de Francisco Núñez de la Vega (1988), y más recientemente, los manuscritos que dan cuenta de las gestiones ante la Corona de España y el Vaticano para crear el Arzobispado de Guatemala (2021).
Las tareas de coedición han buscado atender también la difusión de obras de creación en lengua maya yucateca, como muestran las dos ediciones de Muk’ult’an in nool, Secretos del abuelo, de Jorge Miguel Cocom Pech (2001 y 2006, la primera con el Tribunal Superior de Justicia del estado de Quintana Roo, y la segunda con el Ayuntamiento de Calkiní y la Universidad Autónoma de Chapingo) y también la divulgación de la tradición oral, de lo que es ejemplo el libro bilingüe Ja slo'il ja kaltziltikoni'. Palabras de nuestro corazón: mitos, fábulas y cuentos maravillosos de la narrativa tojolabal (Gómez, Palazón y Ruz, 1999), producto de colaboración con el Centro de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas, y el Centro de Estudios Literarios, del propio Instituto de Filológicas.
Asimismo, velando por divulgar la narrativa maya entre los niños, Francisca Zalaquett coordinó la factura de un e-book que da cuenta de la leyenda de “El enano de Uxmal”, U chan kaambal máaki Uxmal, al que se accede mediante el anterior enlace.
Es de mencionar que ni siquiera el estudio de los lenguajes sonoros ha sido descuidado, pues el Centro ha incidido también en esa temática con el proyecto electrónico "Universos sonoros mayas", bajo la coordinación de la misma Zalaquett Rock, cuyo proyecto y sitio web puede conocerse en anterior enlace.
Concluyo señalando, aun sea brevemente, que también las labores de docencia en lenguas mayas han sido atendidas desde hace décadas en el Centro. Tan sólo en los últimos años, por lo común en colaboración con el Posgrado en Estudios Mesoamericanos, se han ofrecido periódicamente cursos regulares y/o intensivos en lenguas maya, tzeltal, ch’ol y tzotzil, que han venido a enriquecer la amplia oferta que hace ese posgrado para el aprendizaje a través de cursos regulares (náhuatl y maya) o eventuales, que tan sólo de 2015 a la fecha ha incluido la docencia de lenguas como triqui, zapoteco, mixe, purhépecha, ñañu, huave, mazateco y mixteco.
Confío en que esta breve exposición haya permitido apreciar los afanes del Centro de Estudios Mayas en contribuir al conocimiento de los pueblos mayas y su cultura, una de las más destacadas del continente americano y, a través de tal conocimiento, colaborar en la construcción del respeto que nos merece la forma de ser y manifestarse de los otros, incluyendo, por supuesto sus lenguas y dialectos, que son premisa básica para mantenerse, como expresaba el tzeltal de Copanahuastla: nopquinal xcabi: "engranados con el mundo".
[1]Los otros investigadores “especiales” eran un antropólogo social (Juan Ramón Bastarrachea) y dos pasantes de Historia (Maricela Ayala y Teresa Federico). Figuran, además, tres becarios (de etnología, historia y arqueología), un técnico programador, dos estudiantes de antropología como oficiales administrativos, y una “perforista” (¡!).
[2]Parte del subtítulo. El título completo del Cuaderno es Contadores de historias, arquitectos del cosmos. El simbolismo del Popol Vuh como estructuración de un mundo.
Semblanzas
En torno a un aniversario
Lourdes Franco Bagnouls
Seminario de Edición Crítica de Textos
Instituto de Investigaciones Filológicas
Dice el viejo adagio que “recordar es vivir”; más allá de la evocación, el hecho de recordar implica revaluar el pasado, sentar el presente sobre la base de un esfuerzo continuado e ininterrumpido que nos define y determina en una dinámica perpetua de continuidad y ruptura. Venerar el ayer no significa necesariamente magnificarlo, sino tan sólo mantenerlo vigente en la conciencia porque ello nos dará certidumbre, nos proporcionará seguridad, certeza y ¿por qué no? orgullo; todo camino andado es un triunfo que sumar a nuestro esfuerzo, es una forma de saberse legítimamente parte de un todo con un principio y un fin alcanzable a través de la suma de generaciones sucesivas.
Jaime Torres Bodet titula uno de sus libros de memorias Años contra el tiempo; nada más cierto: existe una lucha frontal entre la memoria y el tiempo; la primera pugna por sobrevivir por encima del olvido y la distancia busca mecanismos de persistencia, se perpetúa a través de la palabra, a través del arte, a través de la conservación de los objetos como diversas formas de arraigo para confirmar su identidad.
El Instituto de Investigaciones Filológicas cumplirá, el 4 de octubre de 2023, 50 años de existencia; muchos nombres, muchas vidas, innúmeros logros alcanzados, pendientes académicos, redefinición de tareas, nuevas y viejas metas por alcanzar. Sus publicaciones son el mejor testimonio del cumplimiento de sus objetivos; los informes anuales revelan el quehacer que día con día ha realizado su comunidad a lo largo de medio siglo.
En aquel 1973 estaba al frente de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México Guillermo Soberón, único rector procedente del área de Humanidades y a quien debemos la construcción de las magníficas instalaciones que ahora habitamos. El abogado general de la Máxima Casa de Estudios era Jorge Carpizo. Ricardo Guerra dirigía la Facultad de Filosofía y Letras, y Rubén Bonifaz Nuño se desempeñaba como coordinador del Consejo Técnico de Humanidades. En este contexto nacía el Instituto de Investigaciones Filológicas que reunía a cuatro centros ya existentes y cuya trayectoria era prominente: el Centro de Lingüística Hispánica, el Centro de Estudios Clásicos, el Centro de Estudios Mayas y el Centro de Estudios Literarios.
El Centro de Estudios Literarios nació en 1956 gracias a la iniciativa y esfuerzo entusiasta de Julio Jiménez Rueda, José Luis Martínez y María del Carmen Millán. Ocupaba la mitad de la planta alta de la Biblioteca Central. Al traspasar la puerta de entrada se hallaba, a mano izquierda —separada apenas del resto de la oficina por un mostrador— la Biblioteca, presidida por el retrato de quien había sido el generoso donador del acervo principal de la biblioteca del Centro de Estudios Literarios: don Julio Jiménez Rueda, uno de nuestros ángeles tutelares. En 1973, el sitio que se me asignó para laborar estaba en el séptimo piso de la torre de la Biblioteca Central, un lugar sin ventanas, oscuro, destinado a las reservas bibliográficas de la Biblioteca Central, pero eso era lo de menos ante la perspectiva de llegar a ser algún día investigador de carrera. El otro ángel tutelar cuyo retrato presidía nuestro Centro era don José María González de Mendoza, el famoso Abate de Mendoza, diplomático, novelista y crítico literario. Ambos personajes habían sido, en su momento, apoyos decisivos para la consolidación del Centro de Estudios Literarios. A la derecha de una sala general donde había una gran mesa en la que se acodaban los ayudantes de investigación, a falta de escritorios particulares en los que pudieran trabajar, se hallaban dos cubículos: el primero de ellos era para la directora del Centro: Ana Elena Díaz Alejo, y el segundo lo compartían Aurora Ocampo, quien ya por entonces dedicaba sus horas al registro de la bibliografía nacional del siglo XX, y María Rosa Palazón Mayoral, quien, a pesar de ser muy joven, ya lideraba el ambicioso proyecto de las Obras de José Joaquín Fernández de Lizardi. Por aquellos años estaban en proceso La quijotita y su prima y Don Catrín de la Fachenda. Al fondo del salón estaban los escritorios destinados a Ernesto Prado Velázquez, secretario académico del propio Centro; Esperanza Lara, quien asumió el deber de rescatar a José Juan Tablada, y culminaba este grupo la presencia de Héctor Valdés, versado estudioso de la pléyade de poetas de la Revista Moderna. Sí, aquel sitio era pequeño, pero acogedor, pequeño en sus dimensiones, pero portentoso en sus ambiciones.
Con el fin de fortalecer y consolidar el Instituto recién creado, se reclutó a un nutrido grupo de jóvenes estudiantes para desempeñarse como ayudantes de investigación al tiempo que realizaban su tesis de licenciatura. En el Centro de Estudios Literarios, Ana Elena Díaz Alejo reunió a un grupo de diez alumnos a quienes conocía a partir de sus clases en la Facultad —yo, entre ellos. Además de seminarios en común y juntas periódicas con Ana Elena, a cada uno de nosotros le fue nombrado un tutor de lujo que vigilaba de manera directa la formación y desempeño de sus pupilos asignados según su especialidad y de acuerdo a los proyectos prioritarios del Centro; la simple enumeración de esos tutores evidencia la calidad y trascendencia de los mismos: Othón Arróniz, Ernesto Mejía Sánchez, María Rosa Palazón Mayoral, Aurora Ocampo Alfaro, Ernesto Prado Velázquez, Héctor Valdés Valdés, Jorge Ruedas de la Serna, Alfonso Rangel Guerra, José Pascual Buxó y Henrique González Casanova, con quien trabajé directamente y a quien debo consejos que han normado mi vida académica a lo largo de todos estos años. En 1974 se integró al Centro una investigadora acuciosa y tenaz: Elvira López Aparicio, quien unía a un impecable cuidado en la investigación hemerográfica una simpatía arrolladora. A cada uno de nosotros se nos asignó una investigación individual; en mi caso: la elaboración de los índices de una de las revistas más importantes de la primera mitad del siglo XX: Letras de México (1937-1947).
Por azares de la vida y de la vocación, ese grupo de jóvenes ayudantes se fue desintegrando hasta quedar reducido a cuatro personas plenamente comprometidas con su trayectoria académica: Yolanda Bache Cortés, Irma Isabel Fernández Arias, Humberto Maldonado Macías y quien esto escribe; la muerte, sin embargo, nos arrebató tempranamente a Humberto y a Irma Isabel; hoy, Yolanda y yo, representamos a esa generación de investigadores que nació con el Instituto hace ya medio siglo; en él nos formamos, con él hemos crecido, en él hemos vivido momentos sublimes y días trágicos, hemos visto cómo nacían uno a uno nuestros libros, maduramos entre sus muros y entre ellos hemos envejecido.
El destino me llevó a la clase de Literatura Española Contemporánea que impartía Ana Elena en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde la primera clase ejerció sobre mí una fascinación que sigo experimentando cincuenta años después. Vestida siempre con sobriedad y elegancia, Ana Elena usaba por aquel tiempo un “moño” como dirían los españoles, un “chongo” como diríamos nosotros, que le imprimía un indiscutible aire magisterial; sus enormes ojos sobresalían en aquel rostro de facciones armónicas en el que rara vez se esbozaba una sonrisa. Por aquel tiempo, fumar era de buen tono, y Ana Elena fumaba y mucho, aún dentro de la clase, porque estábamos lejos de conocer los efectos perniciosos del humo del tabaco en espacios cerrados y frente a fumadores pasivos. Tenía —porque hace tiempo que dejó el tabaco— una curiosa manera de impulsar el cigarrillo hacia arriba con un dedo, gesto que daba a su hábito de fumar un cariz de originalidad indiscutible. Gracias a sus clases entendí el dolor soterrado que los escritores del periodo franquista imprimieron a su obra: Camilo José Cela, Carmen Laforet, Ana María Matute, Martín Gaite, Rafael Alberti, Juan Goytisolo, Daniel Sueiro, León Felipe y tantos más que a partir de entonces se convirtieron en parte inseparable de mi labor académica: cuando Ana Elena dejó ese curso en la Facultad, yo la heredé a sabiendas de que la marca era demasiado alta y yo tenía que hacer honor al privilegio que se me otorgaba.
Ana Elena Díaz Alejo ha sido siempre y será una mujer imponente: por su figura, por su prestancia, por su carácter férreo, por la seguridad que imprime a todo cuanto hace, a todo cuanto dice. Maestra por vocación, posee una admirable capacidad didáctica: tema que toca, lo desmenuza cuidadosamente con naturalidad inigualable de tal manera que el objeto estudiado —poema, cuento, ensayo o novela— adquiere a los oídos de su interlocutor una corporeidad diáfana y asequible; en una clase magistral, en una charla informal o en una simple disertación de café impartida por ella no cabe nunca el aburrimiento. Al escucharla comentar una obra ¡todo parece tan fácil! Todo resulta ¡tan obvio! Ana Elena es consciente de su don y lo cultiva con pasión y perseverancia porque además se siente comprometida con la literatura; se reconoce a su servicio; se entrega total y plenamente a su embrujo. Poseedora de una sólida biblioteca personal, cuida y atesora cada volumen, consciente de su valor intrínseco y trascendental. Para Ana Elena Díaz Alejo el mundo adquiere sentido a través de la literatura, la filosofía, la historia, el arte. La he visto llorar, consternada, ante el traje perforado por las balas que llevaba Emiliano Zapata en Chinameca, y recorrer con fruición en compañía de la maestra Ana María Rosa Carreón los sitios más emblemáticos de la Revolución en el estado de Morelos; pero también, la he observado ensimismada frente a la extraordinaria exposición que el Museo del Hermitage trajo a México hace ya muchos años y a la que llevó a sus pupilos para que estuvieran en contacto con obras señeras de la pintura universal. Para Ana Elena, el libro, en sí mismo, es un objeto de culto. Editora por vocación, atiende personalmente todos y cada uno de los procesos que llevan a la conformación de una obra; tiene los ojos entrenados para detectar cualquier error, cualquier falla que haya pasado desapercibida para un corrector novel; desde los tiempos en los que los libros se formaban colocando los tipos sobre las planchas de metal, hasta la actualidad cibernética, nadie como ella para manejar los procesos editoriales. Académica de tiempo completo, Ana Elena no concibe el tiempo sin el estudio, sin la lectura, sin la corrección de textos, sin la difusión del quehacer académico dentro y fuera del ámbito universitario. Hace años que vive en Tampico, lugar donde nació por mero accidente, y desde la trinchera del puerto sigue ejerciendo su tarea de difusora del conocimiento.
El nombre de Ana Elena Díaz Alejo va indefectiblemente ligado al de Manuel Gutiérrez Nájera. Su primer acercamiento con el Duque Job fue la publicación de los índices de la Revista Azul, dictaminado entusiastamente para su edición por Salvador Novo. A partir de ahí se creó entre ella y el hombre de la gardenia en el ojal una relación estrecha que ha durado toda la vida. Ana Elena ha entablado con él innumerables diálogos buscando siempre la manera de hacerlo más asequible tanto a los especialistas como a los lectores neófitos. Durante muchos años ha trabajado hombro con hombro con diversos estudiosos de la obra najeriana; siendo la especialista por antonomasia, no ha dudado en ceder su tiempo y sus conocimientos en beneficio de la difusión de la vasta obra de aquel hombre que aún aguarda “al pie de la escalera” a cuantos quieran acercarse a su mundo. Sólo Ana Elena podía definirlo de manera tan precisa y tan certera como “el poeta que dignificó la apariencia física del artista manteniendo la pulcritud en su persona, haciendo famosos sus bigotes engomados y la gardenia en el ojal, el poeta que paga las cuentas al sastre, conoce el juego de las apariencias y la importancia de un atuendo” (Díaz Alejo, 1995: 12), y agrega líneas adelante: “Su obra, veinte años de escritura en perpetua lucha con la palabra, deja ver la imagen de un mundo no tan lejano y la presencia de una sensibilidad siempre dispuesta a afinar su canto” (13).
Pero Ana Elena no sólo lidereó los estudios najerianos —hoy bajo la responsabilidad académica de Belem Clark de Lara—, es también la iniciadora de los estudios teóricos sobre la edición crítica de textos cuando en México no existían las apoyaturas especializadas con las que hoy se cuenta. Producto de esas reflexiones personales que llevó a la práctica en tantos y tantos volúmenes impecablemente editados, e instruyendo a sus discípulos, fue su libro: Edición crítica de textos literarios. Propuesta metodológica e instrumenta (2015), en él recoge toda su experiencia como investigadora y editora de textos literarios: reflexiona sobre el quehacer filológico, enumera los distintos pasos del proceso de investigación, contabiliza todos los elementos que entran en juego en la elaboración de una correcta edición crítica; explica de manera pormenorizada los elementos constitutivos de ella, hace una descripción minuciosa de todos los instrumenta de que se vale una edición puntual hasta llegar al producto definitivo: la versión idealmente concebida de una obra vestida de limpio y con sus mejores galas, asequible al lector contemporáneo gracias a su prólogo, diversos índices, notas a pie de página, bibliografía, etc. Es la propia autora quien define los objetivos de la disciplina ecdótica: “El trabajo filológico precisará el enfoque exacto de toda perspectiva crítica, permitirá la clara comprensión de los movimientos estéticos, otorgará la ubicación justa a autores y obras, conformará con autenticidad los esquemas historiográficos y, por todo ello, auxiliará en la explicación de la cultura contemporánea” (2015: 20).
Decía José Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote: “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. ¡Gran verdad! Es precisamente el entorno que rige nuestras vidas, en el que nacemos, en el que nos desarrollamos, con sus crestas y sus simas, con sus momentos de lucidez y de negrura, con sus tiempos de bonanza o de precariedad el que va determinando esa circunstancia que nos define y nos reúne bajo un mismo signo, bajo una misma bandera, en el seno de una familia común que se reconoce e identifica por sus características.
“Todo lo sabemos entre todos”, decía el gran maestro Alfonso Reyes; cada uno, desde su ángulo particular, desde los límites de su propia experiencia, aporta ese fragmento que habrá de sumar un eslabón a la larga cadena de la Historia.
Referencias
- Díaz Alejo, Ana Elena, Edición crítica de textos literarios. Propuesta metodológica e instrumenta. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas - Seminario de Edición Crítica de Textos, 2015 (Resurrectio III Instrumenta Filológica, 3).
- Díaz Alejo, Ana Elena, “Manuel Gutiérrez Nájera”. Prólogo a Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895). Mañana de otro modo. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Coordinación de Humanidades - Instituto de Investigaciones Filológicas / Dirección General de Publicaciones / Coordinación de Difusión Cultural - Dirección de Literatura, 1995, pp. 7-16.
El fructífero camino de Aurora M. Ocampo
Remembranzas en el quinto aniversario de su deceso (1930-2018)
Pilar Mandujano Jacobo
Centro de Estudios Literarios
Instituto de Investigaciones Filológicas
pilarjacobo@hotmail.com
A cinco años de la desaparición física de la maestra Aurora M. Ocampo rememoramos su presencia a través de las distintas facetas con las que convivimos, como académica, colega y otros lazos afectivos. El recuerdo es constante entre quienes integramos el equipo del Diccionario de Escritores Mexicanos, por su legado y compromiso con la Universidad y las letras mexicanas del siglo XX. Por ello, en cada nueva etapa que emprendemos en este proyecto nos preguntamos: ¿Cómo lo haría ella? ¿Qué nos recomendaría? Eso sí, aprendimos que el tiempo apremia y que debemos irnos adaptando a los cambios de todo tipo: tecnológicos, conceptuales y a las distintas modalidades de exposición de los escritores mexicanos.
Como persona Aurora era franca, abierta, siempre con una sonrisa que mostraba su convencimiento y respeto por el trabajo. Sólo una actitud convencida del compromiso que asumía su participación con el desarrollo de la literatura mexicana podía convertirse en un radar, que le permitió estar atenta en todo momento a las necesidades de su proyecto, que después compartiría; cumplir con los compromisos contraídos con distintas entidades de la Universidad Nacional Autónoma de México o de otras casas de estudio y culturales, con la mira puesta siempre en lograr sus objetivos de investigación.
Tenacidad y perseverancia fue lo que caracterizó su personalidad. Y quizá únicamente una postura así le permitió dedicar gran parte de su tiempo a la recopilación de información del legado de los escritores mexicanos. Dio cuerpo al proyecto del Diccionario de Escritores Mexicanos (DEM) desde mediados de la década de los sesenta hasta terminar de consolidarlo en 2015, cuando se jubiló. Siempre buscaba las posibilidades de ampliar los mecanismos de trabajo para que fuera más eficiente y las entregas de los volúmenes a la imprenta más rápidas. Una vez editado el primer volumen del Diccionario de escritores mexicanos en 1967, con el que se cumplían acuerdos establecidos entre la Universidad y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la maestra Ocampo vislumbró los alcances que tenía la obra al haber incluido no sólo los datos biográficos y bibliográficos, sino gran parte del quehacer literario e intelectual de nuestros hombres de letras y, además, las referencias críticas más importantes a su trabajo.
Fotografía de autoría anónoma con la presencia de al menos dos de los cinco miembros fundadores del Centro de Estudios Literarios, en 1956, entonces con sede en la Torre de Humanidades I, a un costado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y, poco más tarde, en la Biblioteca Central de la Universidad. De izquierda a derecha: Aurora M. Ocampo, entonces becaria; la siguiente persona no reconocida, sin descartar que se trate de María del Carmen Millán, primera coordinadora del Centro; otra de las becarias, Ana Elena Díaz Alejo, y la bibliotecóloga, fundadora del Colegio del mismo nombre en la Facultd de Filosofía y Letras, Alicia Perales Ojeda.
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Con una actitud solidaria y participativa, Aurora Ocampo colaboró asiduamente con sus colegas del Centro de Estudios Literarios desde su fundación en 1956 hasta la adscripción del Centro al Instituto de Investigaciones Filológicas, creado en 1973. A la Maestra le gustaba rememorar en distintos momentos la manera en cómo se habían organizado las entidades universitarias que apoyaron paulatinamente el proyecto de Diccionario. Formó parte del grupo que inició las actividades académicas en Literarios: los maestros María del Carmen Millán y Julio Jiménez Rueda, directores; Ana Elena Díaz Alejo, Ernesto Prado y ella como becarios. Los cinco se dieron a la tarea, en el segundo piso de la Biblioteca Central, de indagar lo que significaba “hacer investigación”. Le contó la maestra Ocampo a Laura Navarrete Maya (nuestra primera corresponsable) en una entrevista, parafraseando las palabras que entonces les dirigió Ma. del Carmen Millán: “Será un Centro dedicado a la investigación de la literatura, para elaborar en un futuro, la gran historia de la literatura mexicana. Porque todo lo que había en ese tiempo —añade— eran libros de texto para educación media” (en Navarrete, 2009: 93).
Del recuento de Laura Navarrete, con el sugerente subtitulo “Investigar a partir de la nada” y recogido en el texto de homenaje a Aurora M. Ocampo,[1] vale la pena reconstruir los primeros pasos de lo que sería una misión de trabajo para los futuros académicos de posterior reconocimiento por la construcción de obras e instituciones. En su relato, la Maestra evocó:
Teníamos que conocer primero a nuestros escritores para empezar nuestra investigación literaria. Éramos neófitos. Solo habíamos cursado las clases de la maestra Millán en las que leíamos a los mejores escritores del siglo XX. Inclusive la maestra no tenía una idea específica, sólo comentaba: ¿cómo investigaremos a los escritores?, ¿en qué forma?, ¿cuáles van a ser las técnicas que emplearemos? A ver cómo le hacíamos entre nosotros, los tres becarios […].
A mí se me ocurrió que para empezar primero necesitaríamos la bibliografía de los escritores y eso, porque no me acuerdo dónde leí que la bibliografía es la herramienta número uno para encontrar lo que estábamos buscando. Y la única forma de saber cómo hacer una bibliografía era llevando unas clases en la Escuela de Bibliotecología. Las tomamos con Alicia Perales, ella nos enseñó a hacer fichas bibliográficas y hemerográficas y así fue como empezamos (93-94).
Fragmento del video documental realizado por TV UNAM con motivo del cumpleaños 75 de la maestra Aurora M. Ocampo, en 2009. Realización y guion de Saúl Rodríguez Montante. Producción ejecutiva a cargo de Consuelo Méndez Tamargo. Coordinación general de Fernando Sánchez Mejorada.
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Me parece que estas anecdóticas revelaciones de Aurora Ocampo resguardan la clave del fructífero camino que recorrió en su amplia carrera académica: curiosidad y constancia. De la elaboración de sus primeros textos, donde puso en práctica lo aprehendido con el manejo de las técnicas bibliográficas y hemerográficas en pequeñas tarjetas blancas de cartón, tras varias décadas pasaron sus archivos al resguardo de las nuevas tecnologías de la información. Así se inició en el anhelado mundo de la investigación con sus primeros trabajos, como su tesis de maestría: Literatura mexicana contemporánea. Biobibliohemerografía crítica; Diccionario de escritores mexicanos (edición de 1967, en colaboración con Ernesto Prado); Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX (A-Z), en nueve volúmenes (1987-2007), en colaboración con un equipo conformado entre investigadores, técnicos académicos, becarios y alumnos de servicio social. A tiempo entendió Ocampo que estos trabajos de carácter enciclopédico sólo podían continuar bajo los soportes electrónicos de los CD, DVD, con los títulos de Diccionario de escritores mexicanos siglo XX en Multimedia y la versión digital: el Diccionario de escritores mexicanos siglo XX, en línea. En ese tránsito entre soportes que resguardan la información transcurrió medio siglo, cincuenta años de vida dedicados a la investigación y la enseñanza de la literatura.
Además de las referencias a las obras mencionadas, el tesón de la académica la llevó al fortalecimiento de una metodología de trabajo para la disciplina literaria a través de títulos como Novelistas iberoamericanos contemporáneos (1971-1980), La crítica de la novela mexicana contemporánea (1981) y múltiples escritos de naturaleza biobibliohemerográfica, tanto en libros colectivos como en artículos de periódicos, revistas, suplementos y otros medios de la prensa escrita, sobre un centenar de escritores mexicanos y latinoamericanos: Jaime Sabines, Emmanuel Carballo, Juan Rulfo, José Revueltas, Rubén Bonifaz Nuño, Ernesto Sábato, Julio Cortázar, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez y otros. Cuentan en su bibliografía los trabajos realizados en colaboración y en apoyo con otros investigadores a diversos proyectos del Centro de Estudios Literarios: Antología de la poesía en lengua española (siglos XVI y XVII) (1971), Antología de textos sobre lengua y literatura (1977) e Índices de El Domingo (1959).
Hasta ahora me he referido, en términos generales, a algunos de los atributos personales y a la descripción de los aportes en materia biobibliohemerográfica del trabajo de investigación de Aurora M. Ocampo, sin detenerme en hacer las evaluaciones sobre este último, porque ya lo han realizado otros colegas extensivamente en diversos espacios. Prefiero, en este breve escrito de homenaje, destacar la disciplina y honradez con la que se condujo en los distintos ámbitos académicos por los que transitó. Siempre estuvo muy pendiente de cumplir con la entrega de los escritos con los que se comprometía, los cuales eran permanentes; con sus clases impartidas en un principio en distintos recintos y en la Facultad de Filosofía y Letras; finalmente, con las asesorías de tesis y proyectos de investigación a distintos rangos y niveles. Pero sin duda, su más férrea disciplina la mostró en la elaboración de los nueve volúmenes del Diccionario. Se trazó una agenda desde 1980 a 2015 que debíamos cumplir periodo tras periodo y según la etapa que se estuviera desarrollando. No había motivo alguno que desviara los objetivos impuestos, sobre todo cuando ya recibíamos los apoyos de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) a través del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT), a partir de 1995, los cuales seguimos manteniendo hasta 2023.
Los resultados del proceder profesional de Aurora Ocampo se han manifestado en distintas ocasiones y espacios académicos, como lo reiterado por Jorge Ruedas de la Serna en el homenaje a la maestra por sus 75 años de vida. Sobre el Diccionario (DEM) puntualizó:
Es la primera obra de esa magnitud, en toda nuestra historia literaria, que se concluye. Hubo otros grandes esfuerzos, desde el período colonial, que se quedaron inconclusos, desde la Bibliotheca Mexicana, de Eguiara y Eguren, en el siglo XVIII, la Biblioteca de Beristáin y Souza, en el siglo XIX, o el proyecto de Francisco Pimentel en el mismo siglo. El Diccionario de escritores mexicanos se ha convertido en la mejor herencia que el siglo XX deja al siglo XXI, en lo que respecta a nuestras letras. En ese siglo, que llamamos ya pasado, hubo muchos otros esfuerzos historiográficos, pero ninguno que hubiese alcanzado su culminación. Incluso la grandiosa Bibliografía de bibliografías mexicanas de Agustín Millares Carlo y José Ignacio Mantecón, grandes sabios y eruditos, se quedó esperando su segundo volumen (Ruedas de la Serna: 85).
Cierro este escrito con la consideración de que quizá la cualidad más distintiva de Aurora Ocampo haya sido su actitud fraternal, que fue desarrollando paulatinamente. Procuró atender o cuando menos escuchar, en la medida de sus posibilidades y de su tiempo, a colegas, amigos, alumnos y demás allegados. Tal fue el caso, por ejemplo, del equipo del Diccionario que formó con los años. Una vez obtenido el respaldo y apoyos de las autoridades, primero del Centro de Estudios Literarios y posteriormente del Instituto de Investigaciones Filológicas, en especial de Rubén Bonifaz Nuño y Elizabeth Luna Traill, procuró nuestra estabilidad institucional, nos dio el reconocimiento académico con la firma de nuestros textos en el Diccionario (gesto no muy frecuente en el medio), y sabía escuchar a tiempo cuando alguno de los integrantes del equipo le hacía una sugerencia, tanto de carácter técnico como de organización. Tal fue el caso cuando nuestra querida compañera Laura Navarrete Maya la animó a que inscribiera el proyecto en el PAPIIT, porque con los apoyos se agilizaría el trabajo y el tiempo de entrega entre los tomos. Y así fue que ese respaldo, con la ayuda de entusiastas becarios, nos permitió llegar a feliz término, primero con la edición impresa en nueve tomos, y después con la puesta en funcionamiento del sitio web del Diccionario bajo la coordinación de nuestro segundo corresponsable, Jesús Gómez Morán.
Es de reconocer entonces que sólo la constancia, la disciplina, el rigor y una gran capacidad para trabajar en equipo y mantenerlo a flote lograron hacer fructíferos los objetivos de un proyecto académico liderado por nuestra entrañable maestra Aurora Ocampo, en bien de la Universidad, la cultura y la literatura mexicana.
Referencias
- Navarrete Maya, Laura, “Recuerdos de una trayectoria académica (Entrevista)”, en Aurora M. Ocampo. Venero de la literatura mexicana. Selección de Laura Navarrete Maya y Pilar Mandujano. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas, 2009, pp. 93-104.
- Ruedas de la Serna, Jorge, “El Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX. Algunos recuerdos”, en Homenaje. Aurora M. Ocampo. Venero de la literatura mexicana. Selección de Laura Navarrete Maya y Pilar Mandujano. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas, 2009, pp. 83-86.
[1]Coordinado por Laura Navarrete Maya, con el título Homenaje. Aurora M. Ocampo. Venero de la literatura mexicana. Selección de Laura Navarrete y Pilar Mandujano. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Filológicas, 2009.
Fotografía de autoría desconocida con la maestra Aurora M. Ocampo, al centro, en la actual sede del Instituto de Investigaciones Filológicas, exteriores del Centro de Estudiios Literarios, flanqueada por algunas integrantes del equipo de trabajo largamente coordinado por ella. De izquierda a derecha: Pilar Mandujano Jacobo, autora de la presente semblanza; Marcela Quintero Ayala; Laura Navarrete Maya, corresponsable del proyecto del Diccionario desde 1995; Silvia Aquino López y Angélica Arreola Medina.
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Trazos para un retrato poético de Rubén Bonifaz Nuño
David García Pérez
Centro de Estudios Clásicos
Instituto de Investigaciones Filológicas
hyperion0z@yahoo.com
Rubén Bonifaz Nuño fue un consumado universitario cuyos afanes en diversas tareas contribuyeron al robusto crecimiento de las Humanidades en nuestro país. Fue estudioso del periodo prehispánico, de las culturas griega y romana, traductor de poetas de la antigua Grecia y Roma, profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y hacedor de magnas obras universitarias como el Instituto de Investigaciones Filológicas, fundado por él en octubre de 1973, con la conjunción de cuatro Centros dependientes de la Coordinación de Humanidades hasta ese entonces: Estudios Literarios, Estudios Clásicos, Lingüística Hispánica y Estudios Mayas. Desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado, y como titular de la Coordinación de Humanidades, Bonifaz Nuño emprendió la tarea de reorganizar algunas de las líneas de investigación bajo la égida de esta entidad. Fue así como fundó el Centro de Traductores de Lenguas Clásicas, en 1966, que luego se convirtió en 1974 en el Centro de Estudios Clásicos. Y en coordinación con Juan M. Lope Blanch, en 1967, instauró el Centro de Lingüística Hispánica —Literarios fue fundado en 1956 a instancias de Samuel Ramos y Julio Jiménez Rueda, su primer director, y Mayas inició sus trabajos como tales desde 1970, bajo la dirección de Alberto Ruz L’huillier—. Sus clases de lengua latina fueron punto de partida para sus traducciones de autores como Virgilio y Julio César; en su tarea como traductor Bonifaz Nuño sostenía que “toda versión de los antiguos clásicos latinos debe, además de ser honesta, atenerse servilmente al original; no inventar ni explicar nada; imitar en lo posible, sin contravenir el espíritu del español” (Reyes, 2023: 16). La herencia intelectual de Bonifaz Nuño todavía está por aquilatarse, por estudiar sus aportaciones a la identidad mexicana y por valorar su trascendencia en el cultivo de las Humanidades.
Palabras de Bulmaro Reyes Coria. Fragmento de un entrevista concedida a Senderos Filológicos el 2 de junio de 2023. Cedido el fragmento para expresos propósitos de este artículo. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Sin embargo, quizá para el mismo Bonifaz lo más relevante y vital en su quehacer intelectual haya sido la poesía, y de esto pueden hablar mucho mejor quienes lo conocieron de cerca en esta faceta: Marco Antonio Campos, Francisco Hernández, Elsa Cross, Vicente Quirarte.
Por nuestra parte, haremos unos breves comentarios.
Palabras de Marco Antonio Campos. Fragmento de una entrevista promovida por Senderos Filológicos, celebrada el 4 de septiembre de 2023, con el título: "Voces 'de una Gran Poeta'". Cedido el fragmento para expresos propósitos de este artículo. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México
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Para Bonifaz, escribir poesía habría sido una tarea necesaria para verter en ella sus afanes propios de la experiencia trascendental. Además, su espíritu poético estaba presente en todas aquellas otras faenas y fines que llevó a cabo. Las traducciones que emprendió de los poetas clásicos le permitieron adueñarse de una penetrante capacidad para hallar en el español formas nuevas y audaces de hacer hablar al mundo. En efecto, de aquellos antiguos poetas fue alumno perseverante y perspicaz: de Homero a Eurípides, de la lírica griega arcaica a Virgilio, Bonifaz abrevó de las fuentes poéticas clásicas para escanciar de ellas su mejor esencia. La poesía del gran humanista codobés, sin duda, es la fundición de diferentes horizontes literarios que produjo una poética de suma originalidad y solidez estética. De La muerte del ángel, pasando por De otro modo lo mismo, Fuego de pobres, Del templo de su cuerpo, Albur de amor, y otras tantas ristras de poemas hasta llegar, por lo menos, a Calacas, la obra poética de Bonifaz presenta un tópico recurrente del que supo extraer imágenes únicas, nítidos simbolismos y recreaciones que hablan de un alma profundamente enamorada de la vitalidad que conoce y degusta la palabra palmo a palmo:
Y nuevamente abril a flor de cielo
abre tus manos tibias, y yo canto
el júbilo entrañable y el espanto
que en mi sangre derramas con tu anhelo.
Amo la gravidez del alma, el vuelo
por la caricia que hasta ti levanto,
y el fuego triste hallado en el quebranto
de la distancia –aborrecible velo–.
Amor: abril, tu cómplice, desvía
la ruta del temor que disminuye
y disfraza de fiesta su agonía.
Eres abril de nuevo, amor, y nada
escapa de tu ser: todo confluye
a cobrar plenitud en tu mirada
(1979: 95)
Quizá este soneto fue escrito por Bonifaz Nuño pensando en un abril de su natal Córdoba: el mes de abril desprendiéndose del cielo y el amor naciendo en la imagen de cada palabra y en la nostalgia del sentimiento que todo lo cubre, y todo confluye en la mirada que describe ese ser amado en una primavera colmada del ser y su plenitud. La poesía como ejercicio de la imaginación posee la libertad de elegir, en sonetos como éste, las posibilidades infinitas de la recreación. Abril, aprilis, el mes que abre, que da paso a la fecundidad de la tierra y de los mares, según pensarían los antiguos romanos, a quienes Bonifaz dedicó desvelo de horas. Abril, aprilis, espacio en el que Afrodita y los recursos del amor hacen girar los días y los años, hasta concluir con las vueltas de la existencia: “eres abril de nuevo, amor, y nada / escapa de tu ser”, escribió Bonifaz en una imagen que describe los regresos infinitos de abril y sus amores.
El amor y el desamor, el odio y el rencor, la melancolía y la ira son síntomas del desequilibrio del individuo: perder el punto medio y caer en alguno de estos padecimientos era prueba de que la locura privaba en las entrañas de quienes eran insuflados por las pasiones de los dioses. Afrodita y Eros enferman desde su sacralidad, y hay poetas que han sabido interpretar en sus versos esos dones de la locura amorosa. Bonifaz Nuño supo escuchar la música de esa pasión que abraza y abrasa al ser humano, y tal vez su catarsis poética se encuentra en las muy diversas maneras en las que dio forma a ese y a otros sentimientos, a padecimientos del hombre incapaz de rechazar las bendiciones de los dioses. El espacio se llena de abril y se satura del ansia por alcanzar lo que se ama, sabiendo que pasará abril —imagina Bonifaz Nuño— y habrá que esperar otro y otro, sólo para darse cuenta de que la vida se disfraza de él, en el momento preciso en el que poeta descubre la gravidez del alma que pretende ser caricia: abril, consagración de Afrodita y de sus dones.
En otro poema del mismo libro, Bonifaz Nuño expresa las vías de la locura que nace en los vericuetos de las pasiones y que da pie para reflexionar nuevamente sobre la función del poeta:
Bienaventurados los que padecen
la nostalgia, el miedo de estar a solas,
la necesidad del amor; los hombres,
las mujeres tiernas de ojos amargos;
los que en su comida han recibido
lo gordo del caldo del sufrimiento.
Porque de ellos es la desesperanza,
el insomnio, el llanto seco, las rejas
de todas las cárceles, el hambre,
y la fuerza lírica y el impulso
para desquiciar la desventura.
(159)
Poema "No es una desgracia abrir los ojos, recopilado en De otro modo lo mismo, en voz del propio Rubén Bonifaz Nuño (ca. 1975). Grabado por Radio UNAM. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cedidos sus derechos de reproducción con fines educativos y de difusión.
Quienes recibían los dones de Dionisos, de Apolo, de Afrodita, de Eros, de Artemisa y demás comparsa de deidades griegas eran ménades, adivinos, amantes enardecidos, castos irredentos, seres arrebatados por el deseo. Pero en ellos habitaba la naturaleza del ser humano, de la esencia de quien comprende y vive la realidad de otro modo. Y el poeta también contaba con sus dosis de locura divina. El primer y más grande poeta de Occidente, Homero, no olvidó nunca invocar a las Musas para que fueran ellas con su inteligencia y su memoria divinas quienes cantaran las hazañas y aventuras de los héroes, la guerra, los dioses, el infortunado destino de efímeras almas. Las Musas poseían a los aedos para que ellos transmitieran en palabras mortales los dichos divinos. En ese camino anduvo Bonifaz Nuño, el vate poseído también por el lenguaje de la Musa que extrajo de la savia poética versos que hablan del amor y del desamor. De ahí la relevancia de la bienaventuranza que Bonifaz celebra en aquellos que padecen las emociones y viven fustigados por ellas, porque de ellos será el reino de la poesía. Esta materia poética está escrita en una lengua cercana, es decir, de lo habitual, pero es el resultado de la evolución de las lenguas clásicas, del español de la literatura áurea y de la dulzura de la expresión prehispánica.
Cierto es que resuena en tales versos el Evangelio de Mateo, pero la transición de las palabras es prodigio del sentido que adquiere en cada espacio poético, y esos “bienaventurados”, que serán consolados por las penurias vividas, son los makaroi de Homero y de Hesíodo, los que viven en la edad de oro y no sufren penuria alguna, son los héroes que después de sus muchas batallas alcanzan su bella muerte, como Patroclo y Héctor, este último, para Bonifaz, el mejor de los héroes de la Ilíada, y son llamados bienaventurados porque la justicia, interpretando a Hesíodo, es lo que el dolor refiere en el ensalmo de estos versos. Eso reverbera en este poema de Bonifaz Nuño, la esperanza del bienaventurado que sufre de amor, de nostalgia y de melancolía, porque él, como poeta y como ser humano, fue tocado por la locura divina y fue capaz de ser el hermeneuta de tales padecimientos.
“Lo gordo del caldo del sufrimiento” es néctar y ambrosía, alimento de los hombres y de los dioses, respectivamente. Sólo quien vive la desesperanza puede nutrirse en el dolor para tal vez poder alcanzar la bienaventuranza, sabiendo aún, muy en sintonía con el imaginario griego, que la esperanza es ciega y sólo la resignación de un evangelista como Mateo puede hacer que el sujeto experimente en su sufrir la posibilidad de llegar a la otra orilla. Eso es la poesía: cárcel, esperanza, salvación. Y en ello hay una atrayente coincidencia entre Bonifaz y Octavio Paz, cuando éste dice que “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono” (Paz, 1973: 13). Lo sublime en la imagen escatológica de Bonifaz es la oposición de un alimento que repele el gusto por alimentarse, pero de ahí nace el conocimiento que salva, pues no hay que perder de vista que también los poetas griegos y del Antiguo Testamento afirmaban que se aprende con dolor, y este padecer es lo que conduce, como canta Bonifaz en sus versos, a que el hombre con la lírica pueda desquiciar la desventura.
Si te llamó la atención la exquisita poesía de Rubén Bonifaz Nuño, te invitamos a una pequeña muestra en voz de otro de sus condiscípulos y colegas cercanos, Bulmaro Reyes Coria:
Palabras de Bulmaro Reyes Coria. Fragmento de un entrevista concedida a Senderos Filológicos el 2 de junio de 2023. Cedido el fragmento para expresos propósitos de este artículo. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Referencias
- Bonifaz Nuño, Rubén. "Y nuevamente abril a flor del cielo", en De otro modo lo mismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 95.
- Bonifaz Nuño Rubén. "No es una desgracia abrir los ojos", en De otro modo lo mismo. México: Fondo de Cultura Económica, 1979, pp. 158-159.
- Paz, Octavio, El arco y la lira. México: Fondo de Cultura Económica, 1973.
- Reyes Coria, Bulmaro. “Rubén Bonifaz Nuño, traductor literal”, en Traducción en al ámbito de las lenguas clásicas. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas, 2023, pp. 13-34.
El poeta fotografiado en Ciudad Universitaria. Imagen tomada de su poemario para niños "Cuando hablaba era contigo", edición póstuma de 2019 por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM y la Secretaría de Cultura. Derechos patrimoniales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
De Elizabeth Luna Traill o del amor a la palabra
Beatriz Arias Álvarez
Centro de Lingüística Hispánica
Instituto de Investigaciones Filológicas
beatriz.arias.alvarez@gmail.com
Escribir sobre Elizabeth Guadalupe Luna Traill es escribir sobre inteligencia, pasión por la filología, amor a la universidad, entrega académica, humildad y, sobre todo, nobleza. Fue maestra de muchos y en mucho; a lo largo de su vida se prodigó en las tareas universitarias, la investigación, la docencia y la administración. En todas y en cada una mostró una capacidad y una dedicación únicas.
Elizabeth nació en la Ciudad de México un 15 de febrero de 1946. Se formó como normalista, posteriormente ingresó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en donde obtuvo la licenciatura en Letras Españolas, con especialidad en Lingüística y Enseñanza de Idiomas; y más tarde la maestría en Letras y el doctorado también en Letras. Su inteligencia y alta capacidad de análisis lingüístico se aprecian ya desde sus obras de juventud: Sintaxis del infinitivo absoluto en el español hablado en la Ciudad de México, tesis de licenciatura (1971), y Sintaxis de los verboides en el habla culta de la ciudad de México, tesis de doctorado (1978). En ambos estudios hay una exhaustiva descripción de los usos y frecuencias de los verboides, en general, y sobre el infinitivo, en particular, en el habla de la Ciudad de México. Su análisis agudo y acertado es producto del profundo conocimiento gramatical que la autora manejaba desde los inicios de su carrera. En estos trabajos, únicos tanto por la materia como por la zona geográfica que abarcan, nos adentramos en un tema tan debatido, tan difícil de catalogar como importante dentro de la gramática española: las formas no personales, finitas, nominales del verbo o como ella las denominaba con base en Rudolf Lenz, verboides. Estos estudios son ejemplos del quehacer lingüístico serio, documentado y profundo. Si desde un principio Elizabeth tuvo una marcada inclinación hacia los estudios sincrónicos de la lengua, no por ello dejó de lado la diacronía. Como ejemplo tenemos el artículo conjunto con Claudia Parodi de 1974: “Sintaxis de los pronombres átonos en construcciones de infinitivo durante el siglo XVI".
Con la misma sabiduría que caracteriza a los trabajos anteriores, Elizabeth realizó análisis sobre obras poéticas y novelas de importantes autores de la lengua española como sor Juana Inés de la Cruz, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego y Leopoldo Alas Clarín. Su objetivo, al decir de ella, era “interpretar la obra […] a través del prisma del lenguaje” (1980).
Desde la licenciatura formó parte del "Proyecto estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de Iberoamérica y de la península ibérica”, cuyo iniciador fue Juan M. Lope Blanch; proyecto que a la muerte de su creador y en honor a él llevaría posteriormente el nombre de “Proyecto de la norma culta hispánica Juan M. Lope Blanch”, del cual Elizabeth Luna formó parte del comité directivo junto con José Antonio Samper y Alba Valencia.
Fotografía de autoría anónima de la doctora Elizabeth Luna Traill, actualmente resguardado el original en el pabellón de exdirectores del Instituto de Investigaciones Filológicas, a la entrada del despacho de la Dirección. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cedidos los derechos de reproducción para la presente publicación.
En un comienzo Elizabeth se enfocó en la morfosintaxis, posteriormente se vio atraída por los estudios léxicos, y trabajó en el que podría considerarse un subproyecto del mencionado con anterioridad: “El léxico culto de las principales ciudades de habla hispana”. Dentro de este destacan investigaciones como "Muestra del léxico panhispánico: el cuerpo humano"”, de 1997, "Los anglicismos deportivos en el léxico culto de once ciudades hispánicas" (1998) y "Léxico mexicano en el Léxico del habla culta de México" (2000). En ellas realizó ilustrativos estudios sobre los usos y frecuencias de aparición de varios tipos de léxico. Con una exposición clara hizo comparaciones sobre el léxico antillano y panhispano acerca de las partes del cuerpo; la presencia de los anglicismos deportivos en diversas ciudades españolas e hispanoamericanas y el registro de estos dentro del diccionario de la Real Academia Española (RAE), además de analizar el léxico considerado como mexicano en diversas encuestas realizadas en el proyecto del habla culta, el cual fue cotejado con el Diccionario del español usual de México de Luis Fernando Lara.
Sin duda alguna, su obra más importantes es la compartida con Gloria Báez y Alejandra Vigueras: Diccionario básico de lingüística (2005, reimpreso en 2007), cuyo objetivo principal fue el de facilitar el acercamiento de la terminología lingüística a alumnos de enseñanza media superior y de enseñanza superior, y a cualquier persona no familiarizada con la lingüística. En esta obra Elizabeth se nos presenta en dos de sus importantes facetas en la academia: como lingüista y como docente.
Debemos considerar a Elizabeth como filóloga, pero también, debido a sus estudios en la Normal, como docente. De tal forma que hay que aplaudir su participación en los seis libros de Español para secundaria abierta en los que formó equipo con otros reconocidos profesores de la UNAM tanto del campo de la literatura como de la lingüística y de las letras clásicas: Helena Beristaín, José Pascual Buxó, José G. Moreno de Alba, César Rodríguez Chicharro y José Tapia; y en los proyectos "La enseñanza del español en el mundo hispánico" (2008) y "Enseñanza y evaluación escrita: historia y perspectivas" (2009), así como los dos capítulos en el libro Historia y presente de la enseñanza del español del 2014, en los que junto con Rocío Mandujano ofrece una visión sobre los sistemas educativos en un contexto internacional y sobre la enseñanza del español en México.
Debe recordarse que Elizabeth fue profesora de la Facultad de Filosofía y Letras desde 1971; recibió alumnos de los tres niveles: licenciatura, maestría y doctorado. Como profesora se caracterizaba por una exposición clara, por el entusiasmo en descubrir, junto con el alumno, el funcionamiento de la lengua, por el respeto al discípulo y por su compromiso con el saber. Pocos maestros como ella se tienen en la vida.
En el ámbito administrativo también sobresalió, por su dedicación, pero sobre todo por fijar objetivos que favorecieran la obligación universitaria con la sociedad. Durante los años de 1985 a 1993 fue directora del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) de la UNAM. Para Elizabeth el Instituto debía dar respuestas a los problemas nacionales, y uno de ellos fue y es la enseñanza de la lengua y la literatura. Consciente de que los egresados de las licenciaturas presentaban problemas de lectura, redacción y pobreza de léxico, siempre consideró necesario no solo crear centros en donde se diera a conocer nuestra cultura por medio del estudio de la lengua y la literatura griega, latina, hispánica y amerindia, sino también desarrollarlos y ligarlos a las necesidades del país. Para lo cual era fundamental establecer unas condiciones laborales esenciales y crear un ambiente académico propicio.
La situación laboral de los investigadores fue un factor importantísimo en su gestión como directora, ya que regularizó los convenios del personal académico, en virtud de que más del 50 por ciento de los investigadores eran a contrato y en un también alto porcentaje a medio tiempo. En cuanto al desarrollo académico centralizó el sistema bibliotecario del Instituto (antes cada centro y seminario tenía su propia biblioteca); actualizó los servicios bibliotecarios y de documentación, así como los sistemas de préstamos interbibliotecarios y la adquisición compartida. Era imprescindible para los objetivos del IIFL y de la UNAM abrir una biblioteca a mayor número de usuarios para cumplir con el compromiso de difundir la cultura.
Elizabeth también desarrolló la creación de seminarios y cursos sobre todo con carácter endógeno, pero sin olvidar el contacto con otras instituciones. La creación de seminarios tenía como objetivo que los investigadores expusieran su investigación, intercambiaran opiniones, todo lo cual redundaría en un reforzamiento de la vida académica. Consideraba que era importante involucrar a otros actores de la comunidad universitaria, inclusive del área científica, así como a universidades nacionales y extranjeras, sociedades científicas nacionales e internacionales y organismos gubernamentales (entrevista de Rita Abreu a Elizabeth Luna Traill, Boletín. Facultad de Filosofía y Letras, noviembre 1985).
Impulsó a estudiantes para que obtuvieran becas para realizar estudios de posgrado en el extranjero y que, al regresar, pudieran incorporarse en las labores académicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. También favoreció el intercambio académico y la asistencia a eventos académicos nacionales e internacionales con el fin de compartir conocimientes.
El deseo de que en el Instituto se estudiaran y desarrollaran temas que redundaran en las necesidades del país, llevó a Elizabeth en 1987 a organizar, junto con Paulette Levy, el Seminario de Lenguas Indígenas. Dado que México era y es un país plurilingüe, el Seminario se creó con el principal objetivo de describir y estudiar las lenguas indígenas de nuestro país.
El magnífico trabajo que había realizado dentro del Instituto de Investigaciones Filológicas la llevó a conformar la terna para la rectoría de nuestra Máxima Casa de Estudios; en 1988 fue entrevistada por la Junta de Gobierno y pasó a la historia de nuestra Universidad como la primera mujer en ser considerada para dicho cargo.
En su intensa y comprometida entrega a la UNAM fue, casi al mismo tiempo que ocupó la dirección del IIFL, asesora de la Maestría y el Doctorado en Lingüística Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras (1986-1989). Posteriormente, durante el periodo de 2000 a 2001, fue coordinadora del Posgrado de Lingüística de la UNAM. En junio de 2001 fue designada coordinadora del Consejo Académico de las Humanidades y de las Artes, cargo que mantuvo hasta agosto de 2006. Poco tiempo después pasó a ser miembro de la Junta de Gobierno de agosto de 2006 a mayo de 2015. Después del fallecimiento de su maestro Juan M. Lope Blanch, en 2002, le sucedió en el cargo como directora de la revista Anuario de Letras el cual ejerció hasta su muerte el 24 de octubre de 2019. Su reconocida labor en la lingüística del país la llevó a la presidencia de la Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada de 2003 a 2006.
En 2007 su distinguida trayectoria académica y su tarea administrativa le hicieron merecedora del premio Sor Juana Inés de la Cruz.
Podría seguir escribiendo mucho más sobre Elizabeth, de su entrega a la UNAM, de sus muchas cualidades académicas y humanas, de su mucho saber y aprender, pero prefiero terminar este texto agradeciendo como alumna: ¡Gracias, querida Maestra, por tanto y tan trascendente!
Referencias
- Abreu, Rita, "Entrevista a Elizabeth Luna Traill", en Boletín. Facultad de Filosofía y Letras (noviembre de 1985), pp._____.
- Luna Traill, Elizabeth, Sintaxis de los verboides en el habla culta de la ciudad de México . Universidad Nacional Autónoma de México - Instituto de Investigaciones Filológicas, 1980 (Publicaciones del Centro de Lingüística Hispánica, 2) .
“Sintaxis de los pronombres átonos en construcciones de infinitivo durante el siglo XVI", con Claudia Parodi, publicado en el vol. XII de Anuario de Letras (1974). Te invitamos a consulñtar el artículo dando clic sobre la portada de la revista
Por las vetas de un tesoro literario inagotable: las herencias de Fernando Curiel
Alejandro Sacbé Shuttera
Instituto de Investigaciones Filológicas
aletheiamx@yahoo.com.mx
Reconocido como uno de los más eminentes autores y fervientes promotores en el panorama actual de las letras y la cultura de este país, Fernando Curiel Defossé fue, ante todo, un apasionado lector de su presente histórico desde las trincheras de un vasto horizonte intelectual cultivado con cuidadoso esmero en los campos fértiles de la Filología. Por aludir a Jean Paul Sartre, un escritor –y académico– “comprometido” en toda la extensión de la palabra, a quien, como decía Terencio y tantas veces repitió Miguel de Unamuno, “nada humano le fue ajeno”, especialmente en torno a la realidad humanística nacional, lo mismo dentro de las aulas y los espacios universitarios que en los “afueras” del intrincado laberinto de la sociedad mexicana.
Especialista en las letras mexicanas de los siglos XIX y XX, los horizontes e intereses de su vasta obra representan un crisol extenso y variado. Gran conocedor de la historia de este país –se doctoró en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México– desde la Conquista hasta la vida sociocultural del México contemporáneo, se dedicó a explorar con ahínco el ámbito cultural y literario hispanoamericano, la Europa anglosajona, entre otros temas o regiones del mundo. Muestra de ello son ¡Que viva Londres! (1973, reeditado como La vida en Londres, 1987), Onetti: obra y calculado infortunio (Premio Xavier Villaurrutia de Ensayo en 1980), James Joyce, irlandés (2016), por mencionar sólo algunos.
Pese a la aparente paradoja asociada a su condición de filólogo e historiador, quizá nada le atrajo más como la problemática de lo actual, en la que estuvo profundamente involucrado. Temas como los medios de comunicación, en especial la historia –y presente– de la Radio mexicana; sus estudios acerca de las generaciones –antes, "asociaciones"– literarias del siglo XX, como los que dedicó a El Ateneo de la Juventud, el grupo de Los Contemporáneos, la Generación de Taller o la de La Casa del Lago; su preocupación por “sacar” los saberes universitarios al espacio público en entornos urbanos, particularmente de la Ciudad de México, en línea semejante con aquellos “no-lugares” de los que habló Marc Augé (como el metro o las terminales de autobuses o aeroportuarias), o su interés por promover la cultura literaria en círculos marginales de la capital mexicana, que se reflejan en libros como La telaraña magnética o el lenguaje de la radio (1983), ¡Dispara, Margot, dispara! Un reportaje justiciero de la radio difusión mexicana (1987); La Revuelta: interpretación del Ateneo de la Juventud (1906-1929) (1998), Ateneo de la Juventud (A-Z) (2001), sigloveinte@lit.mx: amplio tratado de perspectiva generacional (2008); La universidad en la calle (2001) o Ensayos de filología urbana (2016), una de sus últimas y más lúcidas producciones.
No obstante, más allá de ese abanico amplísimo de intereses, ante todo, pese a todo, destaca su pasión por la literatura mexicana del entre siglos XIX y XX y su convicción por las herramientas metodológicas de la Crítica textual para el mejor conocimiento de autores y obras en su respectivo contexto histórico-cultural, lo que mucho alentó en su labor como investigador en el Seminario de Edición Crítica de Textos, fundado por él en 2010 con plena formalidad institucional, que inició como grupo de trabajo en 2007. Nombres imprescindibles a quienes dedicó lo más selecto de sus meditaciones literarias lo fueron Manuel Gutiérrez Nájera, José Juan Tablada y en general todos los asociados con Revista Azul, Revista Moderna y Revista Moderna de México; Nemesio García Naranjo; Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, María Enriqueta Camarillo, entre muchos más. Se encargó junto con Belem Clark de los índices de la Revista Moderna de México (1903-1911), en dos tomos (2002); de la edición crítica de la autobiografía de Tablada: La feria de la vida (2010) y Las sombras largas (2014), igualmente en dos tomos, así como del volumen VII del Diario (1951-1959) de Alfonso Reyes (2010), parte de las obras completas del escritor regiomontano iniciadas por él mismo en 1955 y continuadas por su nieta y albacea literaria Alicia Reyes, bajo la coordinación de José Luis Martínez. Mención aparte lo tiene la famosa “querella” de Guzmán, publicada como ensayo de investigación, o investigación ensayística, bajo el título La querella de Martín Luis Guzmán, que valió a Curiel el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas en 1987.
En el otro costado ejerció la docencia por más de cuarenta años, formando a numerosas generaciones que recibieron todo cuanto de él pudieron recibir a manos llenas. El aplomo firme de sus convicciones, siempre lúcidas, a veces provocativas e irreverentes, de sabiduría punzante, le merecieron el reconocimiento de su apostolado académico como un maestro ejemplar, independiente y crítico, sui generis entre la comunidad magisterial universitaria. De esas figuras emblemáticas que poco solemos ver ya a lo largo y ancho de los pasillos.
Fernando Curiel Defossé, escritor e intelectual notabilísimo, dedicó su vida a la Universidad Nacional, que conjugó en él las tres funciones sustantivas a las que según su Ley Orgánica debe estar impelida. Fue coordinador de Extensión Universitaria de 1985 a 1989, que transformó durante su gestión en la actual Coordinación de Difusión Cultural. Casi sucesivamente se convirtió en el tercer director del Instituto de Investigaciones Filológicas, su entidad de adscripción, en dos períodos consecutivos: 1993-1997 y 1997-2001. Durante su dirección tuvieron lugar obras de gran valía, algunas imperecederas. La más importante, sin duda, fue el trabajo de diseño y construcción de la Biblioteca "Rubén Bonifaz Nuño", que concentró en su acervo las distintas colecciones adquiridas por cada uno de los centros, trasladándolas de su original espacio –insuficiente por aquel entonces– a la parte posterior del Instituto. Imposible sin esa iniciativa habría sido albergar uno de los acervos bibliohemerográficos más grandes del Subsistema de Humanidades, recinto, además, de emblemática traza, tan solo superado, en títulos y extensión –evidentemente, por mucho– por la Biblioteca Nacional de México, bajo resguardo del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de esta institución.
Otro logro fundamental en su gestión fue la creación de las Jornadas Filológicas, celebradas a finales de cada año, como una iniciativa que pretende la participación plural de nuestra comunidad académica sobre cada uno de los proyectos o avances de proyectos que cualquiera desee presentar. Por supuesto, de participación voluntaria, representa en sentido figurado una especie de “rendición de cuentas” en términos académicos, con la mira puesta no sólo en el Instituto ni en la población universitaria, sino dirigida a la sociedad en general, bajo la premisa del derecho que tiene de conocer aquello sobre lo que anualmente se va avanzando, así como la posible utilidad práctica, o socialmente significativa, de los proyectos emanados, concebidos y realizados por el Instituto de Investigaciones Filológicas.
Dos logros más dignos de mencionar en este breve espacio o son un par de iniciativas relevantes desde el punto de vista editorial: la Colección de Bolsillo IIFL y la serie Ediciones Especiales. La primera, con el ánimo de acercar las ediciones del Instituto en formatos ligeros, amables, asequibles para el gran público; la segunda, con el propósito de liberar las ediciones de la “obligación” de encasillarse a los formatos preestablecidos por el centro o seminario en cuestión, y conceder la libertad para a) proponer la obra bajo un modelo ortotipográfico diseñado en gran medida por el autor, y b) permitir la producción de obras que, por su naturaleza, contenidos o relación de adscripción, no “quepan” en las colecciones diseñadas exclusivamente para determinado centro o seminario. En Ediciones Especiales se promueven creaciones que buscan eliminar al máximo las limitaciones de burocracia editorial para obras escritas por autores sin una necesaria adscripción de investigación, o bien provenientes de personal externo, siempre y cuando cumplan con los requisitos para ser publicadas, por su contenido y calidad, dentro del programa editorial del Instituto de Investigaciones Filológicas.
Para finalizar esta semblanza, aderezada con los lamentables sucesos de su deceso reciente, resulta imposible no evocar a Fernando Curiel Defossé como un muy querido y admirado colega, maestro, guía o "faro de luz", compañero de espacio y de comunidad en nuestro Instituto. Su reciente partida deja una grieta en la historia universitaria, en especial, del Instituto de Investigaciones Filológicas, y representa un golpe durísimo para la figura del escritor-crítico, independiente, siempre atento a los acontecimientos sobre las políticas públicas de su país y de la Universidad, como lo muestran algunas últimas reflexiones sobre las transformaciones tecnocráticas que ésta ha sufrido en los últimos años.
Inolvidable permanecerá por largo tiempo en nuestra memoria... con su sombrero perenne de ala media, el inefable cigarrillo que acompañaba sus amenísimas charlas, desde tiempos en que se permitía fumar en las aulas hasta el solaz con que lo disfrutaba durante sus distracciones en la terraza del Centro de Estudios Literarios, meditando en los jardines del Instituto de Investigaciones Filológicas o bien en sus exteriores o inmediaciones cuando, privilegiados, nos permitía captar un fragmento de su entrañable esencia.
Descanse En Paz en su lecho eterno el Maestro Fernando Curiel, a quien van también dedicadas estas efemérides que mucho habría deseado acompañar aquel quien tanto hizo por que ese futuro, ahora nuestro, sea el robusto presente de este Instituto en el que todos, ausentes y presentes, nos encontramos.
Una pequeña muestra de Fernando Curiel hablando de uno de los temas que alimentaron gran parte del concepto general de esta revista
Te invitamos a escucharlo de viva voz:
Voz de Fernando Curiel hablando sobre sus últimas incursiones en lo que denominó 'Filología urbana'
Fragmento de una intervención de Fernando Curiel Defossé en un coloquio celebrado en el Aula Magna del Instituto de Investigaciones Filológicas. Derechos pertenecientes al propio Instituto de Filológicas. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cedidos los derechos de reproducción para fines expresos de esta publicación.
El escritor, con su característico sombrero
Fotografía de autoría anónima tomada en la entrada al Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Propiedad patrimonial de la UNAM. Cedidos los derechos de reproducción de la imagen con fines educativos y de difusión.
Los "caminos" de Mercedes de la Garza
David García Pérez
Centro de Letras Clásicas
Instituto de Investigaciones Filológicas
hyperion0z@yahoo.com
Aarón Cervantes Soria
Departamento de Publicaciones
Instituto de Investigaciones Filológicas
cervantes383@gmail.com
En el ámbito de los estudios de la cultura maya, la figura de Mercedes de la Garza Camino es esencial por sus notables aportaciones para comprender diversos aspectos medulares del pensamiento de ese pueblo. En la Ciudad de México, en 1939, nació esta insigne mayista, pero para ella sus raíces están afincadas en San Rafael, municipio de Tlalmanalco, Estado de México, donde realizó sus primeros estudios. Las autoridades de esta municipalidad le otorgaron, en 2018, la medalla Xochipilli, distinción para una ciudadana ilustre por sus contribuciones a la cultura. Hizo estudios de Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero su pasión por la historia la llevó a obtener la licenciatura, la maestría y el doctorado en esta disciplina en la misma Facultad. En este marco, hizo del pueblo maya su objeto de estudio y su interés académico primordial; sus aportaciones son materia de análisis y referente fundamental para comprender el pensamiento histórico, religioso, filosófico y plástico de la antigüedad maya, a quienes denominó “los griegos de América”, expresión útil para resaltar la importancia civilizatoria, viva hasta el día de hoy, de este pueblo. Además, ha encauzado estudios sobre la cultura náhuatl y ha realizado importantes comparaciones entre este pueblo y el maya: El hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya (1978) y Sueño y alucinación en el mundo náhuatl y maya (1990), Sueño y éxtasis. Visión chamánica de los nahuas y los mayas (2012) son ejemplos de su sólido conocimiento y del pleno dominio del comparatismo de base histórica. En esta ruta intelectual, tanto el arqueólogo y antropólogo mayista Alberto Ruz L’huillier, quien descubrió la tumba de Pakal el Grande en el Templo de las Inscripciones en Palenque, como Miguel León Portilla, eminente historiador del mundo náhuatl, fueron pilares en la formación de Mercedes de la Garza.
En 1973 ingresó como académica a la Universidad Nacional Autónoma de México, su Alma mater, y actualmente es Investigadora Emérita del Instituto de Investigaciones Filológicas. De 1977 a 1990 coordinó el Centro de Estudios Mayas de esta misma dependencia de la que fue su directora de 2001 a 2009. Durante esta gestión fueron muchos los logros de la doctora De la Garza en beneficio de su comunidad académica: emprendió la creación del Programa de Educación Continua, que después se consolidó como Departamento de Educación Continua y a Distancia; promovió la transformación del Seminario de Poética al estatuto de Centro de Poética; creó los seminarios de Hermenéutica y de Edición Crítica de Textos (Ecdótica); se aprobaron los reglamentos interno y el de la Biblioteca “Rubén Bonifaz Nuño”, entre otras destacadas iniciativas. Sin duda, la gestión de la doctora De la Garza al frente de Filológicas dejó una huella profunda cimentando proyectos y forjando una estructura robusta para el buen desarrollo del Instituto.
Dueña de un sólido conocimiento histórico, etnológico, lingüístico y antropológico, la obra de Mercedes de la Garza se halla condensada en 16 libros de autoría propia y en 14 más como coautora y editora. Su generosidad académica tiene en 10 números de la revista Estudios de Cultura Maya un claro ejemplo de dedicación para coordinar proyectos editoriales de profundo alcance. Sus más de 200 artículos y capítulos de libros dan cuenta también de su notable presencia en diversos ámbitos universitarios y culturales, en México y en el extranjero.
Mercedes de la Garza es una profesora que goza de una eminente reputación pedagógica desde el momento en el que inició su labor docente en diversas instituciones públicas y privadas a partir de 1963 y hasta el día de hoy. Sin duda, su mayor aportación en este rubro son sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras y en diversos campos de programas de Posgrado, pues de ahí se fructificaron nuevos cuadros de especialistas a quienes formó y dirigió sendas tesis de licenciatura, maestría y doctorado. La profundidad con la que De la Garza desarrolló sus cursos universitarios, así como su visión sobre el estado de la cuestión en torno a los estudios sobre los pueblos originarios, devino felizmente en la creación de la Maestría y Doctorado en Estudios Mesoamericanos, programas de posgrado que hoy son reconocidos como "de excelencia". Más relevante aún, con dicho programa se estructuró un área de conocimento de primer orden que requería la conformación especializada de estudios en el nivel del posgrado. Suyo fue el proyecto del Diplomado en Historia y Teoría de las Religiones, un ambicioso programa de estudio que reunió durante dilatados años a especialistas sobre la materia. Este diplomado se convirtió en un verdadero seminario por la apertura a la participación y a la reflexión de los estudiantes que hallaron en él una estructura académica sólida para adentrarse en el conocimiento de las más diversas manifestaciones religiosas a lo largo de la historia.
Por su excelente labor académica como investigadora, docente y difusora del conocimiento, Mercedes de la Garza ha sido merecedora de importantes premios y reconocimientos, entre los cuales vale la pena resaltar el Premio Universidad Nacional en el área de investigación en Humanidades (1995), su nombramiento como Investigadora Emérita del Sistema Nacional de Investigadores (1999), el ingreso como miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia (2005), la designación como Investigadora Emérita de la UNAM (2012), la Medalla Yuri Knórozov, otorgada por el Gran Museo del Mundo Maya y la Secretaría de Cultura del Gobierno de Yucatán, en la Feria Internacional de la Cultura Maya (2017), el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México (2017), el Premio Nacional de Artes y Literatura, en el Campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía (2017); el Emeritazgo del Sistema Nacional de Creadores, México (2017); el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Moscú, Humanidades (2018), y el Emeritazgo en la Academia Mexicana de la Historia (México, 2019).
Además de los libros ya citados, no pueden dejar de mencionarse los siguientes: Palenque Lakamha’. Una presencia inmortal del pasado indígena, en coautoría con Guillermo Bernal y Martha Cuevas (2012); El legado escrito de los mayas (2013); Los mayas. Tres mil años de civilización (2015); El tiempo de los dioses-tiempo. Concepciones de Mesoamérica (2019); El poder de las plantas sagradas en el universo maya (2019), estas dos últimas publicaciones como coordinadora y coautora, y Agua, cueva, inframundo y abismo. Símbolos de lo sagrado en el universo maya (2023). Y acaso sea Palenque, ciudad sagrada de los mayas, donde el lector puede hallar los más apasionados y eruditos escritos de Mercedes de la Garza en su dilatada vida académica, tal como ella misma lo evoca:
Impresionada desde el recibimiento de los saraguatos, subí al Templo de las Inscripciones, la pirámide más alta de la zona arqueológica. Sentada en la puerta del templo, en lo alto de la pirámide, decidí, para el resto de mis días, investigar quiénes fueron los creadores de esas maravillas.
Muy posiblemente, la fuente de la que se presenta en el costado izquierdo, que resulta en una paráfrasis muy cercana donde Mercedes de la Garza nos revela de viva voz la profunda impresión que le causó descubrir por primera vez las ruinas de la ciudad sagrada de Palenque, y consecuentemente su decisión y dedicación plena por los estudios de la cultura maya. Fragmento de un audio editado resguardado en la Fonoteca de la Universidad Nacional, en los archivos de Radio UNAM. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cedidos los derechos de reproducción con fines educativos y de difusión.
Por último, dejando muchos elementos en el tintero que hablan de la trascendencia y magnificencia académica de Mercedes de la Garza, hay que señalar su profunda comprensión humanística de la Historia con la que se cumple a cabalidad en su persona el aforismo homo sum, humani nihil a me alienum puto (Terencio).[1]
[1]Conocido aforismo, que se traduce comúnmente como 'Soy un hombre, nada humano me es ajeno'.
Una de las tantas visitas de la doctora De la Garza a las ruinas mayas de Palenque, Chiapas, que como ella misma narra, le motivaron su profunda curiosidad por desentrañar los secretos de esa cultura.
Fotografía de Mercedes de la Garza y su grupo de acompañantes en el sitio maya de Palenque. Publicada en Portal político.tv, en la nota "Aún por decifrar los secretos de la cultura Maya: Mercedes de la Garza", sin autoría visible en el sitio. Publicado el 14 de mayo de 2012. Tomada de https://www.portalpolitico.tv/cultura/aun-por-decifrar-los-secretos-de-la-cultura-maya-mercedes-de-la-garza. No se conocen restricciones de derechos de autor.
Aurelia Vargas Valencia y su huella indeleble en la dirección del Instituto de Investigaciones Filológicas
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Centro de Estudios Clásicos
Instituto de Investigaciones Filológicas
mendezaguirre@unam.mx
La doctora Aurelia Vargas Valencia es una filóloga clásica adscrita al Centro de Estudios Clásicos del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl), a cuya fecunda producción académica e infatigable labor docente ha sumado participación institucional al servicio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en el desempeño de diferentes funciones de manera continua, desde consejera interna de su entidad de adscripción hasta el cargo de directora. En su Plan de Desarrollo 2010-2013 (2009), concorde con el Plan de Desarrollo Institucional de la UNAM (2007-2011), adicionalmente al cumplimento irrestricto de las funciones sustantivas de la universidad –docencia, investigación y difusión de la cultura–, hizo hincapié en mejorar la infraestructura del Instituto para que estuviera a la altura de las necesidades tecnológicas inherentes a la denominada “sociedad del conocimiento”, catalizar el cultivo y difusión de la filología en particular y de las humanidades en general, con énfasis tanto en el desarrollo del universo académico como de la sociedad en general.
Apenas iniciado su período en la Dirección, en diciembre de 2009, Vargas Valencia se enfrentó a un inmenso reto derivado de varios festejos nacionales. En el año del 2010 se conmemoraron tres aniversarios de gran relevancia para México: Bicentenario de la Independencia; Centenario de la Revolución Mexicana y “La Universidad Nacional Autónoma de México a cien años de su fundación” (Vargas, 2010). En 2013, último año de su administración, se festejó el cuadragésimo aniversario de la fundación del Instituto de Investigaciones Filológicas. Tales conmemoraciones influyeron necesariamente en la gestión de Aurelia Vargas Valencia al frente del Instituto.
Producto tangible de los festejos bicentenarios fue la edición, con su traducción del latín al español, de la monumental obra de José Mariano Mociño y Martín de Sessé, La Real Expedición Botánica a Nueva España. Esta obra se concretó gracias a la labor colectiva e interdisciplinar llevada a cabo al alimón por académicos adscritos tanto al Instituto de Filológicas como al de Biología, principalmente, entre los años 2009 y 2010 (Vargas, 2010: 294-295). Este proyecto editorial en una docena de volúmenes fue posible merced a la cooperación de la UNAM con otras instituciones como Siglo XXI, la Secretaría de Educación Pública, el Colegio Mexiquense y la Secretaría de Cultura del Estado de México.
Al interior de las actividades académicas inherentes al Instituto también se desplegó gran cantidad de reflexión en torno a los eventos conmemorados. Algunas ponencias de las “Jornadas Filológicas 2010” se abocaron expresamente a los centenarios, específicamente las expuestas en las mesas “Literatura e Independencia” y “Literatura y Revolución Mexicana”. También se impartió el curso “Literatura y cine sobre la Revolución Mexicana” en el Departamento de Educación Continua.
Dentro de las actividades realizadas específicamente para conmemorar el Centenario de la UNAM destacó el Coloquio “Alteridad y Aliedad” celebrado en Filológicas con la organización del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán).
Procedente del área de los Estudios Clásicos, como se mencionó al inicio, Aurelia Vargas Valencia contribuyó enormemente a este campo de estudios tanto al interior de Ciudad Universitaria como en otros campi universitarios foráneos. Entre sus contribuciones trascendentes al Centro de Estudios Clásicos se puede mencionar la integración oficial del sánscrito al abanico de las lenguas clásicas estudiadas. Aunque esporádicamente se habían tenido clases de lengua sánscrita en el Colegio de Letras Clásicas de la Facultad de Filosofía y Letras, y sanscritistas de talla internacional como Juan Miguel de Mora estaban adscritos al Instituto de Investigaciones Filológicas, traduciendo directamente del sánscrito al español e impartiendo cátedra sobre la literatura escrita en dicha lengua, no adquirió ello carácter formal hasta la creación en el IIFI de la línea de investigación “Lengua y literatura sánscrita”. Pero, de igual manera que Vargas Valencia enriqueció los Estudios Clásicos al interior del Instituto de Filológicas, ello no le impidió difundirlos enormemente en el país.
Siendo la UNAM la “Universidad de la Nación”, con presencia física e influencia intelectual de extremo a extremo del país, desde la península de Baja California a la de Yucatán, el proceso de expansión educativa de la Máxima Casa de Estudios a lo largo y ancho del territorio nacional ha sido una empresa monumental y de largo aliento a la que han contribuido en mayor o menor medida gran cantidad de universitarios comprometidos con su Alma Mater. Como no podía ser de otra manera, Aurelia Vargas Valencia se comprometió con enorme entusiasmo en esta empresa titánica colaborando sustancialmente en la creación de “una nueva licenciatura en estudios clásicos” (Vargas, 2012: 223-225). Junto con otros académicos, procedentes tanto de la UNAM como de Universidad Nicolaíta de Michoacán, se elaboró el plan de estudios de la Licenciatura en Literatura Intercultural que se imparte a partir de 2012 en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), campus Morelia. De los investigadores procedentes del Instituto de Investigaciones Filológicas que colaboraron de manera destacada en este proyecto se puede mencionar a la doctora Mariana Masera Cerutti y al doctor David García Pérez, secretario académico del Instituto de Investigaciones Filológicas durante los dos últimos años de la gestión de Vargas Valencia, a partir de 2012.
El periodo 2010-2013 fue de un intenso crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo para el Instituto de Filológicas. Destaca particularmente la consolidación del Seminario de Hermenéutica, cuyo reconocimiento formal como Unidad Académica de Filológicas se registró el 8 de noviembre de 2012 por parte del Consejo Técnico de Humanidades de la UNAM. Merced a tal adhesión Filológicas pasó de siete a las ocho unidades académicas con las que cuenta actualmente. Igualmente relevante fue el apoyo para la proyección de las revistas del Instituto; en especial destacó el crecimiento de Acta Poética, Literatura Mexicana, Noua Tellus y Estudios de Cultura Maya, que consolidó su presencia en el Índice de Revistas Mexicanas de Ciencia y Tecnología (IRMCyT) del CONAHCyT –actualmente, sistema de Clasificación de Revistas Editadas en México de Humanidades, Ciencias y Tecnología, CRMHCyT– a partir de su inclusión en la prestigiosa base de datos internacional Scopus; sin olvidar el aliento a la “nueva época” de la revista Anuario de Letras, desde entonces Anuario de Letras: Lingüística y Filología, y en general a todas las revistas que en esa administración obtuvieron sus respectivos sitios web. En lo académico-administrativo, por el mismo crecimiento del IIFI, se tornó perentorio la creación de una segunda Comisión Dictaminadora.
Aurelia Vargas Valencia actualmente es directora de la colección Bibliotheca Scriptorum, Graecorum et Romanorum Mexicana, y ha desarrollado un trabajo de largo aliento relativo a las ediciones bilingües y a las etimologías. En este sentido, a poco más de la mitad de su administración, en 2012 fue creada una nueva colección editorial del Centro de Estudios Clásicos: “Clásicos Griegos y Latinos”.
En concordancia con la emergencia irrefrenable de las nuevas tecnologías, Filológicas se integró a redes sociales como Facebook o Twitter y se promovió la creación de su sitio web, con lo cual optimizó su función en materia de difusión de la cultura. Con clarividencia, Aurelia Vargas Valencia impulsó la integración en el Instituto de tecnologías imprescindibles del siglo XXI, cuya utilidad durante la cuarentena impuesta por la pandemia de COVID-19 casi diez años después ha resultado invaluable. Actualmente, buena parte de las actividades académicas realizadas en los auditorios de Filológicas se difunden a lo largo y ancho del planeta por plataformas como Facebook Live.
Con profunda responsabilidad social, especialistas del Instituto explicaron a la sociedad nacional el sustrato de lo que se interpretó como un vaticinio atribuido a la cultura maya, difundido globalmente por los medios de comunicación, sobre un presunto “fin del mundo” previsto desde la Antigüedad para el año 2012.
¿Cómo resumir la dirección de Aurelia Vargas Valencia en el IIFl? Su trabajo al servicio de la UNAM y de la sociedad mexicana fue infatigable y académicamente riguroso; su apoyo a todos y cada uno de los centros y seminarios fue permanente y equitativo; su impulso a la incorporación de nuevas tecnologías fue visionario en su momento; su preocupación por el mejoramiento de la infraestructura contribuyó a preservar la funcionalidad de la dependencia y, de no menor importancia, se le recuerda por su trato respetuoso, comprensivo y atento hacia todos y cada uno de los integrantes de la comunidad. Por todas estas razones, resulta justo reconocer que la huella de Aurelia Vargas Valencia al frente del Instituto de Investigaciones Filológicas es indeleble y representa un capítulo imprescindible de la historia de la UNAM.
Referencias
- Vargas Valencia, Aurelia. Plan de desarrollo del Instituto de Investigaciones Filológicas 2010-2013. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2009.
- Vargas Valencia, Aurelia, “La Universidad Nacional Autónoma de México a cien años de su fundación”, en Noua Tellus 28/2 (2010): 293-295.
- Vargas Valencia, Aurelia, “Una nueva licenciatura en estudios clásicos (Escuela Nacional de Estudios Superiores de la UNAM en Morelia, Michoacán)”, en Noua Tellus 30/2 (2012): 223-225.
Entrevista realizada por la doctora Carolina Olivares Chávez a la doctora Aurelia Vargas Valencia, presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios Clásicos, en el acto de clausura de la 3era. "Olimpiada Etimológica (2018-2019)", llevada a cabo del 13 al 15 de marzo de 2019 en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Filológicas.
(Con)figuraciones institucionales: la visión universitaria de Alberto Vital
Alejandro Sacbé Shuttera
Instituto de Investigaciones Filológicas
aletheiamx@yahoo.com.mx
El nombre de Alberto Vital es sinónimo de dedicación, elocuencia, rigor académico, institucionalidad, congruencia personal y compromiso con la Universidad Nacional. Con sólo repasar levemente sus cerca de cuarenta años de servicio incansable saltan a la vista cuerpos colegiados de diversa índole, comisiones dictaminadoras, comités editoriales, consejos técnicos o internos de Humanidades, proyectos inter institucionales de investigación, principalmente, sobre historia literaria mexicana; preocupación por la didáctica de la lengua española tanto oral como escrita, dirigida por igual a estudiantes connacionales que a “extranjeros” –adjetivo sobre el que el propio Vital guarda reservas– no hispanohablantes; cargos directivos de diverso rango, entre muchos aspectos más que hacen de su trayectoria una de las más destacadas en el Subsistema de Investigación en Humanidades de esta Universidad.
Por referir a esta última veta, se puede contar su experiencia en la Secretaría Académica de este Instituto de 1993 a 1997; poco después, su paso por la coordinación del Centro de Estudios Literarios, entonces su unidad de adscripción, de 2000 a 2002. Pasaron poco más de diez años para que comenzara a ocupar cargos de más alto rango, como la dirección de este Instituto de Investigaciones Filológicas de 2013 a 2015; la Coordinación de Humanidades, de 2015 a 2019, y la dirección del Centro de Enseñanza Para Extranjeros (CEPE) pocos meses más tarde, que ocupa hasta la fecha. En esas múltiples y diversas labores, si algo distingue profundamente a Alberto Vital es su entrega incondicional a la Universidad Nacional Autónoma de México. Un universitario cabal, orgulloso de los colores que lo identifican desde que ingresó al Colegio de Ciencias y Humanidades hace exactamente 50 años; de sus emblemas, valores y principios; de su historia, presente y futuro; de su excelencia institucional, que por una suerte de metonimia ha impregnado en su labor personal a cada paso que da, en lo académico y en lo directivo-institucional.
En sus labores docentes en la Facultad de Filosofía y Letras de esta Universidad al frente de la asignatura Historia de la Literatura Mexicana, VIII, pasando por proyectos de investigación como los dedicados a la obra de Victoriano Salado Álvarez y Juan Rulfo, un rasgo resalta de modo paradigmático: su interés y preocupación por la formación de jóvenes investigadores y su sensibilidad ante las situaciones cotidianas de las que forman parte como futuros humanistas enfrentados a las sociedades actuales. En esa convicción combina las principales misiones de nuestra Alma Mater: la presencia de nuevas generaciones –muchas veces por él formadas– como actores protagonistas del proceso de producción del conocimiento (desarrollo de la investigación, como dimensión práctica de la formación docente) y el constante diálogo y retroalimentación con la sociedad (extensión universitaria y difusión cultural). En un entorno donde tanto a nivel nacional como global las Humanidades parecen estar “heridas de muerte” ante el avance fulminante de las sociedades de masas, Alberto Vital, con espíritu quijotesco, se empeña en defender con denuedo la educación pública del más alto nivel y promover la lectura o la “cultura letrada”, como él la llama, a modo de posible solución –o atenuante– a las crisis que sacuden a un mundo hiper globalizado donde la violencia, la indiferencia, la lasitud, el individualismo, la iniquidad, la pérdida de valores, la inseguridad, el miedo… campean a sus anchas generando un escenario distópico que pareciera sacado de la más cruda de las novelas clásicas de ciencia ficción.
En este breve recorrido es innegable, también, atender su “programa académico personal”, que en Alberto Vital ha significado un auténtico credo de altísima productividad como investigador. Según cifras generales cuenta en su haber con un aproximado de dieciséis libros de investigación como autor individual y dos más en coautoría, cinco libros didácticos y tres de difusión, a los que se agregan alrededor de treinta y cuatro capítulos de libro y treinta artículos en revistas, tanto especializadas e indexadas como de difusión. Por detenerse brevemente en algunas de sus obras, imposible omitir su trabajo doctoral sobre Juan Rulfo en la Universität Hamburg, publicada en español bajo el título El arriero en el Danubio (1994), que desde el marco de la Teoría de la recepción desarrollada por los alemanes Wolfgang Iser y Hans Robert Jauss, basados en la hermenéutica gadameriana, proporciona una renovada lectura a la obra universal del incomparable escritor de los Llanos jaliscienses. Al propio Rulfo dedicó uno de los mayores homenajes en 2004 con Noticias sobre Juan Rulfo. 1784-2003, considerada por la crítica como la “biografía autorizada” de uno de los más grandes orgullos de nuestras letras nacionales. Otros imprescindibles son La muerte de la cultura letrada (2016) y El concepto de superposición (2017), que entrañan una preocupación punzante sobre nuestros entornos globalizados del siglo XXI,con propuestas novedosas para afrontar colectivamente los problemas, respectivamente, del nihilismo contemporáneo que abruma a las sociedades en tiempos de las comunicaciones de masas y, por otro lado, la fragmentación o dispersión disciplinaria de las Humanidades actuales, donde desde la Filología repiensa el ámbito de lo artístico, lo literario, lo histórico-político, con la idea de que puedan “superponerse” los laberintos que entrañan cada uno de esos campos a partir de la generación de “lecturas transversales”, donde la idea de laberinto, retomando con sutileza las paradojas de Jorge Luis Borges, es la de la vida misma. Se debe añadir su enorme contribución al campo de la historia literaria mexicana a partir de impulsar el rescate y edición crítica de la obra completa de un autor cardinal como Victoriano Salado Álvarez, largamente olvidado y marginado del canon, proyecto en el cual se han publicado desde 2013 seis gruesos volúmenes, y otros tantos de crítica literaria y de divulgación. Relevantes son también sus textos de didáctica de la lengua de 2003, La gramática electrónica y Las metamorfosis del español, y su reciente saga de “manuales” para mejor comprensión del fenómeno literario: Manual de pragmática de la comunicación literaria (2014), Manual de onomástica de la literatura (2017), Manual de hermenéutica (2018) y el último de ellos, Manual de argumentación en la literatura (2021).
En la lógica de esos compromisos e intereses académicos e institucionales, pero también político-sociales, se pueden percibir los pilares que erigió cuando estuvo al frente del Instituto de Investigaciones Filológicas –que, por cierto, entregó en diciembre de 2015 con una robusta salud financiera en el rubro de ingresos extraordinarios– apuntalados sobre los cimientos de la promoción a la lectura con la creación de Xoc Na, primera colección de libros infantiles en la historia de la Universidad, que se propuso reeditar obras clásicas adaptadas a la población lectora infantil y juvenil, o bien publicar propuestas de nuestros académicos dirigidos a ese principalísimo sector. La colección contempla una subclasificación por edades, desde los 4-6 años hasta los 18. Puso también en marcha la librería itinerante Filomóvil “Helena Beristáin”, con énfasis en su traslado –intensivo– a planteles lejanos de educación media y media superior. Planteó el ambicioso proyecto Historia de las literaturas en México, uno de los de más ardua cooperación intra- e interinstitucional de los últimos años en el ámbito de las Letras, con seis tomos dedicados al México independiente y tres a la época novohispana publicados hasta ahora con la participación de más de cien investigadores.
Se propuso hacer mucho más en los dos años restantes que tenía al frente del Instituto de Investigaciones Filológicas. Sin embargo, la sucesión rectoral de 2015-2016, fiel a sus principios institucionales, le llevó pronto a aceptar el cargo de coordinador de Humanidades por comisión expresa del rector entrante Enrique Luis Graue, cargo que desempeñó con éxito durante un primer período en el gabinete institucional de la Universidad, hasta un segundo en el que se ha hecho cargo hasta la fecha del importante y estratégico Centro de Enseñanza Para Extranjeros de esta Casa de Estudios.
Dado lo dicho tenemos una idea clara de los puntales de su programa de desarrollo institucional al frente del Instituto de Investigaciones Filológicas. Se pueden resumir en: a) movilidad interinstitucional, con la apertura de espacios para la realización de estancias de intercambio académico; b) impulso al Programa de Jubilación Voluntaria creado durante el rectorado de José Narro para la renovación –y rejuvenecimiento– de la planta investigadora; c) articulación de la función-docencia con la función-investigación; d) movilidad y distribución editorial de la producción investigadora del Instituto para favorecer el acceso a la lectura, con énfasis en comunidades lejanas y/o socioculturalmente vulnerables; e) promoción de ferias de libro, sobre todo dirigidas a la población infantil y juvenil, entre otros temas relevantes.
No podemos cerrar este breve escrito sin resaltar las excelentes cualidades personales de Alberto Vital. Sumamente respetuoso, prudente, de juicio fino y atinado, deferente tanto con colegas como con el personal administrativo y de confianza, personal de base, estudiantes, becarios, sin distinguir en esto entre pares y subordinados, siempre atento a escuchar todas las opiniones y coadyuvar a conciliar las diferencias. No en vano su alto sentido de la responsabilidad individual e institucional y una ética profesional intachable, le han llevado a ganarse el respeto de las distintas comunidades que ha tenido la oportunidad de tratar y, en consecuencia, recibir de su amada Universidad Nacional los dones de reciprocidad que vigorosamente le ha brindado a lo largo de los años.
Fotografía de autoría anónima, que muestra al académico de Filológicas con una mirada que bien puede simbolizar los "horizontes futuros" de la Universidad Nacional Autónoma de México, en línea con lo que se ha venido diciendo, esto es, como orgulloso y comprometido universitario. Lo que quizá mejor lo define. No se conocen restricciones de derechos de autor.
Mario Humberto Ruz: un investigador completo en los estudios mayas de ayer y de hoy
Juan Pedro Viqueira
El Colegio de México
viqueira@colmex.mx
Con la colaboración de Alejandro Sacbé Shuttera
Instituto de Investigaciones Filológicas
Conocí a Mario Humberto Ruz en 1986 cuando, junto con mi compañera Graciela Alcalá, nos trasladamos a vivir a Chiapas. Mi tía, Carmen Viqueira, me había insistido en que me presentara con él a mi llegada a San Cristóbal de Las Casas. En ese momento Mario era el director fundador del Centro de Estudios Indígenas (CEI) de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Pensé que sería poco educado ir a solicitar sus consejos sin saber realmente cuáles eran sus intereses académicos, así que decidí que debía leer previamente alguna de sus publicaciones. Afortunadamente mi compañera, quien es antropóloga, había adquirido años atrás el segundo libro de su serie Los legítimos hombres. Aproximación antropológica al grupo tojolabal (publicada en cuatro tomos, 1981-1986). Lo devoré en un par de días, asombrado por la riqueza y profundidad de su información etnográfica, por la originalidad de sus interpretaciones y por la sobresaliente calidad de su escritura. Sin duda, pensé, el doctor Ruz era un excelente y muy prometedor antropólogo.
Animado por esa primera lectura, continué con su artículo “En torno a los orígenes”, en el primer tomo de esa compilación, en donde se sumergía en un gran número de documentos históricos para aclarar en la medida de lo posible de dónde provenían los tojolabales, que sólo empezaron a ser mencionados por las autoridades españolas a finales del siglo XVII. El manejo crítico de las fuentes documentales utilizadas y la hábil confrontación de las informaciones que se encontraban en ellas eran de un profesionalismo inesperado en la pluma de un antropólogo. El doctor Ruz era, pues, también un gran historiador.
Solicité entonces una cita con él, misma que me fue inmediatamente concedida. Pensaba que me encontraría con un funcionario académico frío y distante, pero estaba totalmente equivocado. No sólo me recibió de manera muy afectuosa, sino que, además, a lo largo de toda la entrevista no dejó de hacer bromas, al mismo tiempo que se interesaba en mi proyecto y me proporcionaba consejos de lo más acertados y pertinentes. Al retirarme, me regaló su libro Copanaguastla en un espejo. Un pueblo tzeltal en el Virreinato (1985), aparecido pocos meses antes. Una simple primera ojeada superficial despertó mi curiosidad: ¿una etnografía histórica basada en el análisis de un diccionario tzeltal-español del siglo XVI? ¿Era aquello posible? La detenida lectura de tan intrigante obra me dejó convencido de que el autor había logrado con gran éxito algo que parecía a priori imposible. Así que, además, tenía dotes de lingüista.
Luego habría de saber que su formación inicial era la de médico —cuyos acertados diagnósticos nos resolverían a mi compañera y a mí problemas de salud años más tarde— y que hablaba inglés, francés, italiano y tojolabal, además de manejar el tzeltal. Realmente era un investigador completamente fuera de serie.
Desempeñaba su cargo de director del CEI en forma sorprendente, podría decirse que del mismo modo, o casi del mismo modo, en que habituaba hacerlo en los varios cargos directivos que ocupó más tarde, incluida su dirección al frente del Instituto de Investigaciones Filológicas: rara vez estaba en su oficina redactando y firmando oficios, sino que su principal labor era conversar con los investigadores discutiendo y corrigiendo proyectos, proponiendo, brindándoles infinidad de consejos y, sobre todo, contagiándolos de su insaciable pasión por conocer. No tardé en aprovechar tal generosidad para someter a su implacable crítica mis propios escritos, que, tras leerlos atentamente, me los regresaba atiborrados de correcciones y sugerencias para mejorarlos. Rara vez tuve mejor maestro.
En 1994, semanas después del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), recibí la encomienda de la directora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), la doctora Teresa Rojas, de editar un libro colectivo que permitiera comprender el trasfondo histórico y social de aquella rebelión. Era una tarea que sobrepasaba mis capacidades de joven historiador, así que recurrí a pedir ayuda a Mario, quien aceptó gustoso el reto. Gracias a su profundo conocimiento de la historiografía y la antropología de Chiapas y a su extensa red de contactos entre los “chiapanólogos” pudimos invitar a un selecto grupo de investigadores a que participaran en la obra, que recibió el título de Chiapas. Los rumbos de otra historia (1995). Editar ese libro con Mario fue una placentera escuela de rigor y de perfeccionismo. En todos los meses que duró este trabajo sólo discrepamos en un punto. Mario se obstinó hasta la necedad de que mi nombre apareciera antes que el suyo en la portada, a pesar de que sin su colaboración la obra no hubiera sido ni remotamente lo exitosa que ha llegado a ser.
Ese mismo año tuve la oportunidad de conocer otra sorprendente y admirable faceta de Mario. A raíz del levantamiento zapatista, los médicos que atendían la región tojolabal en las distintas dependencias públicas abandonaron sus puestos, dejando a los indígenas sin servicios de salud. Algunos, entonces, se acordaron del joven médico que había realizado su servicio social entre ellos, se había esforzado con éxito en aprender su lengua para atenderlos mejor y tiempo después había regresado como estudiante de antropología social para escribir su tesis de maestría sobre su organización social, sin dejar de ofrecerles consultas médicas gratuitas. Se comunicaron entonces con él para pedirle que regresara por unos meses a atenderlos mientras los servicios de salud se restablecían, a lo que Mario accedió sin pensarlo dos veces. Semanas después, con la maestra Dolores Aramoni y mi compañera Graciela Alcalá, acudimos a Las Margaritas a llevarle unas cajas de medicamentos que nos había encargado adquirir en San Cristóbal. Al llegar al lugar en el que Mario daba consulta nos encontramos con una larga fila de pacientes que esperaban ser recibidos por el “loktor”, quien no sólo les proporcionaba certeros consejos y les recetaba medicinas eficaces y económicas, sino con el cual podían comunicarse en su lengua. Después de una larguísima jornada, en la que atendió a decenas de enfermos, Mario se dirigió todavía al campo de desplazados para ocuparse de los más graves que no podían acudir a su consultorio por sus propios medios.
Así, en unos pocos años descubrí todas las virtudes que han hecho de Mario Humberto Ruz al que considero el mayista más completo de nuestros tiempos: ha realizado trabajo de campo en gran parte de la extensa área maya, ha estudiado la historia de sus habitantes sin omitir periodo alguno, ha abordado problemáticas de lo más diversas en obras dirigidas a lectores, igualmente, de lo más diversos, desde investigadores altamente especializados hasta el público general. Sus obras de autor y los libros colectivos que ha editado son innumerables y fascinantes. Lo más sorprendente es que, al mismo tiempo, ha dirigido un gran número de proyectos de investigación y tesis, y ha ocupado puestos académico-administrativos del mayor nivel con inusitada pasión.
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De vuelta en la capital del país, ya en la Universidad Nacional Autónoma de México, Mario fue director de la revista Estudios de Cultura Maya del Instituto de Investigaciones Filológicas de 2014 a 2016, la cual, durante su gestión, alcanzó los más altos peldaños internacionales de posicionamiento —que, con ligeras variaciones, sigue manteniendo hoy en día.
A partir del 3 de febrero de 2016, fecha en que Ruz tomó el cargo como director de Filológicas, hasta cumplir su período en 2020, sé que buscó promover un crecimiento sostenido, equilibrado y plural en todas las áreas de que se compone la planta productiva de ese instituto tan complejo y variado. Trabajos que van desde el mejoramiento de la infraestructura, el acondicionamiento de los espacios físicos, la ampliación de aulas para el desempeño de la docencia, hasta el impulso a proyectos tan ambiciosos y loables como la extensión de líneas de investigación a centros que se proponían dar presencia a la Máxima Casa de Estudios del país en el Ex Convento de Santo Domingo, Oaxaca, junto con otras entidades de la propia universidad como el Instituto de Investigaciones Estéticas. Si bien no puede omitirse que uno de los grandes retos y dificultades de su administración fueron los trabajos de ampliación y modernización de la Biblioteca “Rubén Bonifaz Nuño”, que debió suspender actividades por casi dos años, finalmente cumplió su ambicioso proyecto con logros a la vista de todos. Su esmero en llevar ello a buen puerto, sin duda, ha permitido optimizar tanto los trabajos de investigación del personal académico como alentar una mayor presencia de jóvenes estudiosos que se nutrirán de fuentes valiosísimas (no sólo por su costo material) como las que resguarda ese recinto en sus amplios acervos. Especialmente notoria fue la adquisición del fondo Zesati-Rougier que, con sus más de 174,000 volúmenes (3,206 pertenecientes al fondo antiguo), representó una de las mayores inversiones de su administración en aras de la preservación y difusión de la cultura y patrimonio histórico, literario, artístico y documental de México.
Como quedó de manifiesto en su último informe anual leído el 10 de enero de 2020, Mario Humberto Ruz se empeñó en fortalecer la investigación desde el punto de vista de la producción editorial. Por un lado, a través de cifras tan asombrosas y significativas de la alta productividad del Instituto de Filológicas como la participación promedio de un académico de esa entidad por cada seis libros publicados en el Subsistema de Humanidades de la UNAM; por otro, merced al gran aliento que dio a las publicaciones periódicas, patente en logros como el reconocimiento en 2018 —refrendado en 2019— a la revista Estudios de Cultura Maya dentro del cuartil Q1, el nivel más alto al que una revista puede aspirar en los rankings internacionales, o como los niveles Q3 alcanzado por Acta Poética y Q4 por Literatura Mexicana, en índices de citación tan prestigiosos como Scopus y Web of Sciences, respectivamente. Ello sin mencionar que el resto de las revistas de Filológicas, todas ellas, emblemáticas, gozan de buena salud y están cada vez más integradas a sus propias comunidades disciplinares.
Otro importante aspecto de su administración fue su apuesta por la innovación a partir de las herramientas tecnológicas, especialmente, en diversos proyectos digitales mediante los que se ha visibilizado mucho más la labor de varios investigadores. Como ejemplos, entre otros, se pueden mencionar proyectos como La Novela Corta. Una Biblioteca Virtual, coordinado por Gustavo Jiménez y Gabriel Enríquez; el Diccionario de Escritores Mexicanos (en línea), continuación digitalizada de una labor histórica emprendida hace más de 50 años por la maestra Aurora M. Ocampo, ambos, proyectos del Centro de Estudios Literarios; o Universos Sonoros Mayas, coordinado por Francisca Zalaquett, del Centro de Estudios Mayas. Tan sólo una muestra de tres grandes iniciativas de investigación que han llevado la ejemplar labor realizada en el Instituto de Filológicas hasta lejanas latitudes. En esa nómina de proyectos no puede omitirse el impulso a la creación del destino de la presente colaboración: la revista de divulgación Senderos Filológicos que, a cinco años de su creación, continúa buscando acercar el campo muchas veces hiper especializado de la Filología hacia públicos más numerosos, con la divisa universitaria de devolver a la sociedad lo que de ella generosa e incondicionalmente ha recibido.
Por último, ahora que Mario Ruz recibió el reconocimiento a su infatigable labor de investigador al ser nombrado con toda justicia investigador emérito por la Universidad Nacional Autónoma de México, cometí el error de preguntarle si con ello se tomaría las cosas con más calma. Recibí como respuesta un afectuoso reproche: ¿cómo se me ocurría que él sería capaz de trabajar menos? (bueno, lo dijo en realidad con otras palabras). Efectivamente, hacerle esa pregunta era insinuarle olvidar su insaciable sed de conocimiento e inagotable pasión por los mayas. Podemos, por tanto, todos quienes gozamos de sus lúcidas investigaciones, estar tranquilos: seguiremos recibiendo mucho de Mario Humberto Ruz por —esperemos— otros largos años.
Entrevistas
Marco Antonio Campos
Licenciado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Marco Antonio Campos es un escritor y traductor mexicano, además de cronista, ensayista, narrador y poeta. La importancia de sus trabajos como investigador del Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, y la de su obra personal, lo colocan entre las voces vivas de mayor relevancia en el medio. Ha sido profesor de Literatura en la Universidad Iberoamericana (1976-1983); lecturer huésped de las universidades de Salzburgo y Viena (1988-1991); profesor invitado por la Brigham Young University en Provo, Utah (1991), así como por las universidades de Buenos Aires y La Plata (1992) y la Universidad de Jerusalén (2003)
Fue jefe de redacción de Punto de Partida; director de Literatura de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM; director en dos épocas de Periódico de Poesía y coordinador del Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades de la UNAM. Además ha sido colaborador en distintas épocas de diferentes diarios, revistas y suplementos de circulación nacional. Ha traducido a Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, André Gide, Roger Munier, Antonin Artaud, Umberto Saba, Giuseppe Ungaretti, Salvatore Quasimodo, Georg Trakl, entre otros. Su obra ha sido galardonada en México con los premios Xavier Villaurrutia y Nezahualcóyotl; en España con el Premio Casa de América y Premio del Tren 2008 "Antonio Machado", y en Chile con la Medalla Presidencial "Centenario de Pablo Neruda".
Voces "de un Gran Poeta..."
Rubén Bonifaz Nuño en el centenario de su natalicio
Entrevista con Marco Antonio Campos - Centro de Estudios Literarios
Creada en 2019, la Cátedra Extraordinaria "Rubén Bonifaz Nuño" es el tema con que el maestro Marco Antonio Campos abre esta conversación para permitirnos conocer detalles sobre la manera en la que se conformó, cómo se organizó y las áreas o disciplinas de estudio y creación que buscó promover, reflejo de los intereses del propio Bonifaz, a saber, la poesía, la traducción de textos clásicos grecolatinos y el estudio de las expresiones culturales de los pueblos originarios de Mesoamérica, con énfasis en el entorno indígena mexicano. Marco Antonio Campos destaca en esta conversación la maestría con la que Bonifaz “hacía sonar” sus poemas con excepcional musicalidad, fruto de su innovador dominio de la métrica. Y cómo en su obra, ámbitos no siempre coincidentes como la poesía y la traducción se hermanan. Valga esta entrevista, en la que además el maestro Campos menciona y comenta una importante cantidad de libros poéticos escritos por Bonifaz, para adentrarnos en el universo musical de la poesía de uno de nuestros más grandes y destacados humanistas de los últimos tiempos.
Fotografía tomada por Aarón Cervantes, con los protagonistas de esta conversación en charla informal al término de la entrevista. Cedidos los derechos a la revista Senderos Filológicos.
Retrato de autoría desconocida a cargo de El Colegio Nacional, institución a la cual perteneció desde 1972 Rubén Bonifaz Nuño. Presentada en un acto de homenaje al poeta en el propio Colegio en noviembre de 2017, a propósito del quinto aniversario luctuoso de Bonifaz. Cedidos los derechos de reproducción para expresos propósitos de este número homenaje por el centenario de su natalicio y los 50 años de su más significativa creación institucional: el Instituto de Investigaciones Filológicas. Tomada de Wikimedia Commons.
Cecilia Rojas Nieto
Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestra en Artes en Lingüística Teórica por la Universidad de Essex (UOE), Gran Bretaña, y doctora en Letras por la UNAM. Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Casa de Estudios y tutora del Posgrado en Lingüística. Actualmente es especialista en el campo de Adquisición del Español como Lengua Materna. Parte fundamental de su investigación remite al uso lingüístico parental, y los efectos de la experiencia concreta y la interlocución en el proceso de Adquisición. Es autora de numerosos artículos, capítulos especializados y varios libros como autora o coordinadora sobre diversas líneas de investigación que ha llevado a cabo en el Centro desde 1967. En 2011 recibió el premio Sor Juana Inés de la Cruz que otorga la UNAM a académicas distinguidas.
Erika Mendoza Vázquez
Licenciada en Lingüística por la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (2008) y doctora en Lingüística por El Colegio de México (2014). Investigadora del Centro de Lingüística Hispánica en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sus principales intereses de investigación son la sociofonética, la variación lingüística, la prosodia y la entonación en distintas variedades del español de México, en entornos urbanos y rurales. Ha trabajado aspectos relacionados con la interfaz sintaxis-prosodia, específicamente las propiedades prosódicas del foco contrastivo e informativo en datos de habla de la Ciudad de México. También ha colaborado en investigaciones acerca del uso de marcadores discursivos en datos de pacientes con afasia de Wernicke. Participa en el Seminario de Prosodia (IIFL-UNAM) y es co-coordinadora del Corpus Oral del Español de México (COEM), con la participación además de Pedro Martín Butragueño y Leonor Orozco. Colaboró como asesora externa en el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, dentro del proyecto de Archivo de Lenguas Indígenas Nacionales (ALIN).
Laura Cristina Villalobos Pedroza
Doctora en Lingüística y maestra en Lingüística Hispánica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En la actualidad cursa un posgrado en Neurociencias en la Facultad de Medicina de la misma institución. Se desempeña como Técnico académico en el Centro de Lingüística Hispánica del Instituto de Investigaciones Filológicas y profesora de la Maestría en Lingüística Aplicada y de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas de la UNAM. Su proyecto actual se centra en el diseño, organización e implementación del repositorio digital de corpora y bases de datos del Centro de Lingüística Hispánica. Asimismo, tiene interés por la exploración del impacto de las prácticas interlocutivas y la experiencia social en los procesos de adquisición del lenguaje temprano, específicamente, en la aparición de patrones fonéticos y prosódicos en los sistemas lingüísticos de los niños. Recientemente, formó parte del Comité Organizador del Workshop on Interaction and Multimodality in Language Acquisition (2022), auspiciado por el Instituto de Investigaciones Filológicas.
"Todas se llaman lenguas"... que cantan
El dato lingüístico desde diversas perspectivas
Entrevista con Cecilia Rojas, Erika Mendoza y Laura Cristina Villalobos - Centro de Lingüística Hispánica
El lenguaje es "la suave música de la especie", comenta Cecilia Rojas al citar a Charles Darwin. En esta charla sostenida también con Erika Mendoza y Laura Villalobos, se repasan diversos temas que son importantes para el quehacer del Instituto de Investigaciones Filológicas, en específico para el Centro de Lingüística Hispánica. Cada una de ellas nos comenta los temas sobre los cuales han desarrollado sus investigaciones y lo que consideran el "estado del arte" de los estudios lingüísticos en la actualidad. Comentan sobre los diferentes grandes proyectos nacionales e internacionales que se han hecho en torno al fenómeno lingüístico y cómo ven el futuro en su área de estudio. Coinciden en que "el gran reto" es la diversidad, lo que marca el rumbo de estudio del fenómeno lingüístico "total". Se preocupan –ocupan– también por los retos que supone la interacción con las máquinas a partir de los recientes desarrollos sobre Inteligencia Artificial desde las Neorociencias, al tiempo que se pronuncian por la necesidad de una perspectiva de estudio transdisciplinar. Todo ello, en conjunto, las lleva a intentar reconceptualizar la noción de conocimiento lingüístico, y a decir que no somos más que "un animal que canta... de múltiples formas".
Imagen de presentación del World Atlas of Language Structures Online (WALS). Te invitamos a dar clic para acceder al portal de esta fascinante colección de datos lingüísticos:
Te invitamos a hacer clic sobre la imagen de portada de la siguiente revista brasileña, Revista da Anpoll, donde se encuentra una muy interesante entrevista a Peter Hagoort sobre el proyecto Human Languages.
Muestra de algunos proyectos desarrollados por el Centro de Lingüística Hispánica del Instituto de Investigaciones Filológicas.
Belem Clark de Lara
Fundadora, y actual coordinadora, del Seminario de Edición Crítica de Textos del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es doctora en Letras (Literatura mexicana) por la Facultad de Filosofía y Letras de la misma Casa de Estudios. Sus líneas de investigación están enfocadas en el rescate del patrimonio escriturario de autores mexicanos de los siglos XIX y XX y en el impulso que ha aportado al quehacer disciplinario de la Edición crítica de textos (o Crítica textual). Los aportes de su actividad como investigadora, como formadora de recursos humanos y como coordinadora de proyectos académicos han contribuido a redimensionar la historia intelectual de las letras nacionales y llevado a la recuperación de más de 20 obras del siglo XIX. Destaca también su participación en el ámbito académico-administrativo, tanto en el Instituto de Investigaciones Filológicas, como secretaria técnica y luego como secretaria académica, como en la coordinación general de la Hemeroteca y la Biblioteca Nacional de México.
Pamela Vicenteño Bravo
Obtuvo el doctorado en Letras (Mexicanas) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. En 2019 se incorporó como investigadora al Seminario de Edición Crítica de Textos del Instituto de Investigaciones Filológicas, donde destacó su labor editorial en algunos tomos de las Obras de José Tomás de Cuella. Actualmente se encarga de las Obras de José María Roa Bárcena, su principal línea de investigación. También es docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde imparte clases de edición de textos y literatura mexicana de los siglos XVIII y XIX. Con su trabajo, contribuye al rescate y edición crítica de textos del siglo XIX, poniendo el foco de sus intereses en la narrativa y el periodismo de aquella época, con lo cual amplía el panorama de la historia intelectual decimonónica, además, al coordinar equipos de investigación en proyectos colegiados y de formación de recursos humanos.
“Entre periodistas y literatos…”
Historia y líneas de trabajo del Seminario de Edición Crítica de Textos
Entrevista con Belem Clark y Pamela Vicenteño
En la presente entrevista escuchamos la voz de dos generaciones con intereses comunes pero con líneas de trabajo particulares. Por un lado, Belem Clark nos cuenta platica cómo fue que lo que inició como un taller, poco a poco y con base en resultados y la formación de una metodología clara de trabajo, fue ganando espacios hasta afianzarse como el actual Seminario de Edición crítica de Textos, dedicado a la literatura mexicana del siglo XIX y XX fundamentalmente. Comenta sobre proyectos de investigación que tienen como fin el rescate, la edición crítica y la interpretación de obras de autores como José Tomás de Cuellar o José María Roa Bárcena, entre otros. Por su parte, Pamela Vicenteño resalta la importancia de la primera etapa de la edición crítica, la recensio o búsqueda exhaustiva del material existente de un texto, en este caso, de periódicos y libros de la época. Al ser proyectos de largo aliento, comenta, es necesario conformar equipos de trabajo que conjunten bien la teoría y la práctica y es lo que destaca del Seminario. Además, platica sobre Roa Bárcena, autor que es motivo de sus actuales investigaciones y reflexiona sobre cómo el rescate de autores y textos decimonónicos es fascinante porque con base en los descubrimientos que se realizan, los argumentos se deben ajustar y la historia se debe ir reescribiendo.
Tatiana Bubnova
Investigadora del Seminario de Hermenéutica del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, es egresada de la Universidad de San Petersburgo del área de Filología Romance además de doctora en Literatura Hispánica, con especialidad en literatura del Siglo de Oro, por El Colegio de México. Desde 1982 ha impartido clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como en la especialidad de Literatura en el Posgrado y dirigido tesis en esta y otras instituciones de educación superior.
Estudiosa del lingüista, crítico literario, filósofo ruso Mijail Batjín, ha traducido al español y divulgado la mayor parte de la obra crítica del pensador. Como autora y editora, es responsable de numerosos artículos y libros especializados publicados que giran en torno a autores españoles, latinoamericanos y rusos. A lo largo de su carrera académica ha dictado conferencias en universidades de Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá y Europa.
Interpretación de las lenguas
Filología, poética y traducción
Entrevista con Tatiana Bubnova - Seminario de Hermenéutica
Siendo una adolescente, Tatiana Bubnova disfrutaba leyendo libros raros y difíciles que tenían comentarios que le parecían, a veces, más interesantes que la obra, ya que explicaban y aclaraban temas que no eran del todo conocidos para ella. Le sobrevino, entonces, una pregunta: ¿quién aporta ese conocimiento? Fue su curiosidad por saber más sobre lo que está detrás de ese proceso que Bubnova entró en el campo de la filología, cuya base, comenta, se encuentra en tres grandes aspectos: a) los textos en sí, su lectura y análisis; b) los comentarios que se hacen sobre ellos y, por supuesto, c) su traducción. En la presente entrevista habla sobre sus inicios como académica en el entonces recién creado Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y reflexiona sobre la importancia que en la actualidad tiene la labor de traducción, los estudios que se llevan a cabo en el Instituto y lo que puede aportar una rama de estudios como la hermenéutica para la mejor comprensión de todo lo que acontece en el dominio de las lenguas y las letras.
Bulmaro Reyes Coria
Doctor en Letras (Clásicas) por la Universidad Nacional Autónoma de México, es investigador en filología latina en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la misma Casa de Estudios desde 1978. Como traductor destaca el trabajo que ha realizado sobre las obras retóricas de Cicerón, las cuales han sido publicadas en la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, colección que dirigió Rubén Bonifaz Nuño por más de veinte años, así como de autores neolatinos como Marciano Capela, Carlos Borromeo, Ignacio Fernández del Rincón y Juan Molano. Es autor de libros que tratan temas como
la enseñanza de la gramática del español en la educación básica (Mi gramática de la secundaria), hasta manuales de edición como su ya clásico Metalibro. Manual del libro en la imprenta. Cabe destacar que a él debe su creación el Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Filológicas, en 1986. Referente en la enseñanza del latín, la docencia ha sido otro campo en el que ha destacado a través de la capacitación de numerosas generaciones de estudiantes en la comprensión del idioma. Incansable lector, también destaca como orador, expositor y buen conversador.
La traducción clásica "como investigación"
Evocaciones de un "hombre de letras de su época". A 100 años de su natalicio
Entrevista a Bulmaro Reyes Coria - Centro de Estudios Clásicos [20', 33'' de duración].
00:00-01:28 – Palabras de presentación a Bulmaro Reyes Coria
01:29-07:44 – Instituto de Investigaciones Filológicas y la traducción de textos griegos y latinos
El doctor Bulmaro platica sobre su ingreso en 1978 al Instituto de Investigaciones Filológicas y sobre la creación del Centro de Estudios Clásicos en 1966 —entonces llamado Centro de Traductores de Lenguas Clásicas—, uno de cuyos propósitos fue combatir “un desdén oficial” que existía por la traducción grecolatina. Ello se consolidó con la creación del Instituto de Investigaciones Filológicas, a expensas de Rubén Bonifaz Nuño, en 1973. La traducción, “en sí misma, sola ella —nos dice— es una investigación, ya que no hay manera probada de traducir un texto sin estudiarlo”.
Portada de De inventione rethorica de Marco Tulio Cicerón, en versión de Bulmaro Reyes Coria, responsable también de la introducción y las notas. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Coordinación de Humanidades, 1997 (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana).
07:45-12:00 – Ámbito editorial y creación de departamentos editoriales
La experticia editorial que, a lo largo de los años y con base en la constante práctica y estudio el doctor Bulmaro acumuló, derivó entre otras cosas en la creación de departamentos editoriales, tanto en el ámbito de la iniciativa privada como en la propia Universidad, específicamente con la fundación del Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Filológicas, en 1986.
Grabado de Marco Valerio Marcial [Marcus Valerius Martialis], último autor al que Bonifaz Nuño dedicó una traducción para la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, en coautoría con Bulmaro Reyes Coria.
12:01–14:45 – El Metalibro, más allá del libro
El ejercicio y experiencia editorial de Bulmaro Reyes tienen su reflejo, en parte, con la publicación de su ya clásico Metalibro, obra editada por primera vez en 1988. Nació para acompañar la formación de libros en linotipo y para convertirse, con el paso de los años, en un referente editorial de la edición y corrección de textos. En esta parte de la entrevista se comenta cómo el avance de las herramientas tecnológicas se ha integrado a las tareas editoriales y la importancia de someter los textos al manejo de estas nuevas herramientas, sin dejar de lado la corrección tradicional.
Portada de la primera reimpresión de la 4ta. edición de Metalibro. Manual del libro en imprenta, de Bulmaro Reyes Coria, a cargo de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2019 [1988].
14:46-19:41 – Rubén Bonifaz Nuño, “escritor por antonomasia”
Bulmaro Reyes evoca la memoria de quien llama “el hombre de letras de su época”; como un colega, un "par", un “maestro” —título que, recuerda con orgullo y satisfacción, siempre le fue también concedido por el poeta nacido en Córdoba, Veracruz—, a quien solía encontrar en su oficina a puertas abiertas, siempre escribiendo y traduciendo. Compañeros de trabajo hasta el final de sus días, Bulmaro Reyes se congratula de la oportunidad que le brindó Bonifaz de trabajar, hombro con hombro, sus últimas traducciones en coautoría, específicamente la Ilíada de Homero y los Epigramas, Libro de los espectáculos y Libro I, de Marcial, última obra a la que el gran filólogo clásico se dedicó a traducir, y que Bulmaro Reyes le llevó en pruebas finas casi a su lecho de muerte —pocos días antes— en 2013 (experiencia, desde luego, recordada con gran emoción y significado).
Fotografía del poeta y traductor hacia sus últimos años, de autoría desconocida, extraída de UNAM Global Revista, "Amigos se reúnen para recordar a Rubén Bonifaz Nuño", reportaje de Omar Páramo, ed. de Francisco Medina, a propósito de la ceremonia por su 5to. aniversario luctuoso en El Colegio Nacional, en noviembre de 2017. Original bajo resguardo del Recinto Rubén Bonifaz Nuño en la Biblioteca Central de la UNAM. Derechos patrimoniales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
19:42-20:33 – Palabras finales y agradecimientos
CONTENIDOS MISCELÁNEOS
Artículos de divulgación
¿Cómo hacer una oración transitiva en maya yucateco?
Eduardo Barcenas Marquez
Programa de Doctorado en Estudios Mesoamericanos
Instituto de Investigaciones Filológicas
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional Autónoma de México
dudu_10@live.com.mx
Introducción
El maaya o maaya t’aan ‘lengua maya’,[1] como es autodenominada por sus hablantes, corresponde a la lengua de la familia maya hablada en la Península de Yucatán por aproximadamente 774,755 personas según el censo de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). La enorme mayoría de los hablantes habitan en diversas comunidades de los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, y en menor medida en las poblaciones de Orange Walk y Corozal, en Belice (Sobrino Gómez, 2018: 26; Valiñas Coalla, 2020: 195). Por ejemplo, es una imprecisión considerar al náhuatl como la lengua indígena de México con mayor número de hablantes (el náhuatl no es una lengua, sino una familia de distintas lenguas). En contraste, el maaya sí corresponde a una lengua unitaria, con una mayor cifra de hablantes que cualquiera de las lenguas nahuas, razón por la cual tiene que ser considerada como la lengua indígena más hablada de México (Can Canul et al., 2016: 11).
La sintaxis del maya yucateco ha sido ampliamente estudiada. En este artículo solamente presento una síntesis sobre algunos de los aspectos gramaticales pertinentes para entender, de manera general, los procesos de creación de una oración transitiva. Es importante tener en cuenta que aquí se desarrolla una descripción con fines de divulgación para el aprendizaje y enseñanza del maya yucateco, por lo que he decidido utilizar un lenguaje que pueda ser entendido por el público en general, y no exclusivamente por especialistas en el ámbito de la lingüística maya. Finalmente, la terminología no necesariamente se ajusta a la que se emplea dentro de la tradición “mayista”; sin embargo, por lo general resulta práctica para comprender cada uno de los constituyentes de una oración transitiva.
¿Qué es una oración transitiva?
Básicamente, podemos decir que una serie de frases sustantivas, verbales, adjetivales, adverbiales, etc., cuando se encuentran en una relación de convivencia conforman una estructura mayor denominada oración, la cual posee un significado pleno al encontrarse inmersa dentro de un discurso. Específicamente, una oración transitiva es una agrupación conformada por un verbo principal y sus argumentos. La estructura argumental de un verbo transitivo se distingue por tener dos argumentos centrales, los cuales se enuncian o se deducen dentro de un contexto discursivo específico. El primer argumento es denominado sujeto. El sujeto típicamente corresponde a una entidad animada, la cual controla y realiza la acción del verbo, ya que tiene volición sobre dicha acción. Por otra parte, el segundo argumento es el objeto, y puede referir a la entidad que experimenta o sufre un cambio producto de la acción descrita por el verbo principal. A manera de ejemplo, (1) a (3) son oraciones transitivas en donde se aprecian los dos argumentos que requiere un verbo de carácter transitivo.
- (1) Octavio besó a Bania.
SUJETO VERBO OBJETO - (2) Clara alimentó a su gato.
SUJETO VERBO OBJETO - (3) Octavio escribió un libro.
SUJETO VERBO OBJETO
En maya yucateco, para formar una oración transitiva, también se necesitan dos argumentos; sin embargo, estos se codifican de manera muy diferente a la del español. Se debe tener en cuenta que todos los argumentos con función de sujeto al interior de una oración transitiva se van a marcar con los siguientes pronombres, que para fines de esta exposición serán nombrados pronombres de sujeto.[2]
Los pronombres de sujeto cambian según la persona que realiza la acción, es decir, si la persona corresponde a una primera, segunda o tercera persona del singular o del plural, se van a utilizar marcas pronominales diferentes. En el cuadro 1 se presentan los pronombres de sujeto en maya yucateco.
Cuadro 1. Pronombres de sujeto
Singular |
Plural |
|
1ª |
in |
k |
2ª |
a |
a...-e'ex |
3ª |
u |
u...-o’ob |
Cuadro elaborado por el autor de este artículo.
A continuación, muestro oraciones transitivas donde se ejemplifica el uso de los pronombres de sujeto:
- (4) Táan in méek’ikech
‘(Yo)te estoy abrazando’ - (5) Táan a méek’iken
‘(Tú) me estás abrazando’ - (6) Táan u méek’ikech
‘(Él/ella) te está abrazando’
- (7) Táan k méek’ikech
‘(Nosotros) te estamos abrazando’ - (8) Táan a méek’ikene’ex
‘(Ustedes) me están abrazando’ - (9) Táan u méek’ikecho’ob
‘(Ellos/ellas) Te están abrazando’
En (4) el sujeto corresponde a una primera persona del singular, por ello se emplea el pronombre in. Respectivamente, (5) y (6) corresponden a la segunda y la tercera persona del singular. En (7) el sujeto es una primera persona del plural, a saber, que se determina por la presencia del pronombre k. Es importante observar que la posición de los pronombres de sujeto de la primera persona del singular y del plural, así como de la segunda y tercera persona del singular se encuentra antes del verbo. En (8) el sujeto corresponde a una segunda persona del plural. Aquí merece la pena mencionar que este pronombre con función gramatical de sujeto se caracteriza por conformarse por dos segmentos discontinuos. El segmento a… que antecede al verbo y el segmento …e’ex, al final de la oración. Finalmente, en (9) el pronombre de sujeto u…o’ob, como en la segunda persona del plural, indica la tercera persona. Es importante observar que ambas personas en su número gramatical se comportan morfológicamente igual.
Consideremos ahora la categoría gramatical de objeto. Ésta se indica con una serie de pronombres denominados aquí como pronombres de objeto. Los pronombres de objeto se caracterizan por aparecer inmediatamente a la derecha del verbo de la oración. La marca con función de objeto cambia según la persona y el número. Es decir, si el objeto corresponde a una primera, segunda o tercera persona del singular o del plural, se utilizan marcas pronominales distintas, como se muestra en el cuadro 2.
Cuadro 2. Pronombres de objeto
Singular |
Plural |
|
1ª |
en |
o’on |
2ª |
ech |
e’ex |
3ª |
ø |
o’ob |
Cuadro elaborado por el autor de este artículo.
De modo igual al ejemplo anterior, esquematizo a continuación oraciones transitivas donde se ejemplifica el uso, así como la posición, de los pronombres de objeto.
- (10) Táan a méek’iken
‘Me estás abrazando (a mí)’ - (11) Táan in méek’ikech
‘Te estoy abrazando (a ti)’ - (12) Táan in méek’ikø
‘Lo/la estoy abrazando (a él/ ella)’
- (13) Táan a méek’iko’on
‘Nos estás abrazando (a nosotros)’ - (14) Táan in méek’ike’ex
‘Los estoy abrazando (a ustedes)’ - (15) Táan in méek’iko’ob
‘Los/las estoy abrazando (a ellos/ellas)’
En (10) el objeto corresponde a una primera persona del singular, que se identifica por el pronombre en. Correspondientemente en (11) el objeto es una segunda persona del singular, mientras que en (12) se marca con el pronombre ø. Es importante mencionar que el pronombre ø de la tercera persona del singular no tiene contenido fónico. Es decir, es un elemento que no se pronuncia. En (13) el objeto pertenece a una primera persona del plural, y se determina por el pronombre o’on; al igual que e’ex para (14) y o’ob para el (15), para segunda y tercena personas del plural, respectivamente. Los pronombres de objeto tienen una única posición dentro de la oración: a la derecha del verbo.
En suma, para concluir con los pronombres de sujeto y objeto podemos decir: (i) los pronombres de sujeto se caracterizan por anteceder al verbo transitivo de la oración. Sin embargo, se debe recordar que los pronombres de sujeto de la segunda y tercera persona del plural son discontinuos. Y (ii) los pronombres de objeto se ubican al extremo derecho del verbo.
Ahora que he presentado las distintas series pronominales del maya yucateco, elaboro una breve descripción sobre algunos segmentos que también son necesarios para la formación gramatical de una oración transitiva en esta lengua.
Otros constituyentes para la conformación de una oración transitiva
Al construir una oración transitiva en maaya es importante tener en cuenta el uso de segmentos que indican propiedades aspectuales,[3] las cuales arrojan información sobre si el evento se está realizando al momento de la emisión o se realiza con frecuencia. En otros contextos, determina si hay una obligatoriedad, o necesidad para llevar a cabo alguna actividad, etc. Cabe resaltar también que la gramática del maya yucateco solamente permite una partícula de aspecto por oración. La posición de esas partículas encabeza la oración (véase cuadro 3).
En el siguiente cuadro presento una muestra general de los distintos tipos de partículas aspectuales conceptualizadas por los especialistas, con la finalidad de observar más de cerca el uso, función y significado de cada una de ellas.
Cuadro 3. Partículas de aspecto del tipo I, II y III
Cuadro elaborado por el autor de este artículo.
Las marcas de aspecto de perfectivo reciente y asegurativo llevan una marca e’, la cual tiene que aparecer al final de la oración.
Cada grupo es acompañado por una marca que hace una distinción entre eventos transitivos según su grado de confirmación empírica (véase Gutiérrez Bravo, 2015: 23-29).[4]. Entre estos usos, cabe mencionar la marca -aj que indica el grado de confirmación empírica llamado ‘completivo’, referente a sucesos que tienen el grado de confirmación más alto, pues se encuentran “completos” en el momento de la emisión o se presentan como “completados”.
De acuerdo con lo presentado en el cuadro 3, la marca -aj se emplea con la partícula del Tipo III. En el extremo contrario de gradación se encuentra -ej, que señala la confirmación empírica nombrada irrealis, es decir, los eventos no pueden ser verificados empíricamente pues, o son hipotéticos, o bien se hallan remotos en el futuro o demasiado distantes en el pasado. La marca -ej se utiliza con partículas del tipo II. Finalmente, en medio de los grados de confirmación completivo e irrealis se encuentra el incompletivo, con el morfema -ik. El incompletivo se debe de entender como todo aquel evento donde la confirmación empírica es “intermedia”. El incompletivo se debe de entender como todo aquel evento donde la confirmación empírica es “intermedia”. No obstante, también pueden referir a un grado completivo como cuando aparecen las partículas de tipo I: ts’o’ok y táant..e’, que sin embargo no representan el grado más alto de verificación posible.
Conclusión
En este trabajo he buscado proporcionar una descripción sobre los elementos gramaticales necesarios para construir una oración gramatical transitiva en maaya. La descripción y el análisis se ha centrado en argumentar que una oración transitiva en esta lengua se conforma por: (a) un verbo transitivo, (b) el argumento sujeto, (c) el argumento objeto, (d) una partícula de aspecto y (e) la marca de confirmación empírica.
En el siguiente esquema, se muestra el esqueleto sintáctico que constituye a esta clase de construcciones. La posición de cada elemento que se presenta en el esquema 1 corresponde a su único lugar dentro de la oración, lo que significa que si se intercambian de orden se produce una oración que no es permitida en la gramática del maya yucateco.
Con respecto a su naturaleza interna se debe destacar que una oración transitiva puede mostrar como máximo un elemento constitutivo de cada uno, es decir, no puede tener dos argumentos sujeto, no puede tener dos marcas de confirmación empírica, etcétera.
Esquema 1. Componentes para la formación de una oración transitiva en maya yucateco.
[(partícula de aspecto)+(pronombre de sujeto)+(verbo principal)+(marca de confirmación empírica)+(pronombre de objeto)]
[(partícula de aspecto) + |
(pronombre de sujeto) + |
(verbo principal) + |
(marca de confirmación empírica) + |
(pronombre de objeto)] |
Tipo I |
in o’on |
aj (completivo) |
en o’on |
|
Tipo II |
a a…e’ex |
ik (incompletivo) |
ech e’ex |
|
Tipo III |
u u…o’ob |
ej (irrealis) |
ø o’ob |
Esquema elaborado por el autor de este artículo.
La relevancia de este esquema resulta en que es una herramienta bastante funcional para producir oraciones transitivas gramaticales en maya yucateco. La idea, en todo momento, radica en ceñirse simplemente al orden e identificación clara de cada componente gramatical.
Agradecimientos
Dios bo’otik in xkaambesaj yéetel jkaambesaj maaya.
Si te pareció interesante este artículo sobre esta expecional lengua hablada en nuestro país, te invitamos a escuchar un fragmento del siguiente poema en maya yucateco en voz de Isaac Carrillo, su autor, oriundo del estado de Yucatán.
Muestra de maya yucateco del poema Cuánto, de Isaac Carrillo. Audio tomado de la serie Lenguas de México, coordinada por el periodista y escritor Mardonio Carballo, publicado en Descarga Cultura.UNAM, 2015: https://www.descargacultura.unam.mx/maya-en-voz-de-isaac-carrillo-4572795. Derechos de reproducción en trámite.
Referencias
- Briceño Chel, Fidencio. Los verbos del maya yucateco. Actual investigación, clasificación y sistemas conjugacionales. Chapingo: Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2006.
- Can Canul, César y Rodrigo Gutiérrez Bravo. Maayáaj tsikbalilo’ob kaampech. Narraciones mayas de Campeche. México: Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, 2016.
- Chan Dzul, Miguel Óscar. Los marcadores de aspecto y modo en el Maaya T’aan. Tesis de licenciatura. Valladolid, Yucatán: Universidad de Oriente, 2010.
- Gutiérrez Bravo, Rodrigo. Las cláusulas relativas en maya yucateco. México: El Colegio de México, 2015.
- Lehmann, Christian. Possession in Yucatec Maya. Munich: Lincom Europa, 1998.
- Sobrino Gómez, Carlos Martín. El sistema fonológico protoyucatecano: reconstrucción y desarrollo. Tesis de doctorado. México: El Colegio de México, 2018.
- Valiñas Coalla, Leopoldo José Manuel. Lenguas originarias y pueblos indígenas de México. Familias y lenguas aisladas. México: Academia Mexicana de la Lengua, 2020.
- Vapnarsky, Valentina, Ximena Lois, Aurore Monod Becquelin y Cédric Becquey. “Polycategoriality and Hybridity across Mayan Languages. Action Nouns and Ergative Splits”, en Lexical Polycategoriality. Cross-linguistic, Cross-theoretical and Language Acquisition Approaches. Valentina Vapnarsky y Edy Veneziano (eds.). Amsterdam: John Benjamins Publishing Company, 2017: 101-153
[1]La palabra t’aan refiere al concepto de lengua o idioma. Es decir, este concepto no se utiliza para nombrar al órgano situado en la cavidad de la boca. Para referir a ese órgano se utiliza aak’.
[2]A lo largo del texto utilizo los términos ‘pronombre de sujeto’ y ‘pronombre de objeto’ para referirme a las funciones gramaticales de los argumentos que se manifiestan por medio de estas series pronominales. Sin embargo, debe subrayarse que esto es sólo con fines de exposición. Remito al lector a bibliografía más especializada sobre estas marcas, como Lehmann (1998: 20-24), Gutiérrez Bravo (2015: 13-18) o Vapnarsky et al. (2017: 103-110).
[3]A partir de los estudios morfosintácticos sobre el maya yucateco se considera que tiene tres grandes grupos de morfología de aspecto, los cuales se caracterizan por relacionarse exclusivamente con una marca de modo (aquí llamados marcas de confirmación empírica). No obstante, para propósitos de exposición, he decidido nombrarlas aquí como: marcas de tipo I, II y III. Remito al lector a consultar bibliografía más especializada sobre la descripción y clasificación sobre de las marcas aspectuales. Por ejemplo, Briceño (2006) y Chan (2010).
[4]Específicamente, para la descripción de las marcas -ik, -ej, y -aj me baso en Gutiérrez Bravo (2015:23-29). Y, por tanto, remito al lector a consultar este trabajo para una descripción más especializada sobre este punto.
Lengua de señas maya yucateca. Tomada de AGlo. Anuario de Glotopolítica. No se conocen restricciones de derechos de autor.
Morir para convertirse en libro: 400 años del Primer Folio de William Shakespeare
Anaclara Castro Santana
Centro de Poética
Instituto de Investigaciones Filológicas
anaclaracastro@filos.unam.mx
Gabriela Villanueva Noriega
Colegio de Letras Modernas
Facultad de Filosofía y Letras
Zeidy Zady Canales Violante
Colegio de Letras Modernas
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional Autónoma de México
Introducción
Para 1623, el cuerpo de William Shakespeare tenía ya siete años descansando en la tumba dentro de una iglesia en su pueblo natal de Stratford-upon-Avon. Su obra, sin embargo, estaba a punto de iniciar una nueva vida. Dos actores de su compañía teatral, John Heminge y Henry Condell, habían decidido reunir, por primera vez en un solo libro, treinta y seis de las aproximadamente treinta y nueve piezas teatrales que Shakespeare escribió, en un afán por preservar la memoria y la producción dramática de su antiguo colega y, desde luego, abastecer sus arcas personales con las potenciales utilidades. Tal proyecto era ambicioso, pero no inusitado: en una curiosa coincidencia, durante el mismo año de la muerte de Shakespeare, el poeta y dramaturgo Ben Jonson había sentado un precedente significativo al publicar The Workes of Benjamin Jonson (1616), una extensa y elegante colección en la que se incluían sus obras dramáticas, así como su poesía y escritos misceláneos. Debido a sus dimensiones, costo y el hecho de utilizar el término “Workes” en su título —entonces reservado para grandes obras no dramáticas—, el ostentoso volumen de Jonson sugería, quizá por primera vez en el mundo anglófono, que el teatro podía trascender su estatus de entretenimiento popular fugaz y considerarse digno de ocupar un lugar perdurable y de prestigio dentro de la biblioteca.
Acaso contagiados de este mismo entusiasmo por dignificar al arte dramático, Heminge y Condell resolvieron acercar al difunto Shakespeare hacia el pináculo en que se encontraba Jonson (quien para entonces fungía, de facto si no de título, como poeta laureado de la corte de James I). Así, se dieron a la tarea de trasladar a grueso papel importado de Francia las hasta entonces efímeras palabras de su amigo,[1] que resonaban en los escenarios y circulaban en opúsculos sueltos, pero, carentes del enchapado de autoridad con que reviste una sobria publicación de obra reunida, corrían el riesgo de sucumbir a los rigores del tiempo. Antes de ser vertidos en el Primer Folio, estos textos dramáticos estaban compuestos por elementos léxicos que no habían sido fijados de manera definitiva y que, por tanto, continuaban siendo modificados por otros agentes dentro del amplio mundo de la representación teatral. De este modo, la aparición del Primer Folio en 1623 marcó un momento de transición dentro de la obra shakesperiana en el que el texto dramático impreso comenzó a cobrar mayor importancia y a convertirse en una fuente de autoridad, algo que, dada la naturaleza evanescente de la escenificación, era difícil de lograr de otra manera.
Compilar un libro de esa magnitud era un cometido ambicioso en términos editoriales y financieros, de modo que Heminge y Condell enlistaron en sus filas de inversión pecuniaria y fuerza laboral a Eduard Blount y William Jaggard, dos grandes en el mundo del negocio libresco. El resultado: un costoso y pesado tomo (de casi 900 páginas) titulado Mr. William Shakespeare’s Comedies, Histories & Tragedies, también conocido como First Folio (“Primer Folio”), que marcó un parteaguas en la edición y los estudios de recepción shakespeariana. Al cristalizar el conjunto de las obras del dramaturgo que hasta entonces habían circulado en versiones que Heminge y Condell tildaron de “mutiladas” y “deformes”, se logró dar una idea de totalidad, de que se trataba de un material uniforme proveniente directamente del escritorio de su autor, organizado por una lógica editorial que dejó una huella profunda en la interpretación que se ha hecho de estas piezas a través del tiempo. En su prefacio a la variedad de lectores y lectoras a quienes estaba destinado el libro, Heminge y Condell legaron al mundo uno de los primeros esfuerzos por construir la figura de Shakespeare como genio innato, al dar a entender que había trasladado las palabras de su mente al papel casi sin tachaduras, gracias a una suerte de conexión impalpable entre su intelecto y su mano. Así se dio el primer y poderoso impulso a la persona autoral de Shakespeare en su ascenso al estrellato literario.
Devenires de un folio
Ese designio no se concretaría del todo sino hasta bien entrado el siglo XVIII, periodo en que se realizaron las primeras ediciones críticas de la obra shakespeariana, y Shakespeare comenzó a erigirse como ícono de la supuesta genialidad del carácter nacional británico.[2] Por otra parte, dado el creciente capital cultural asociado al texto impreso y al campo libresco en la modernidad temprana, la publicación del Primer Folio constituyó un mensaje tangible sobre la durabilidad, alcance y autoridad de los escritos de quien en vida fuera un dramaturgo popular, pero siglo y medio más tarde habría de ser apodado, con reverencia rayana en desenfreno fanático, “el bardo de Avon”, o, simplemente, “el Bardo”,[3] con frecuencia loado como supuesto portavoz literario de la esencia de la naturaleza humana, un alegato por demás hiperbólico y cuestionable.[4]
A lo largo del siglo XIX la lectura romántica de Shakespeare como genio solitario dio un nuevo marco de recepción a la obra del autor, la cual avanzó a la par de un proceso renovado de fetichización del Primer Folio dentro del circuito de las bibliotecas privadas. Y es que el acceso a las copias de este libro, tan relevante para los estudios shakesperianos, estuvo —y continúa estando— vinculado de manera intrínseca con la ostentación de poder político, simbólico y adquisitivo. Como explica en entrevista Emma Smith, durante el siglo XIX el Primer Folio se volvió un codiciado objeto de estatus social entre los magnates estadounidenses, lo cual explica cómo es que de las 253 copias originales que sobreviven, 50 se encuentren en el Reino Unido y 149 en los Estados Unidos (Smith, 2016: s.p.). De entre estas últimas, 82 pertenecen a la Folger Library, un instituto educativo privado en Washington, D. C. Como bien lo sintetiza la célebre frase de Jorge Luis Borges que inspira el título de este artículo: “cuando los autores mueren, se convierten en libros, lo cual, después de todo, no es una reencarnación tan desdeñable”.[5] En el caso de Shakespeare, las cantidades exorbitantes que se han llegado a pagar por algunos de estos ejemplares delatan un cariz inesperado en la afirmación del argentino en cuanto al carácter provechoso de la reencarnación libresca. El propósito (nada desinteresado) de Heminge y Condell de “revivir” a su buen amigo por medio del papel sigue dando de qué hablar a devotos, detractores y curiosos. A cuatro siglos de distancia de ésta su primera publicación totalizante, se puede decir que Shakespeare, además de un libro o muchos libros, se ha convertido en una industria que trasciende lo libresco y lo performativo para movilizar inmensos capitales académicos, sociales y culturales.
Construyendo un canon
Durante la vida del dramaturgo, la mitad de las obras compendiadas en el Primer Folio se habían publicado en volúmenes individuales, denominados “cuartos”, un formato de impresión en el que el pliego entero de papel se doblaba dos veces, para obtener cuatro hojas de impresión (ocho páginas por ambos lados). El tamaño aproximado de tales libros era de 28.6 cm x 22.2 cm, cercano al de la hoja tamaño carta actual. El folio, en cambio, era el formato de impresión más grande (30.5 cm x 48.3 cm), el cual se obtenía al realizar sólo un doblez. La nueva configuración material del Folio dio renovada vida y forma a las obras de Shakespeare publicadas con anterioridad, al tiempo que introdujo múltiples variantes de contenido que continúan proveyendo nutrido material de escritura a los críticos contemporáneos. Asimismo, en este Primer Folio se imprimieron por primera vez dieciocho piezas que, hasta aquel momento, no se habían llevado a la imprenta, de suerte que pertenecían por entero al arte efímero e inasible de la representación teatral. Es difícil, por lo tanto, minimizar la importancia de este libro para la preservación del corpus shakesperiano, pues sin él, además de que alrededor de la mitad de las obras conocidas del autor se habrían perdido, personajes como Calibán, Macbeth o Rosalind habrían quedado en el olvido.
Aunada a la diferencia en el tamaño de las páginas, el grosor del papel y las dimensiones del ejemplar mismo (con los contrastes en precio y estatus que todo esto implica), el Primer Folio marcó una división tajante con respecto a las publicaciones sueltas de las obras individuales de Shakespeare en términos de los preámbulos que acompañan a las piezas del volumen compilado. Como señalamos antes, el libro de 1623 ostenta una serie de paratextos y una organización interna encaminada a establecer un sentido de autoridad literaria, así como guiar la recepción de las piezas teatrales contenidas en él. Entre estos materiales preliminares destacan la breve interpelación “Al lector”, escrita por Jonson, que conmina a quien tiene el tomo en sus manos a “looke not in his picture but his booke”, esto es, a no contemplar, de forma literal —o a no buscar significados, en sentido figurado—, el retrato de Shakespeare (en la página opuesta) sino al libro mismo. Esa efigie que dialoga con las palabras de Jonson es la del icónico grabado de Martin Droeshout, el cual fijó el rostro del dramaturgo en la mente y los corazones del público para la posteridad. Los materiales preliminares del Primer Folio incluyen también las dedicatorias de Heminge y Condell a sus acaudalados patrocinadores y a los potenciales compradores del libro. En una de éstas, los dos actores promueven el Folio, sin rubores ni remilgos, como un objeto a todas luces comercial —“whatever you do, Buy”—, excusando de antemano cualquier uso que "el cliente" pueda dar a los contenidos del tomo, siempre y cuando pagara por él. Casi como contrapunto a esta nota descaradamente mercantil, un segundo poema que Jonson contribuye al volumen establece comparaciones entre Shakespeare y autores trágicos de la talla de Esquilo, Eurípides y Sófocles, en un intento deliberado por insertar al dramaturgo británico en una tradición literaria ancestral y, por metonimia, restituir el arte dramático contemporáneo a su estatura clásica.[6]
Quizás la moldura más influyente para la recepción de la obra shakesperiana introducida en el Primer Folio sea el “catálogo”, o tabla de contenidos, donde las obras son clasificadas en tres grupos: comedias, historias y tragedias. Esta división, cuyos opacos criterios han sido discutidos por generaciones de críticos shakesperianos, constituye uno de los múltiples actos de interpretación a priori que hacen de este libro una pieza insoslayable para entender importantes aspectos de la obra del dramaturgo y la historia de su recepción. Mucho se ha escrito, por ejemplo, sobre las imprecisiones de considerar a Cymbelino como tragedia, o bien a Cuento de invierno como comedia, por no hablar de dramas históricos que bien pueden ser catalogados como tragedias y viceversa. En suma, los materiales preliminares, a la par de las numerosas decisiones editoriales que constituyen el Primer Folio, cuya glosa excede la modesta ambición de esta sencilla efeméride, contribuyen a cimentar un canon, tanto del autor dentro de la historia literaria occidental como de las piezas mismas dentro de la producción shakesperiana.
Los 400 alrededor del mundo
Dadas la trascendencia y fama internacional de Shakespeare y su obra, a lo largo del 2023 han tenido lugar diversos eventos alrededor del mundo para conmemorar los cuatro siglos de historia del Primer Folio. Bibliotecas tales como la Británica (Londres), la Bodleiana (Oxford), la Folger Shakespeare Library (Washington, D. C.) y la biblioteca de la Universidad de Meisei (Tokio), así como coleccionistas privados, han puesto en exhibición algunos de sus ejemplares. Dichas exposiciones dan cuenta de la historia del libro desde diferentes ángulos y abordan los vínculos indisolubles entre éste y la canonicidad de su autor. Actividades destacadas incluyen la organizada por la fundación del lugar de nacimiento de Shakespeare (Shakespeare Birthplace Trust) en Stratford-upon-Avon, que se enfoca en explorar la presencia global del escritor. Asimismo, The Book of Will de Lauren Gunderson (2017) y Nay, Remember Me! de Amelia Marriette (2001), dos comedias inglesas contemporáneas que abordan el proceso de publicación y el legado del First Folio con una generosa pizca de buen humor, regresaron al escenario inglés en este año. Cabe mencionar también la conferencia magistral “Folio 400”, dictada por la académica oxoniense Emma Smith en el teatro The Globe en Londres, que tiene como punto de partida la provocadora y pertinente pregunta “¿Por qué habría de importarnos el Primer Folio de Shakespeare?”. Esta ponencia se acompaña de la nueva edición del libro de Smith (publicado originalmente en 2016): Shakespeare’s First Folio; Four Centuries of an Iconic Book, una biobibliografía del Primer Folio que, a través de una detallada reconstrucción histórica, da cuenta de los caminos literales y metafóricos que sus copias han recorrido.
Más cerca de nosotras en geografía y espíritu, es preciso y grato mencionar el coloquio “ ‘Look Not on His Picture but His Book’: 400 años del First Folio de Shakespeare”, que tuvo lugar el 25 y 26 de abril del presente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con transmisión digital en el Centro de Estudios Mexicanos - UNAM, en Londres, y la Sociedad Shakespeare Argentina, y cuya conferencia magistral corrió a cargo del académico mexicano Alfredo Michel Modenessi. En dicho evento, se combinaron ponencias académicas tradicionales con actividades de corte performativo y lúdico, encaminadas a ilustrar algunas formas en las que públicos contemporáneos de tradiciones lingüísticas y culturales distintas a la inglesa continúan relacionándose con la obra del dramaturgo de Stratford. Tuvieron lugar puestas en escena de fragmentos de obras incluidas en el Primer Folio, disquisiciones sobre adaptaciones de Shakespeare en diferentes latitudes (México, España, Ucrania, Rusia, Japón) y distintos medios (por ejemplo, el cine y los juegos de mesa), además de reflexiones sobre las implicaciones en los cambios lingüísticos y fonológicos de la obra de Shakespeare a través del tiempo y sus efectos estéticos.
En los siguientes audios podrás contrastar una pequeña muestra del inglés de tiempos de Shakespeare, siglos XVII-XVIII, y a la derecha, el inglés actual, para que compares cómo ha evolucionado la pronunciación a lo largo del tiempo:
Inglés shakesperiano, siglo XVII
Inglés británico actual
Pronunciación contrastada de un fragmento de Sueño de una noche de verano (inglés del s. XVII e inglés contemporáneo). Grabación original de A. W. Strouse a partir de un guión transcrito en el alfabeto fonético internacional, preparado por Paul Meier y David Crystal (citado en la bibliografía). Material obtenido por las autoras para los expresos propósitos de este artículo. Cedido a la revista para su reproducción con fines educativos y de difusión.
Como puede suponerse, la lista de conmemoraciones es tan extensa que difícilmente podría documentarse a cabalidad en este breve espacio, por lo que esta enumeración ha de tomarse como una muestra mínima de lo que ha sucedido. Es también una invitación a seguir al pendiente de las celebraciones que tendrán lugar en lo que resta del año, en especial durante noviembre, pues fue en ese mes —el octavo día, para ser más exactas— cuando el Primer Folio se inscribió en el Registro de Libreros, de suerte que tal fecha se considera como el "cumpleaños oficial".
Palabras finales
En este texto conmemorativo hemos buscado destacar que el Primer Folio es una pieza fascinante, tanto en un sentido material, como en su devenir y transformación a lo largo de la historia. Es un tomo que, en sus cuatro siglos de existencia, ha galvanizado y polarizado opiniones, tanto en el ámbito académico como fuera de éste, ya sea que se le explore de manera aislada o en conjunto con el resto del corpus shakesperiano. Como lo ha hecho desde su nacimiento, la primera reencarnación libresca de Shakespeare en un magno volumen persiste en desatar toda suerte de pasiones. Recordar su aniversario número cuatrocientos es continuar honrando la pertinencia del comentario borgeano sobre la larga vida más allá de la muerte que un libro impreso puede dar a su autor.
Referencias
- Hinman, Charlton y Peter W. M. Blayney (eds.), The Norton Facsimile. The First Folio of Shakespeare. Based on Folios in the Folger Shakespeare Library Collection. [2ª. edición]. Nueva York y Londres: Norton & Company, 1996.
- Meier, Paul y David Crystal, “Guion de Sueño de una noche de verano, transcrito en alfabeto fonético internacional”. Lawrence: University of Kansas, 2010. Disponible en: https://www.paulmeier.com/A-Midsummer-Nights-Dream-OP-Script.pdf
- Smith, Emma, Shakespeare’s First Folio: Four Centuries of an Iconic Book. Oxford: Oxford University Press, 2016.
- Wayne, Valerie, “The First Folio’s Arrangement and Its Finale”, en Shakespeare Quarterly, vol. 66-4 (2015): 389-408.
- White, Adam, “William Shakespeare’s Monument”. Church Monuments Society (marzo 2010). Disponible en https://churchmonumentssociety.org/monument-of-the-month/william-shakespeares-monument.
Portales electrónicos de interés
- Shakespeare’s First Folio: https://www.bl.uk/collection-items/shakespeares-first-folio. - Introducción al Primer Folio por parte de la Biblioteca Británica con imágenes de la cubierta y el interior del libro.
- Folio 400: Printing Shakespeare: https://folio400.com/ - Sitio web dedicado a documentar las distintas celebraciones en torno a los 400 años del Primer Folio, así como a explicar de forma didáctica e ingeniosa la historia de la publicación.
- Folger Folios: https://www.folger.edu/explore/shakespeare-in-print/about-the-folger-first-folios/ - Sobre los primeros Folios resguardados en la Folger Shakespeare Library, biblioteca que cuenta con el mayor acervo de copias de esta publicación.
- The Books that Made Shakespeare: http://shakespeare.lib.uiowa.edu/ - Exposición digital curada por Adam Hooks de la Universidad de Iowa sobre las formas en que las obras y poemas de Shakespeare se publicaron, comercializaron, coleccionaron y catalogaron a través del tiempo.
- “Why should we care about Shakespeare’s First Folio?”: https://www.shakespearesglobe.com/discover/blogs-and-features/2023/04/17/why-should-we-care-about-shakespeares-first-folio/#:~:text=Emma%20Smith%3A%20'I%20wanted%20to - Entrevista de Will Tosh a Emma Smith, una de las especialistas más destacadas en estudios sobre el Primer Folio.
- Global Shakespeare’s Project: https://shakespeareproject.mit.edu/global-shakespeares/ - Sitio dedicado a documentar las diversas manifestaciones de involucramiento con Shakespeare y su obra alrededor del mundo.
[1]Lujo que escandalizaba al puritano William Prynne, quien en su Histriomastix (1633) denunció que las obras de Jonson y Shakespeare hubieran pasado de quartos a folios, y que el papel en el que se imprimían las del dramaturgo de Stratford fuera de mejor calidad que el que se usaba en la mayoría de las biblias.
[2]No hay una sola razón detrás de la cimentación de la figura de Shakespeare como poeta nacional británico, ni puede hablarse de un momento único en este largo proceso. Sin embargo, el Jubileé de 1766, organizado por el actor David Garrick —uno de los grandes responsables de la creación de la bardolatría—, es quizá el ejemplo más elocuente de la importancia comercial que la obra y figura shakespeariana habían alcanzado una centuria y media después de su muerte.
[3]Se considera que fue Garrick quien inauguró el uso reverencial del término bardo para referirse al dramaturgo de Stratford, en un gesto que asocia al autor con las raíces culturales de las islas británicas (pues los bardos eran los poetas e historiadores orales de las sociedades celtas) y, al mismo tiempo, sugiere que la cultura británica habría de proyectarse al mundo como universal.
[4]Un ejemplo del discurso exagerado en torno a la supuesta universalidad del dramaturgo británico puede encontrarse en Shakespeare: la invención de lo humano (1998) del norteamericano Harold Bloom.
[5]“When writers die they become books, which is, after all, not too bad an incarnation”. Nuestra traducción. Esta frase célebre, tanto en el ámbito hispánico como socorrida en el mundo anglófono, fue aparentemente derivada de una entrevista-conversación que sostuvieron el escritor argentino con el periodista cultural Alastair Read, quien la documenta en un par de artículos de la revista The New Yorker, publicados respectivamente en las décadas de los ochenta y noventa.
[6]Además de los preliminares, cabe considerar la organización de las obras mismas dentro del libro como un elemento más que guía su interpretación. Por ejemplo, la decisión de colocar La tempestad como la primera comedia no obedece un criterio cronológico ni alfabético, lo cual continúa siendo una fuente de perturbadora fascinación.
Te presentamos a continuación la traducción de las palabras grabadas en este epitafio, que nos proporcionan algo más en torno al aura misteriosa que rodea al icónico dramaturgo británico:
Detente, pasajero, ¿por qué tan de prisa vas?
Lee, si es que puedes, a quien la envidiosa muerte ha vaciado
en este monumento, Shakespeare: con quien
fenece la naturaleza presta, cuyo nombre adorna más esta lápida
que su costo, pues todo aquello que escribiera
deja al arte vivo, mero paje al servicio de su ingenio.
Tradución a cargo de las autoras. Destinada a los propósitos expresos de esta publicación. Cedidos todos los derechos de reproducción con fines educativos y de difusión.
Notas de divulgación
Estampas literarias
Sergio López Mena
Centro de Estudios Literarios
Instituto de Investigaciones Filológicas
sergio_lopez_mena@yahoo.com.mx
La vida íntima de la provincia tiene un hechizo
de que nunca se podrán formar idea quienes siempre
hayan vivido en la capital,
y principalmente en primeros años de la vida.
Alfonso de Alba, La provincia oculta
Introducción
El lector encontrará a continuación datos biográficos de diez escritores y comentarios acerca de su obra. Me refiero en primer lugar a Juan Bautista Corvera, poeta y dramaturgo toledano que en el siglo XVI fue dueño de minas en Comanja, población que se halla en el noreste del actual estado de Jalisco. Figuran luego Joaquín Arcadio Pagaza, Francisco González León, Juan B. Delgado, Alfonso de Alba, Joaquín Antonio Peñalosa, Ignacio Pichardo Pagaza, José Manuel González Hernández y los autores de la novela Morir en el silencio de las campanas, Cecilia C. Franco Ruiz Esparza y Felipe Ruiz de Chávez.
La reunión de estas “estampas” obedece al propósito de mostrar ejemplos de la literatura que se ha dado en el Interior, sea en los confines de la Nueva España (Corvera), los estados de México y Veracruz (Pagaza), Lagos de Moreno, Jalisco (González León, Alfonso de Alba y José Manuel González), Querétaro (Juan B. Delgado), San Luis Potosí (Peñalosa), Estado de México (Pichardo Pagaza) y Aguascalientes (Cecilia C. Franco Ruiz Esparza y Felipe Ruiz de Chávez). La línea del tiempo en que se insertan los autores va de la segunda mitad del siglo XVI a la actualidad. Se trata principalmente de poetas.
La vida literaria de la llamada “Provincia” suele ser ignorada, como ya en 1948 escribió Alfonso de Alba en La provincia oculta. Su mensaje literario. Sean estas semblanzas una contribución al conocimiento de autores que con su obra constituyen una fracción relevante de la cultura mexicana.
Juan Bautista Corvera
Juan Bautista Corvera nació en Toledo hacia 1530. Alrededor de 1555 estuvo en Perú. Fue desterrado de Lima por tomar parte en una pendencia. Tal vez hacia 1558 llegó a la Nueva España. Se fue tierra adentro. Tuvo minas en Comanja. Ante la pobreza de las vetas, dejó la minería y se dedicó al comercio. En Corpus y en Navidad viajaba a la capital novohispana. En uno de esos viajes, el poeta y dramaturgo Fernán González de Eslava o un amigo de ambos le dio un pliego con unos versos sobre la ley de Moisés. En Guadalajara, en 1564, el obispo fray Pedro de Ayala, informado de que Corvera tenía ese escrito, ordenó su encarcelamiento y la confiscación de sus papeles. Corvera huyó de la cárcel y se trasladó a la Ciudad de México. Se presentó ante el doctor Rodrigo de Barbosa, vicario del Arzobispado, quien al parecer desestimó el asunto. Posteriormente, lo hallamos en Apaseo, como vicario, y en 1579 en Igualapa, Oaxaca. Tal vez allá pasó los últimos años de su vida. Entre los documentos que fray Pedro de Ayala ordenó que se le confiscasen, están varias obras literarias de corte renacentista. Una de ellas es el poema “Yo juro a Dios, señora, que he sufrido”, en el que leemos:
Yo juro a Dios, señora, que he sufrido
por vos mil años ha tan gran dolencia,
que dudo, si lo digo, ser creído.
Ya, juro a Dios, me falta la paciencia
para sufrir la vida en tal estado,
y a vos nunca os acusa la conciencia.
Pues juro a Dios que estoy desesperado,
y a que veáis mi muerte es mi venida.
Mirad un bien querer dó me ha llegado.
Que ya vengo ofreceros esta vida
por último remate de despojos
del alma que de vos fue tan vencida.
Allá tenéis mi corazón, mis ojos;
allá tenéis el alma que os adora;
allá podréis mirar si son antojos.
Mirad ora, por Dios, allá, señora;
mirad si lo que digo si es fingido,
que allá conoceréis ser vencedora.
Allá conoceréis que estoy perdido
y la ocasión que tengo de perderme
por vos, que me pagáis con un olvido.
Por vos, que pretendéis de deshacerme
y no consideráis que estoy deshecho
por vos; que sola vos podéis hacerme.
Por vos, que contentáis el duro pecho
en ver que estoy contento de mi pena,
y de mi bel morir muy satisfecho
(Corvera, 1995: 171-172)[1]
Portada de la primera edición de Obra literaria de Juan Bautista Corvera, edición y rescate de Sergio López Mena, 1995, dentro de la colección Letras de la Nueva España, 1, UNAM.
Joaquín Arcadio Pagaza
Joaquín Arcadio Pagaza nació en Valle de Bravo, Estado de México, el 9 de enero de 1839. Murió el 11 de septiembre de 1918, en Xalapa, Veracruz. A los trece años fue enviado por sus padres al Seminario Conciliar de México. Se ordenó sacerdote en 1862, en Orizaba, Veracruz. Impartió clases en el Seminario Conciliar. Estuvo en Taxco, Guerrero, y en Tenango del Valle, Estado de México. De Tenango pasó al Sagrario Metropolitano y luego a la rectoría del Seminario. Se le consagró obispo de Veracruz en 1895. Murió en Xalapa el 11 de septiembre de 1918. Tradujo todo Virgilio; de Horacio, las odas y doce de sus epodos. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Arcadia de Roma. Publicó Murmurios de la selva (1887), María (1890), Algunas trovas últimas (1893), Horacio (1905), Virgilio (1907) y el primer tomo de Obras completas de Publio Virgilio Marón (1913). En Horacio, publicado como parte de obra reunida en Sitios poéticos del Estado de Veracruz, se halla el siguiente fragmente del soneto “En los montes de Pacho”:
¡Salve, oh dulces y castas Oréades,
que solas habitáis este sagrado,
donde jamás un hálito dañado
puso en fuga a las rústicas deidades!
Aún danzáis en aquestas soledades
húmidas y musgosas; y os es dado
con virgen planta hollar el virgen prado,
sin tedio, sin zozobra, ni ansiedades.
¡Quién me diera llegar siempre la boca
sedienta a los cristales de la fuente
que de la entraña fluye de esa roca!
Y ¡quién me diera, si el dolor ingente
con su mano de plomo a el alma toca,
en estos troncos apoyar la frente!
(1905: 389)
Francisco González León
Francisco González León nació el 10 de septiembre de 1862, en Lagos de Moreno, Jalisco. Falleció el 9 de marzo de 1945, en esa misma ciudad. Estudió en el Liceo “Miguel Leandro Guerra”, de Lagos, y en Guadalajara. Fue farmacéutico y profesor de francés en el citado liceo. Perteneció a la llamada por Alfonso de Alba “Generación de 1903”, con Mariano Azuela, José Becerra, Antonio Moreno y Oviedo, Lauro Gallardo y Bernardo Reina. De 1908 data la publicación de sus primeros libros, Megalomanías y Maquetas. En 1922 se imprimió Campanas de la tarde, y en 1937 De mi libro de horas. En este último volumen, editado por la Universidad Nacional, se encuentra el poema “Filma”, que versa:
Rumbo a mi casa,
y en mi camino,
siempre lo encuentro:
¡Si es mi vecino!
Mas no descifro
qué es lo que siento,
si en una noche
llena de luna,
paso por frente
de aquel convento.
Calle que estrecha y abandonada
de azul silencio va perfumada.
Casas dormidas,
duchas de luna,
piedras de mi claustro
donde envejecen oxidaciones
que del pasado son como un rastro.
Del teatro vengo; y el abolengo
de alguna filma que me ha obsedido
con su hondo arte,
del mundo ambiguo donde yo vivo
me pone aparte,
y en mis fracasos siembra un olvido.
Luz femenina, vanos empeños,
franco donaire;
cintas cuyo oro deshila un fleco.
Son mis ensueños blancos fantasmas
que absorbe el aire.
Mis tardos pasos duplica el eco.
Cruzo por frente de aquel convento.
Una veleta rechina y gira
sobre el cuadrante
que en la parroquia suena la una.
Pienso en un cuento que fue mentira.
………………………………….
No sé qué siento.
Mi alma suspira.
¡Quizá suspira
también, la luna!
(1937: 119-123)
Como muestra auditiva de la poesía de González León te compartimos el siguiente fragmento de su poema "Murciélagos", en voz del también poeta Hugo Gutiérrez Vega
Audio resguardado por la Fonoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México. Propiedad patrimonial de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cedidos los derechos de reproducción de este fragmento con fines educativos y de difusión.
Juan B. Delgado
Juan B. Delgado nació el 26 de agosto de 1868 en la capital del estado de Querétaro. Falleció el 8 de marzo de 1929 en la Ciudad de México. Fue diplomático, diputado y funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Perteneció a la Arcadia de Roma y a la Academia Mexicana de la Lengua. Su primer libro fue Poema de las montañas (1898). Luego publicó Las canciones del sur (1900), Poema de los árboles (1907), El país de Rubén Darío (1908), Alma vernácula (1914), París y otros poemas (1919) y Bajo el haya de Títiro (1920). En Alma vernácula, se leen las siguientes palabras iniciales de su soneto sobre la población La Cañada, Querétaro:
Como cautiva garza que blanquea
entre lo más espeso del boscaje,
arrebujada en manto de follaje
se ve surgir la torre de la aldea.
¡Cuál se espacia la vista y se recrea
entre el amplio y eclógico paisaje!
En el zafir del cielo, ni un celaje
tamiza el oro de la luz febea.
Cada cabaña rústica hace gala
de hospedar una cándida paloma,
un triscador cabrito, una zagala;
y encierra tanta flor y tanta poma,
que cefirillo, al agitar el ala,
desparce efluvios de sutil aroma
(1968: 79)
Alfonso de Alba
Alfonso de Alba Martín nació el 9 de septiembre de 1921 en Lagos de Moreno, Jalisco. Falleció el 14 de marzo de 1996 en Guadalajara. Cursó la carrera de abogacía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Participó en la política estatal y nacional. Creó y dirigió la Biblioteca de Autores Laguenses (1947-1954). Dirigió la Casa de la Cultura Jalisciense y El Colegio de Jalisco. Escribió “Entonces y ahora”. Relatos de Lagos (1944), La provincia oculta. Su mensaje literario (1949), Antonio Moreno y Oviedo y la Generación de 1903 (1949), Al toque de queda. Leyendas laguenses (1953), El alcalde de Lagos y otras consejas (1957) y Mariano Otero. Su pensamiento precursor (1984). En La provincia oculta hallamos varias alusiones a este regionalismo literario "provinciano", como la que se muestra en el epígrafe:
La vida íntima de la provincia tiene un hechizo de que nunca se podrán formar idea quienes siempre hayan vivido en la capital, y principalmente en primeros años de la vida.
El lugarejo, las poblaciones cortas, los campos, son los que engrandecen las impresiones que algún día llegan a ser el mejor consuelo en las penas de la vejez (1949: 30).
Joaquín Antonio Peñalosa
Joaquín Antonio Peñalosa nació el 9 de enero de 1922 en la capital de San Luis Potosí. Falleció en esa ciudad el 17 de noviembre de 1999. Cursó el doctorado en Letras en la Universidad Iberoamericana. Fundó y dirigió en San Luis la escuela Hogar del Niño, institución gratuita para niños huérfanos. Fue maestro, editor, escritor, investigador, editorialista. Algunos de sus libros son Vida, pasión y muerte del mexicano (1973), Letras virreinales de San Luis Potosí (1988) y Literatura de San Luis Potosí del Siglo XIX (1991). En el libro Hermana poesía, se encuentra el poema “Recado a una niña iraquí”, que inicia:
Te conocí en el rinconcito de un periódico,
los brazos vendados, lo que te quedó de brazos,
y tu cabeza de seis años como una amapola
arrebolando la almohada del hospital (1997: 276)
Ignacio Pichardo Pagaza
Ignacio Pichardo Pagaza nació el 13 de noviembre de 1935 en Toluca, Estado de México. Falleció el 14 de abril de 2020 en la Ciudad de México. Cursó la licenciatura en Derecho en la UNAM. Sobresalió en la política de su estado y a nivel federal. Presidió el Instituto Nacional de Administración Pública. Fue gobernador del Estado de México, embajador en España y en Holanda e investigador en El Colegio del Estado de México y en la Universidad Autónoma del Estado de México. Escribió, entre otros, El guardián del valle. Hacia la sustentabilidad del Nevado de Toluca (2015) y Soy Joaquín Arcadio Pagaza. Yo, de natura, admirador ferviente (2018). En este último volumen, al referirse a las descripciones que hace el poeta de Valle de Bravo sobre la naturaleza, señala:
hacen de su trabajo una apología de lo que hoy denominamos “ecosistemas del medio ambiente" (2018: XIII).
José Manuel González
José Manuel González Hernández nació en 1969, en Lagos de Moreno, Jalisco. Es contador privado, programador analista de computadoras, técnico bibliotecario y maestro en programación neurolingüística. El Instituto Cultural de Aguascalientes publicó en 1999 su libro Poemas desde el olvido, y el Centro Universitario de los Lagos, de la Universidad de Guadalajara, le ha editado Piel de serpiente (2018), Genes desde el mismo sitio (2018) y Ecos de Peter Pan (2020). En 2011, la Universidad de Guadalajara le otorgó el Premio Hugo Gutiérrez Vega, y en 2012, el gobierno de Uruapan, Michoacán, el Premio Internacional Cupatitzio. Dice en su poema “Andrea”:
aún tu piel es manzana
voz que habla de una noche demasiado niña
demasiado lluvia
caída de sonidos
y caída de rumores que deslavan las calles
que pisé cuando niño
cuando aún el día era apenas un gajo de luz
asomando en la ventana
y tú un ángel anclado a mi frente
aún tu piel es alba
y recoveco en que el cielo es como antes
exilio esperado
ronroneo de nubes en las manos
y en los sitios que me vieron esperarte
para ir por el mundo como en los charcos
sin miedos
atados al listón de tus risas
y mis gestos sin fondo tras un juego
tras tus ganas de existir
y permanecer en mis venas
y la lluvia que se empecina en mis ojos
cada vez que me pongo a reinventar tu nombre
y decir que más allá de la ventana
tu risa aguarda en mis pasos
(2013: 3-4).
Cecilia Franco y Felipe Ruiz de Chávez
Cecilia C. Franco Ruiz Esparza y Felipe Ruiz de Chávez, originarios de la ciudad de Aguascalientes, han escrito una novela que propicia una aproximación al ser humano y aporta datos acerca de una de las etapas más terribles de la historia de México: la de la Guerra Cristera o la Cristiada, como la llamó Jean Meyer. Se titula Morir en el silencio de las campanas. En ella se reconstruye la vida de Ignacio Ruiz de Chávez y María Guadalupe Ibarra Pedroza.
Morir en el silencio de las campanas aporta información acerca de hechos que enmarcaron la vida de Ignacio y Guadalupe. Es una obra con base documental, en la que son notorias la construcción de los personajes, la verosimilitud de los diálogos, la recreación de los espacios urbanos y rurales de Aguascalientes y el aliento de poesía. Se dice a propósito del inicio de 1927:
Llegó el año nuevo. No todos los días ni todas las noches hacía frío. A veces el silencio visitaba la casa y aquellas sombras misteriosas se deslizaban ligeras por los muros. Otras veces, el sol se filtraba por entre las ramas de los árboles y dibujaba figuras extrañas en las baldosas del patio, pero eso a Lupe no le asustaba. (2020: 328)
Cecilia C. Franco Ruiz Esparza es licenciada en Comunicación. Felipe Ruiz de Chávez es ingeniero mecánico electricista, con posgrado en Administración.
Palabras finales
Gratificante es, de vez en cuando, salir de la Ciudad de México y mirar las tierras labrantías, los bosques, los volcanes, las lagunas. Ojalá que la lectura de estas estampas sobre la literatura "del Interior" también pueda animar a hacerlo.
Referencias
- Alba, Alfonso de, La provincia oculta. Su mensaje literario. México: Editorial Cvltvra, 1949.
- Corvera, Juan B., Obra literaria. Edición y estudio de Sergio López Mena. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1995. (Letras de la Nueva España, 1).
- Delgado, Juan B., Poesía. México. Edición, selección y proemio de Rafael Oliveros-Delgado. México: Fuentes Impresores, 1968.
- Franco Ruiz Esparza, Cecilia C. y Felipe Ruiz de Chávez, Morir en el silencio de las campanas. Saltillo, Coahuila: Quintanilla Ediciones, 2020.
- González Hernández, José Manuel, Raíz que huye. Edición de autor, 2013.
- González León, Francisco, De mi libro de horas. Prólogo de Alfredo Maillefert. México: Universidad Nacional de México, 1937.
- Arcadio Pagaza, Joaquín, Horacio. Versión parafrástica de sus odas por don Joaquín Arcadio Pagaza, obispo de Veracruz, correspondiente de la Real Academia Española, individuo de número de la Mejicana y entre los Árcades de Roma Clearco Meonio. Van añadidas algunas otras paráfrasis, imitaciones y poesías originales del traductor. Jalapa: Imprenta “El Progreso” de Concepción V. de Mendizábal, 1905.
- Peñalosa, Joaquín Antonio, Hermana poesía. San Luis Potosí: Gobierno del estado de San Luis Potosí-México: Editorial Verdehalago, 1997.
- Pichardo Pagaza, Ignacio, Soy Joaquín Arcadio Pagaza. Yo, de natura admirador ferviente. Toluca: Gobierno del Estado de México / El Colegio Mexiquense, 2018.
[1]Transcribo el poema en forma actualizada.
Portada de la primera edición de Alma vernácula, a cargo de los Talleres Tipográficos Guerrero, de 1914. Dominio público.
Portada de Hermana poesía de Joaquín Antonio Peñalosa, a cargo de Ponciano Arriaga Editores, en coedición con el Gobierno del Estado de San Luis Potosí, 1997. Se reproduce aquí con propósitos educativos y de difusión. No se conocen restricciones de derechos de autor.
Portada de la primera edición de, acaso, el libro más célebre de Joaquín Arcadio Pagaza, Murmurios de la selva, de 1887, editado por las entonces célebres Imprentas de Francisco Díaz de León. Dominio público.
Cuatro historiadores bizantinos de la caída de Constantinopla
Ricardo Martínez Lacy
Seminario de Hermenéutica
Instituto de Investigaciones Filológicas
lacy@unam.mx
Introducción
En 1685, en un libro de texto sobre Historia Antigua —Historia Universalis breviter ac perspicue exposita in Antiquam, et Medi Aevii ac Novam divisa—[1], Cristóbal Cellarius situó en la caída de Constantinopla el fin de la Edad Media, tesis que reforzó más tarde con Historia Medii Aevi, a temporibus Constantini Magni ad Constaninopolim a Turcis captam deducta,[2] en 1688 (González, et al., 2014: 1).
Desde que ocurrió, ese suceso pareció algo de importancia trascendental y suscitó fuertes reacciones. Entre ellas deben contarse las de cuatro historiadores bizantinos contemporáneos: Ducas, Jorge Sphrantez, Miguel Critóbulo y Laonicós Chalcocondiles.
Como no podía ser de otra manera, cada uno de ellos interpretó los hechos según su punto de vista y dio expresión a las posibilidades políticas que parecían abiertas para los bizantinos ante la conquista y destrucción de su Estado después de más de dos mil años de existencia, pues lo que los modernos llamamos Imperio Bizantino no es más que la continuación del Imperio Romano.
1. Ducas
De Ducas no se sabe más que lo que él mismo cuenta en su historia. Se desconoce su nombre de pila, el lugar y fecha de su nacimiento, así como el título original de su libro, del que sabemos por el que le dio su primer editor, Ismael Bullialdus, en 1649, impreso en los talleres tipográficos Parisiis. E Typographia Regia (Fig. 1).
El texto de Ducas trata sobre una historia de los sucesos del Imperio que se remonta hasta Adán, pero se concentra en los años de 1341 a 1462. Se sabe que su autor vivió en Lesbos y estaba al servicio de sus dueños, la familia genovesa Gattilusi. La isla fue conquistada por el sultán Mohamed II en 1462, que es también el final de la historia de Ducas. Éste era unionista, o sea, partidario de la fusión de las iglesias católica y ortodoxa. La división entre las iglesias se había dado en 1054 por diferencias respecto a la concepción de la Trinidad; el uso de pan con levadura en la Comunión entre los ortodoxos; la costumbre de éstos de permitir el matrimonio de los sacerdotes y su cuestionamiento sobre la primacía del papa, principalmente.
En consecuencia, Ducas veía las posibilidades de salvación del Imperio en una cruzada, pero la participación de los católicos en el sitio final de Constantinopla fue insignificante y la convocatoria de Pío II a una posible cruzada no se llevó a efecto, debido a que los reinos católicos se encontraban peleando entre ellos (véase Miller, 1926: 63-71; Smarnakis, 2016: 211-234).[3]
2. Sphrantzes
Jorge Sphrantzes vivió entre 1400 y 1477. Su obra, el Cronicón menor (ca. 1470) es una autobiografía. El autor desempeñó importantes puestos diplomáticos y políticos y trató personalmente a varios emperadores, incluyendo al último de ellos, Constantino XI. Sin embargo, en su Cronicón emite severas críticas contra los Paleólogo, última dinastía reinante en el Imperio Bizantino, afirmando que sus defectos y los conflictos entre ellos fueron los que llevaron al Imperio a la destrucción. Por su índole, el Cronicón menor es, de las cuatro, la historia más subjetiva: Sphrantzes no deja de hablar de sus familias ni de sus experiencias personales. Al final incluye una profesión de fe, algo inusitado para la época ni para su postura política o ideológica (Sfranze, 1990).
3. Critóbulo
Critóbulo de Imbros (¿1400-1467?) era el nombre clasicizante de Miguel Critóbulos (o Kritoboulos). Nativo de dicha isla del Egeo, al parecer pasó a Constantinopla hacia 1460. Todo indica que su historia, que trata sobre el reinado de Mohamed II y se conoce simplemente con el nombre Historias (ca. 1466), estaba basada en testimonios orales. Dedicada al sultán, su único manuscrito está en la biblioteca de Topkapi, en el gran palacio del también llamado El Conquistador.
Critóbulo muestra su admiración por el sultán, a quien llama “emperador”, pero también muestra simpatía por los griegos, por lo que su obra es expresión del punto de vista de los bizantinos que aceptaron el dominio turco y rechazaron la unión pactada por los emperadores bizantinos y el papado en el concilio de Ferrara y Florencia (1437-1439).[4] Protagonista de esa posición fue Genadio Escolario, nombrado patriarca por Mohamed II después de su captura en Constantinopla. Con el tiempo estos bizantinos desembocarían en los fanariotas, ortodoxos que ocupaban el barrio de Fanari en la ciudad del Bósforo y colaboraban activamente con el Imperio Otomano (Reinsch, 1983, 2003; Sevcenko, 1961).
4. Chalcocondiles
Laonicós Chalcocondiles (¿1430-1490?) era el nombre paganizado de Nikolaos, ateniense de una familia notable. De joven tuvo que exiliarse en Mistrá, donde fue discípulo del filósofo neoplatónico Jorge Gemisto Plethon, posiblemente, el pensador más original de su tiempo.
Escribió Demostraciones de historias (ca. 1466) tomando como modelo a Heródoto de Halicarnaso. La obra está centrada en los turcos y abarca hasta la década de 1460. Incluye un tratamiento de diversos pueblos relevantes en la época, como los españoles y los ingleses, en lo que fue excepcional con relación a otros historiadores contemporáneos. En su obra muestra, además, su emulación del halicarnaseo al explicar la caída de Constantinopla por la virtud de los turcos y por "la fortuna", idea que pudo tomar de Polibio, aunque es probable que haya conocido también a los pensadores renacentistas italianos (véase Harris, 2003: 153-170; Martínez Lacy, 2020: 37-46). Es el único escritor bizantino que se refiere a éstos como “griegos” y no “romanos” (cuando escribió, el Imperio había dejado de existir). Consecuentemente, finca sus esperanzas históricas en la independencia de Grecia bajo las órdenes de un rey griego, lo cual se intentó en una versión más "caricaturizada" que de "renacimiento" de la Grecia clásica, puesto que fueron Gran Bretaña, Rusia y Francia las que lograron la independencia griega del Imperio Otomano e impusieron, primero a un rey bávaro y luego, a una dinastía de origen danés. Su pensamiento se concentra más en el futuro pues, como Gemisto Plethon, no podía plantear alternativas reales (véase Harris, 2014; Miller, 2012: 36-49; Kaldellis, 2012: 11-36).
Palabras finales
Se puede ver cómo estos cuatro historiadores bizantinos sobre la conquista de Constantinopla veían este hecho desde perspectivas muy disímiles relacionadas en gran parte con la situación que les tocó vivir en el decadente imperio. Ducas, servidor de francos,[5] cifraba sus esperanzas en una intervención europea que nunca llegó. Sphrantzes, miembro de una corte que se estaba cayendo a pedazos, criticó la conducta de los Paleólogo. Critóbulo optó por apoyar a Mohamed II. La obra de Laonicós, sin esperanzas a corto plazo, sueña con la restauración de un Estado griego —no ya romano— regido por un rey griego. Ciertamente, los romanos del siglo XV tenían pocas opciones: o traicionar a su religión y abrazar el catolicismo, como el último emperador, Constantino XI, quien pese a ello no pudo retener el Imperio, o dar por definitivamente perdida a su patria y optar por los turcos, como Critóbulo de Imbros. A Sphrantzes no le quedó más remedio que terminar sus días en calidad de exiliado deambulante.
Referencias
- Chalkokondyles, Laonikos, The Histories. Traducción de Anthony Kaldellis [2 vols.], Cambridge: Harvard University Press, 2014.
- Critobuli Imbriotae, Historiae. Edición de Diether Roderich Reinsch. Berlin: Walter de Gruyter: 1983.
- Ducas, Cronografía. Edición de Diether Roderich Reinsch. Berlín: Walter de Gruyter, 2020. [Traducción al español de Francisco Javier Ortolá y Fernando Alconchel Pérez. Madrid: Antonio Machado Libros, 2006].
- González, Manuel, Salvador Claramunt, Ermelindo Portela, Emilio Mitre, Historia de la Edad Media. Barcelona: Ariel, 2014.
- Harris, Jonathan. “Laonikos Chalkokondyles and the Rise of the Ottoman Turks”, en BMGS, vol. XXVII (2003): 153-170.
- Kaldellis, Anthony, “The Date of Laonikos Chalkokondyles’ Histories”, en GRBS, vol. LII (2012): 11-36.
- Martínez Lacy, Ricardo, “Interpretación de algunos tratados relacionados con las dos primeras guerras macedónicas”, en Interpretatio, vol. IV, núm. 2 (septiembre 2019-febrero 2020): 37-46.
- Miller, William, “The Historians Doukas and Phrantzes”, en JHS, vol. XLVI, núm. 1 (1926): 63-71.
- Roldán Hervás, José Manuel, Introducción a la historia antigua. Madrid: Ediciones Istmo, 1975.
- Reinsch, Diether Roderich, “Kritovoulos of Imbros. Learned Historian, Ottoman Raya and Byzantine Patriot”, en Zbornik Radova Vizantinoloskog Instituta, vol. XL (2003): 297-311.
- Sevcenko, Ihor, “The Decline of Byzantium seen through the Eyes of its Intellectuals”, en DOP, vol. XV, 1961: 167-186.
- Sfranze, Giorgio, Cronaca. Edición de Riccardo Maisano. Roma: Accademia Nazionale dei Lincei, 1990.
- Smarnakis, Ioannis. “Rethinking Roman Identity after the Fall (1453): Perceptions of ‘Romanitas’ By Doukas and Sphrantzes", en Vyzantyina Symmeikta, vol. XXV (2016): 211-234.
[1]Breve y clara historia universal dividida en antigua, medieval y moderna (T. del A.).
[2]Historia de la Edad Media desde los tiempos de Constantino el Grande hasta la Constantinopla capturada por los turcos.
[3]De Ducas no pude consultar la edición más reciente de la Cronografía, hecha por Diether Roderich Reinsch y publicada en Berlín por Walter de Gruyter en 2020. Hay una traducción de Francisco Javier Ortolá y Fernando Alconchel Pérez (Madrid, Antonio Machado Libros, 2006).
[4]Celebrado entre 1431 y 1445, el Concilio de Ferrara y Florencia dispuso entre sus objetivos pactar una unión entre la Iglesia católica y apostólica romana y la Iglesia ortodoxa.
[5]Como los bizantinos llamaban a los europeos occidentales.
Pintura de autoría desconocida, ca. mediados del siglo XIX, sobre el asedio y la caída de Constantinopla. Tomada de Wikimedia Commons. Dominio público.
Propuesta de la Licenciatura en Filología Intercultural (LIFI) para el estado de Oaxaca
Norma Angélica Quezada Rojas
Docencia y Enlace de Posgrados
Instituto de Investigaciones Filológicas
nquezada97@hotmail.com
Introducción
En la actualidad, a causa de las múltiples formas que han tomado las redes sociales, los sistemas de comunicación mundial han entrado en una dinámica de “lo breve y momentáneo”, y esto ha generado –entre muchas otras cosas– neologismos que han permeado todos los ámbitos del ser humano. Es natural que, al avanzar la tecnología, los nuevos vocablos se vayan insertando en los diferentes idiomas y lenguas que se hablan en el planeta; sin embargo, esto ha traído el inconveniente de que algunas lenguas ancestrales, y los hablantes de estas, se van perdiendo. No tan paulatinamente. México es un ejemplo de ello.
A nivel internacional México es considerado por su diversidad un país pluricultural. Oaxaca es definido como el estado que tiene más población indígena, y por lo mismo, un laboratorio de lenguas primigenias. De las 16 lenguas originarias que prevalecen, las más importantes por el número de hablantes son el zapoteco, el mazateco, el chinanteca, el mixe, el zoque y el amuzgo (Castillos, 2018: 31-32).
En este artículo pretendo difundir avances de un trabajo que dé una posible solución a la problemática del peligro de extinción de las lenguas originarias, particularmente en el estado de Oaxaca, con una propuesta educativa que puede ser, además de novedosa, provechosa para su población.
La población oaxaqueña es una de las más rezagadas en diversos aspectos, incluido el educativo. Lo anterior se refleja en el estudio de pertinencia que desarrollé en 2020, con la finalidad de identificar, por un lado, que tanto la complicada geografía del estado como la mala condición de sus comunicaciones han dado lugar a que las comunidades estén aisladas y los servicios educativos no tengan la cobertura suficiente para atender las demandas necesarias en este rubro; y por otro, que no cuentan con profesionales de alta especialización que den solución a este problema.
Al realizar el estudio de pertinencia social, los resultados permitieron identificar el nivel externo de pertinencia (dimensiones educativa, laboral, económico-social, entre otras) del programa educativo para la propuesta de una Licenciatura en Filología Intercultural dirigida al estado de Oaxaca. Este estudio permitió dar soporte a la propuesta con el fin de garantizar la calidad en la formación de los egresados de dicha licenciatura, de modo que puedan contribuir en la solución de las problemáticas y necesidades culturales, educativas, económicas y sociales propias de sus comunidades.
Oaxaca en el mapa socioeducativo mexicano
Oaxaca ocupa el décimo lugar a nivel nacional por número de habitantes; es un estado con una riqueza cultural y variedad ambiental compuesta por ocho regiones; sin embargo, esta diversidad generalmente se encuentra aislada debido a su complicada orografía; circunstancia que genera marginación y rezago educativo, con un bajo índice de desarrollo y competitividad (INEGI, 2017: 663).
Durante el siglo XX hubo un importante incremento en la oferta educativa media superior y superior, sobre todo a partir de la década de los setenta.
José Vasconcelos, rector posrevolucionario, en su paso por la Universidad tuvo la visión de conformar el proyecto educativo del país con la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP). En su proyecto, la educación se concebía como el medio para la transformación de los mexicanos y la posibilidad del progreso.
En 1921, con el Departamento de Educación y Cultura para la Raza Indígena de la Secretaría recién creada y el Departamento de Asuntos Indígenas, inició formalmente una educación dirigida a este imprescindible sector.
El Instituto Nacional Indigenista (INI), creado en 1940, surgió con el objetivo de promover el desarrollo y la integración de los pueblos indígenas a la vida económica, política, social y cultural de México (Reynoso, 2013: 335). Sin embargo, su política "integracionista" enfocada plenamente en el desarrollo del país, orilló a cierta tendencia de aculturación sin tomar en cuenta la singularidad de los pueblos originarios o su condición plurilcultural, reflejada, por ejemplo, en variables cruciales como la preservación de su identidad lingüística o el respeto a sus usos y costumbres.[1]
Cuatro décadas más tarde, la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) creó la Licenciatura en Educación Indígena. En el 2000, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (CIESAS) desarrolló una maestría en Lingüística Indoamericana. Ambas dirigidas a docentes. Sin embargo, ninguna de ellas representaba una opción real para los indígenas, pues, aunque referían a su problemática, ni sus contenidos, ni sus metodologías, iban dirigidos de manera expresa a esta población.
Modelo educativo intercultural
Según Gunther Dietz, “la educación superior intercultural es un subsistema universitario enfocado a ofrecer formación culturalmente pertinente a estudiantes de diversas etnias, además de diversidad lingüística y cultural; esto luego de casi un siglo de políticas indigenistas y neo-indigenistas del estado” (2011: 148).
En este modelo México cuenta con distintas ofertas de educación superior intercultural: licenciaturas para la formación de profesores indígenas en y para el servicio de contextos interculturales; licenciaturas para la promoción universitaria de bachilleres indígenas no docentes, y licenciaturas y opciones de escuelas superiores interculturales autónomas y semi autónomas. Sin embargo, el diseño de estos programas de estudio no alcanza a cubrir la necesidad real del estado de Oaxaca en cuanto a formación de profesionales capaces para llevar un registro de la memoria histórica, así como para la revitalización de las lenguas primigenias, con énfasis en las que están en franco peligro de extinción.
Propuesta
Con la finalidad de no perder de vista el enfoque para crear una sólida propuesta de licenciatura fue preciso hacer un detenido análisis de los resultados de la investigación, lo que me llevó a una interpretación de los datos emanados del estudio de pertinencia.
Como primer paso, emprendí un estudio comparativo de 21 diferentes mallas curriculares a lo largo y ancho del país, lo que permitió identificar tanto algunos elementos afines como los nombres de licenciaturas centradas en lengua y cultura en otras universidades interculturales de México.
Estas licenciaturas promueven el aprendizaje de una lengua indígena y el estudio de la comunidad, pero se enfocan más en su circunstancia actual que en su investigación y análisis histórico-cultural, así como en el conocimiento de las tradiciones y cultura del estado o región donde se encuentra el campus universitario. Conviene aclarar que ninguna contiene el rescate de textos ancestrales, ni maneja la Filología como materia formativa. Algunas enfocan sus materias desde la Antropología, pero siempre encaminada a la comunicación práctica o cotidiana; por ello, redundan en materias que imparten casi todo lo relacionado en idioma español.
Por último, me llamó la atención la Licenciatura en Lingüística Antropológica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que se cursa en la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México, con sede en la ciudad de Chihuahua, que describe su enfoque como: "formar egresados especializados en la documentación, registro y estudio de las diversas lenguas, principalmente las habladas en el norte de México”. Una propuesta quizá similar que centra su actividad en la conservación del patrimonio lingüístico y cultural de su región.
Una vez hecho el análisis comparativo de esas 21 mallas curriculares, podemos decir que ninguna de ellas tiene en su enfoque de estudio la evolución de las lenguas indígenas como para poder adecuar su modelo a la problemática educativa específica de sus respectivas comunidades (en nuestro caso, el estado de Oaxaca). La investigación fue cualitativa, e incluyó variables específicas para el análisis de necesidades sociales, oferta educativa y mercado laboral. Con base en los resultados se pudo demostrar la factibilidad de una nueva propuesta de licenciatura a la que denomino Licenciatura en Filología Intercultural (LIFI).
Para fundamentar la propuesta se inició con la elaboración de un árbol categorial que explica gráficamente la necesidad de enmarcar la LIFI en tres grandes dimensiones:
- Viabilidad del campo del conocimiento (laboral)
- Descripción de la licenciatura (educativa).
- Tendencias actuales y futuras de la licenciatura (económica social).
Las tres dimensiones se correlacionan con el plan de estudios propuesto. El plan de estudios debe abordar las siguientes áreas: Literatura de los pueblos primigenios; Lengua, historia y sociedad; Sociedad: usos y costumbres; Ritos y mitos; Adquisición y aprendizaje de lenguas originarias del estado de Oaxaca; Investigación metodológica.
Como consecuencia de todos los estudios, análisis, propuestas, planteamientos e investigaciones acerca de la situación especial que vive el estado de Oaxaca en materia educativa, se pretende que la malla curricular propuesta permita a los egresados de la Licenciatura en Filología Intercultural (LIFI) ser personas altamente comprometidas con su actividad como profesionistas.
En las dimensiones de Descripción de la licenciatura, así como en Viabilidad del campo del conocimiento, se consideró desde el perfil de ingreso hasta el de egreso. Se llegó a la conclusión de que para aceptar a los jóvenes interesados en cursar la Licenciatura en Filología Intercultural fuera necesario que, antes de terminar su bachillerato, recibieran cursos de preparación para un examen de admisión. Esto con la finalidad de recibir estudiantes verdaderamente convencidos y comprometidos con la malla curricular.
En cuanto a la dimensión Tendencias actuales y futuras de la licenciatura, el egresado debe formarse con las características, conocimientos, habilidades y aptitudes que le permitan incorporarse con éxito a la demanda laboral de la sociedad actual en sus diferentes contextos; para ello, deberá aportar al desarrollo de competencias para la vida, mismas que apoyan el fortalecimiento de las múltiples inteligencias que constituyen una parte del ser humano, aunado a los valores morales con que fue preparado, con el fin de convertirlo en un integrante de una nueva generación de especialistas responsables, preocupados y ocupados en su quehacer profesional; a saber, el rescate de todo lo necesario para salvaguardar el patrimonio histórico y cultural de su región.
Con la finalidad de lograr ese perfil de egreso, la malla propuesta para la Licenciatura en Filología Intercultural (LIFI) contiene materias teóricas, prácticas y una combinación de estas, es decir, teórico-practicas, que se clasifican en “obligatorias”, “optativas” y “optativas de elección”, según el perfil de especialización.
Para ello se tiene que ir construyendo el andamiaje cognitivo que nos llevará a perfilar el soporte sólido, suficiente, concreto y, sobre todo, lógico, de la Licenciatura en Filología Intercultural. Presento a continuación las áreas de conocimiento que engloban las materias que conforman la malla curricular:
- Área filológica y lingüística
- Área antropológica
- Área tecnológica
- Área sociológica
- Área jurídica
- Área de comunicación
- Área de formación cultural
- Área ético-filosófica
Cabe mencionar que, para facilitar la inserción laboral, el egresado deberá haber cursado alguna de las siguientes líneas de especialización: a) Traducción y transcripción, b) Educación y didáctica de las lenguas primigenias, c) Sociología y estudios filosóficos interculturales, d) Historia, e) Difusión intercultural, f) Gestión y registro, así como g) dominar alguna de las lenguas originarias de la entidad, como zapoteco, mixteco o mixe.
Palabras finales
A manera de conclusión se puede decir que la realidad educativa del estado de Oaxaca obliga a plantear nuevos programas pedagógicos acordes con las necesidades sociales regionales y estatales, sin desvincular los entornos nacionales e internacionales, con la formación de una sociedad conectada en red que requiere de profesionales, educadores e investigadores capaces de analizar el desarrollo, el proceso educativo, la prospectiva y la diversidad lingüística de las comunidades indígenas, ofreciéndoles a los jóvenes hablantes de estas lenguas la inclusión en el nivel superior y, posteriormente, en el ámbito laboral.
Referencias
- Ayometzi Montiel, Cecilia y Josefina Rubi Piña, Guía metodológica para elaborar la fundamentación de un plan de estudios: Estudios de pertinencia social y factibilidad. México: Universidad Nacional Autónoma de México - Coordinación de Desarrollo Educativo e Innovación, 2017.
- Castillos Cisneros, María del Carmen, "Las identidades étnicas en Oaxaca", en Población Indígena. Nueva Época, núm. 41 (enero-abril, 2018): 23-40. Disponible en: https://productosdigepo.oaxaca.gob.mx/recursos/revistas/revista41.pdf [03/09/2019].
- Dietz, Gunther y Laura Selene Mateos Cortés, Interculturalidad y educación intercultural en México. Un análisis de los discursos nacionales e internacionales en su impacto en los modelos educativos.México: Secretaría de Educación Pública - Coordinación General de Educación Intercultural y Bilingüe, 2011. Disponible en: https://www.uv.mx/iie/files/2013/01/Libro-CGEIB-Interculturalidad.pdf [17/06/2023].
- Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Informe 2017. Actividades y resultados. México: INEGI, 2017. Disponible en https://www.snieg.mx/Documentacionportal/inegiucc/Informe/Informe2017_Actividades_y_Resultados.pdf [11/05/23].
- Muñoz García, Humberto, ¿Hacia dónde va la universidad en el siglo XXI? México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2016.
- Reynoso Jaime, Irving, "Manuel Gamio y las bases de la política indigenista en México", en Andamios. Revista de Investigación Social, vol. 10, núm. 22 (mayo-agosto, 2013): 333-355.
[1]Como lo señala Muñoz (2016), la educación de nivel superior de los indígenas se atendía mínimamente; por tal motivo, no se contaba con información acerca del número de estudiantes de los diferentes grupos étnicos del país que estaban cursando una carrera profesional.
Te dejamos una breve muestra en audio que ayuda a reforzar la conciencia del porqué de la importancia de preservar las lenguas y cultura indígenas, con propuestas educativas como la aquí presentada para el caso de Oaxaca.
Fragmento en audio del video Las lenguas indígenas de México y su desbordante valor, producido por la asociación +DEMX en su entrada "En México convergen 69 universos paralelos (uno por cada lengua)", de la autoría de Martina Spartaro Tron, publicado el 30 de noviembre de 2020. La identidad de las voces detrás de la narración es desconocida. Tomado de https://masdemx.com/2020/11/lenguas-indigenas-mexico-diversidad-importancia/. No se conocen restricciones por derechos de autor. Se reproduce el fragmento con propósitos educativos y de difusión.
Reseña
Once ensayos literarios en el contexto de pandemia: Abreviaturas. Problemas de literatura y plusvalía, de José Manuel Mateo
Héctor Fernando Vizcarra
Centro de Estudios Literarios
Instituto de Investigaciones Filológicas
hectorvizcarra@filos.unam.mx
La mayor parte del tiempo, al momento de leer y escribir, de alguna marea estamos obligados a mantener una estabilidad o fidelidad hacia los formatos textuales que conocemos. Ya sea que se trate de un escrito por divertimento, por encargo, de tipo creativo o académico, buscamos precedentes tanto para emularlos como para reformularlos. En el caso de la escritura académica hay, sin embargo, franjas de la escritura que permanecen innominadas porque no cumplen con la pragmática establecida, es decir, no son artículos, no son notas de investigación ni ponencias susceptibles de extenderse para ser incluidas en las memorias de los congresos, por ejemplo. Me refiero a esos textos escritos como una suerte de comunicación oral hechos a partir de la lectura no sistematizada que, casi por regla general, resultan efímeras debido, primeramente, a la función para las que fueron preparadas y, en consecuencia, por su incapacidad para ajustarse a las normas tanto de extensión como del empleo de aparatos críticos. Sin embargo, es a partir de esos escritos que puede vislumbrarse el recorrido intelectual y de formación de quien los ha trabajado, con sus intereses, sus filiaciones y sus características personales.
Abreviaturas. Problemas de literatura y plusvalía (Instituto de Investigaciones Filológicas, 2022), de José Manuel Mateo, da cuenta de un tramo de ese recorrido y nos invita a reflexionar pausadamente algunas comunicaciones que el autor presentó durante el confinamiento por la reciente pandemia, entre las que se encuentran comentarios de libros, ponencias, notas de clase para sus cursos, charlas en mesas redondas; en otras palabras, textos que comparten ese formato innominado al que el José Manuel Mateo propone llamar, de forma acertada, “abreviaturas”, que más allá de ser una compilación arbitraria de ensayos literarios conforman un corpus que dialoga entre sí y, también, con el resto de la obra crítica y literaria de su autor, pues en los once textos del volumen (doce, incluyendo la presentación), encontramos reminiscencias y referencias a sus propios proyectos de investigación a largo plazo —dedicados principalmente a José Revueltas— y a sus relatos contenidos en Nadie se llama Caín (Universidad Naciónal Autónoma de México - Difusión Cultural, 2019), libro de cuentos que destaca por su creación de atmósferas cercanas a la clandestinidad de las luchas sociales, por su mirada nostálgica hacia la amistad y la camaradería, y, en un aspecto más profundo, por su examen de la soledad humana frente a la saturación de datos a la que estamos expuestos en la actualidad.
Menciono Nadie se llama Caín, un volumen de cuentos, porque sin duda forma parte de un continuum, de un proyecto literario que abarca la investigación y la creación literarias, ambas efectuadas por José Manuel Mateo con una rigurosidad que, quizá paradójicamente, nos permite apreciar lo esencial que resulta para la crítica académica la libertad para abordar temas de índole diversa y establecer conexiones imprevistas entre textos y películas, literatos y cineastas, poetas e historiadores de la cultura. A pesar de estar conformado por poco más de una decena de ensayos, Abreviaturas es, para decirlo también de modo resumido, una especie de dispositivo que contiene preguntas complejas y provocadoras, como todo libro de ensayos generados desde la conjetura, la observación y la curiosidad.
En el fondo del libro y de su articulación está pues la invitación a reflexionar sobre el trasfondo ético de la literatura y del material del que está hecha. La palabra, por lo tanto, la conciencia de ella y de su poder, tanto para producir y compartir conocimiento como para delatar o reprimir, se halla como el núcleo de la propuesta de Mateo.
En primer lugar tomemos como ejemplo el análisis del cuento “El Aleph”, de Borges, el cual cobra sentido al ser leído sincrónicamente con La amortajada de María Luisa Bombal, y con El pozo de Juan Carlos Onetti, tres textos de autores latinoamericanos imprescindibles que Mateo hace dialogar en el ensayo “Vista súbita para un informe”, en el que también descubre resonancias con otros textos de América Latina con la misma temática de la mujer muerta, que, con frecuencia, asedia y trastoca la memoria del protagonista masculino, como sucede igualmente en Luna caliente de Mempo Giardinelli o El túnel de Ernesto Sábato. Porque el Aleph, dice Mateo, “Puede ser el objeto que cada quien escoja”, pero también, como él mismo discierne, es “la memoria de todo lo que vamos olvidando” (30).
Así como los clásicos modernos evocados en ese ensayo nos remiten al tema de la memoria, el texto con que inicia Abreviaturas, titulado “Virus, filosofía y literatura”, nos exhorta a mantener la memoria a corto plazo y, más que volver a padecer o insistir en la autoconmiseración, a aprender de la situación sanitaria, psicosocial y económica por la que atravesamos y en la que estuvimos inmersos en el 2020, 2021 y parte del 2022. Porque alejar de la discusión las implicaciones del coronavirus sería desperdiciar la oportunidad para encontrar vínculos con problemáticas viejas, recientes y renovadas sobre la preeminencia de la actividad intelectual y creativa en la esfera humana, tanto individual como colectiva, en circunstancias de crisis; dicho de otro modo, Mateo contribuye con hipótesis interpretativas en las que el arte, la filosofía e incluso el COVID tienen un empleo pragmático y hasta metafórico, ya que, como él mismo afirma, “el virus es algo muy parecido a la ideología, a cualquier ideología, es decir, a un paquete de instrucciones que se traducen en actos y que las personas viven como producto de decisiones propias, cuando en realidad no hacen sino reproducir la ideología a costa de su propia vida” (11).
José Revueltas es sin duda la presencia ineludible, el interlocutor y el guía de la mayor parte de las once propuestas de interpretación de distintas realidades socioliterarias incluidas en Abreviaturas. De entre todas ellas, una de las más interesantes es en la que José Manuel Mateo hace dialogar las ideas de Revueltas con las del cineasta Andrei Tarkovski en torno al estatuto del guion cinematográfico como producto literario. El intento realizado en el ensayo “La proyección verbal de una película” es complejo porque, como muchos cineastas, Tarkovski niega que el libreto y por ende la escritura que antecede a la filmación puedan acceder a la categoría estética de una obra literaria, mientras que Revueltas, guionista y teórico de cine, postula casi lo contrario. No obstante, en esa división de opiniones que aún sigue generando polémica, Mateo encuentra el punto de contacto para enriquecer el debate al afirmar que Revueltas escribe como “autor literario que anticipa al autor cinematográfico, es decir, al director de un cine de autor” (63), que es justamente como Tarkovski se percibe a sí mismo, pues su trabajo, a diferencia de las grandes producciones dirigidas por un cineasta pero supeditadas al mercado del entretenimiento, consiste en estimular una experiencia estética orgánica entre la imagen, el sonido, las palabras y, en un sitio quizá menos primordial, la trama. En consecuencia, es relevante que este ensayo en particular devele el lazo que conecta ambas posturas, la del cineasta soviético y la del intelectual mexicano, a pesar de sus discrepancias obvias. Como uno de los principales ejes de reflexión y creación para ambos (no olvidemos el estatuto poético en el cine de Tarkovski, no sólo en el plano de la temporalidad fílmica, sino en la poesía como detonador de la totalidad de su obra), la palabra es, entonces, aquella instancia que transmite la imagen que el director decide trasladar a la pantalla, y esa materia verbal codificada bajo los esquemas audiovisuales será, idóneamente, experimentada (“refigurada”, en términos de Paul Ricoeur) en la sala de cine por los espectadores.
Con un impulso activo de las ideas de José Revueltas y de Damiela Eltit como sustrato, en Abreviaturas convergen aproximaciones a las literaturas populares, al ensayo mexicano desde Octavio Paz hasta Valeria Luiselli, a la labor de José Agustín como organizador de textos de Revueltas, al cine de México en su época dorada, a los dilemas contemporáneos presentados por la literatura digital y otros soportes mediante los cuales se distribuye el pensamiento en el siglo XXI. Como mencioné al inicio, al escribir y al leer solemos estar regidos por costumbres y parámetros que, sin duda, conviene sacudir de vez en cuando. Abreviaturas nos obliga precisamente a eso: discurrir sobre el lugar trascendente que la filosofía, las letras y el arte en general ocupan en nuestras vidas, más allá de cualquier función utilitaria o exclusivamente académica.
Referencias
- Mateo, José Manuel. Abreviaturas. Problemas de literatura y plusvalía. México: Instituto de Investigaciones Filológicas, 2022.